El aprendizaje del inglés, más que una simple habilidad, se ha convertido en una herramienta fundamental para abrir puertas en un mundo globalizado. No solo permite acceder a becas, empleos destacados o a la posibilidad de obtener la ciudadanía en otro país, sino que también funciona como un puente cultural que conecta personas, ideas y oportunidades. Desde mi experiencia personal como docente de lengua extranjera en formación durante más de 30 años, puedo afirmar que aprender un idioma no es como dominar una disciplina cerrada y estática. A diferencia de otros campos del conocimiento, una segunda lengua exige un proceso continuo de asimilación, en el que nunca se deja de aprender. Es importante entender que, mientras el aprendizaje consciente de un idioma implica reglas, gramática y ejercicios, la adquisición es un proceso inconsciente que ocurre cuando estamos inmersos en situaciones reales de comunicación. Esto es clave: una vez que pasamos la edad crítica para la adquisición natural de una lengua, necesitamos exponernos constantemente a contextos auténticos y recibir la mayor cantidad de input posible -es decir, escuchar, leer y experimentar el idioma en su entorno vivo. Hablar un idioma que no es el nuestro implica, además, un compromiso profundo con nuestra propia identidad. Solo respetando, valorando y queriendo nuestra propia cultura podemos entender mejor las costumbres y perspectivas de los demás. Este equilibrio nos permite abrirnos al mundo sin perder de vista quiénes somos, fomentando un aprendizaje que no solo es lingüístico, sino también humano y cultural. He dedicado la mayor parte de mi vida a aprender y enseñar, y ambas acciones requieren pasión, amor y compromiso. Por ello, me permito dedicar este escrito a todos mis profesores, alumnos y alumnas que han sido parte fundamental en mi formación, no solo como docente, sino también como persona. Aprender inglés no solo nos prepara para afrontar retos académicos o laborales, sino que también nos enriquece como ciudadanos del mundo, permitiéndonos ser parte activa de una sociedad global, intercultural y diversa. Es un recordatorio de que cada palabra nueva aprendida, cada conversación sostenida y cada texto leído son pasos que fortalecen nuestro puente hacia el futuro.

Silvina Lazo y Pedro Verasaluse

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