Vivimos en una sociedad sin Dios. La eterna búsqueda de dónde está, quién es, cómo es ,ya no existe. Por eso se mata por un celular, se incendian intencionalmente los bosques, se abandonan o matan niños, se roba, hay suicidios, violaciones y tantos hechos inhumanos. Y no hablo del Dios de los católicos, porque pese a los distintos caminos para llegar a Él, estoy convencida de que no hay un museo de dioses. Hay Uno. Y lo vamos haciendo a un lado... ignorándolo, reemplazándolo. Una sociedad mundial a la deriva, con organismos internacionales que no funcionan, derechos universales que se ignoran, guerras innecesarias, una naturaleza enojada con todo lo que le infringimos. Pero en esta época especial del año es cuando más notamos cuánto hemos borrado a Dios... al Dios Niño... al Dios humanizado. El simpático y bonachón Papá Noel está en todos lados, recibiendo cartitas, alzando a los pequeños, prestándose a una foto. ¿Pero quién es ese señor que aparece en Navidad y toma un lugar que no le pertenece? Navidad es Natividad... nacimiento de Jesús. Eso es lo que se conmemora. O debiera conmemorarse. Papá Noel es un invento comercial de una gran compañía de bebidas. Algunos me dicen: “pero no todos son cristianos”. Perfecto. Los cristianos respetamos las celebraciones de las otras religiones, y no nos unimos en el festejo para que parezcan nuestras. Lo más triste de esto, es que los niños van creciendo en absoluto desconocimiento del pesebre, María, José y el Niño. ¿Cómo hablarles de Dios? ¿Cómo explicárselo si sólo ven gorros de Papá Noel por entero? Ojalá sepamos retomar la senda correcta y ayudemos de algún modo a que Dios vuelva a existir en este mundo caótico que día a día pierde un pedacito más de lo que nos hermanaría para vivir mejor.
María Estela López Chehín
24 de Septiembre 1.431 - Concepción