“En marzo, experimenté un abuso que dejó una marca profunda en mi vida. A lo largo del tiempo, he sentido cómo los medios de comunicación, en lugar de ofrecer apoyo, han contribuido a la desinformación y a la violencia en mi contra. La sociedad, sin conocerme ni entender mi situación, me ha juzgado de manera severa, generando un dolor adicional en un momento ya de por sí difícil”.

“La justicia, que debería ser un refugio, ha fallado en proteger mi intimidad; me siento vulnerable y expuesta, como si el hecho de haber denunciado me hiciera más susceptible a los ataques. La experiencia de levantar la cabeza solo para ser derribada nuevamente es desgastante. En ocasiones, parece que lo más seguro es no denunciar, ya que, en lugar de ser la víctima, me convierto en el blanco de la investigación. Esta revictimización es constante y devastadora”.

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“Durante las audiencias, me he visto frente a abogados de la parte acusada que actúan de manera violenta y despectiva. En un momento, dijeron que “la denunciante parecía un semáforo intermitente”, descalificando mi estado emocional y mental de una manera cruel e insensible. Además, he tenido que lidiar con la pérdida y recuperación de la conciencia en momentos de gran angustia, lo que refleja el impacto devastador que esto ha tenido en mi salud mental”.

“Es fundamental que la sociedad sepa que hemos callado por respeto, pero la habitación está llena de mi sangre. Los acusados se niegan a someterse a un informe psicodiagnóstico que evaluaría si tienen una mente pervertida. Han manipulado la escena del crimen, y hay grabaciones que muestran a uno de los imputados deshaciéndose de una bolsa con basura”.

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“Mi declaración, mi daño mental y las lesiones constatadas por ginecólogos son mucho más objetivas que un supuesto audio que está en mi teléfono, que nadie ha escuchado y que no tiene ninguna evidencia o indicio que sugiera que contiene algo relevante”.

“Además, hasta se peritó mi sangre y se pidió averiguar si era sangre menstrual. El resultado arrojó que no era sangre menstrual, sino sangre producto de lesiones. ¿Tanto morbo hay en la sociedad?”

“La sociedad debe saber que los abogados de Cufré y Osorio intentan voltear el procedimiento donde se encontró mi sangre. Esto sería lo mismo que no querer entregar el celular. Yo no quiero entregar mi celular porque quiero dejar un mensaje a todas las víctimas: no podemos tener un sistema machista. En mi celular no está el motivo de mi no rotundo a que me violen cuatro tipos en la habitación de un hotel. En mi celular no está la inocencia de nadie, y no hay evidencia que pueda romper toda la otra evidencia que existe en el expediente.”

“Yo no quería que me violen. ¿Es tan difícil de entender eso? ¿Por qué no se juzga, ni en los medios ni en la sociedad, la actitud de querer voltear por tecnicismos legales un procedimiento del secuestro de las sábanas del hotel donde está mi sangre?”

“La víctima, en un esfuerzo por buscar justicia, se encargó de compaginar todas las audiencias, donde se basaron en puras especulaciones sobre un supuesto audio que nunca se escuchó. Los defensores, me defenestraron, tratándome con desprecio. Con esta compilación de videos, se presentará una denuncia en el Colegio de Abogados, porque no puede ser que existan profesionales que litigan en temas tan delicados sin ética, moral ni perspectiva de género”.

“Están desesperados por la fama y el dinero, y eso no puede ser permitido por el Colegio de Abogados. Por ello, voy a solicitar que se analicen todas las audiencias, para que se pueda ver quiénes representan a esa profesión que, en otras ocasiones, ha traído tantas alegrías, pero que en esta ocasión ha hecho un papel lamentable en un tema tan delicado como son los abusos sexuales en nuestra sociedad”.

“Han expuesto mis chats desde el primer día, actuando como si fueran las estrellas del caso, llegando en grupo a declarar en camioneta, mientras que detrás de ese espectáculo estoy yo, con mi dolor. Se han encargado de difundir la especulación de que no entrego mi celular porque existe un audio que podría probar la inocencia de los acusados”.

“Sin embargo, no hay tal audio: estas afirmaciones son meras mentiras diseñadas para enredar la verdad y manipular a la sociedad. La justicia se muestra débil ante la presión mediática, y ahora vuelven a atacarme, jugando con la percepción pública”.

“El Ministerio Público Fiscal y los jueces han demostrado que su prioridad es mantener sus posiciones, cuidando su trabajo, mientras ignoran la realidad del caso. No hay indicios de la existencia de un audio, a pesar de que una defensora dijo en una audiencia: “todos sabemos qué dice el audio”. Me genera una profunda impotencia escuchar tales afirmaciones sin fundamento, mientras que se espera que tolere que se presenten como defensores de la feminidad”.

“¿Qué mensaje le está dando la sociedad a las mujeres? ¿Y qué mensaje se está enviando a los violadores? En este contexto, se les dice a los agresores: ‘tranquilos, que vamos a dudar de la palabra de la víctima’. A las víctimas, sin embargo, se les envía un mensaje claro: “no denuncien”. Si me preguntan hoy, yo aconsejaría no denunciar si no están preparadas mentalmente para enfrentar la lapidación social que se avecina”.

“Camino por la calle y he dejado de ser quien soy; ahora soy la violada, la abusada, la mentirosa. Todo esto es el resultado de la culpa y la exclusiva responsabilidad de los defensores, de los medios de comunicación que desinforman y de una justicia que parece no existir. Esta justicia solo reacciona cuando una tapa de diario pone a los involucrados en una situación incómoda”.

“Hago un llamado a la sociedad y a las instituciones para que reflexionen sobre el trato a las víctimas. Es fundamental que se garantice un ambiente de respeto y protección, donde se priorice la dignidad y el bienestar de quienes han sufrido abusos”.