La reposición de la balsa “La Niña”, completamente renovada y con su capacidad triplicada, ha sido festejada como un hito por las autoridades este lunes. Está bien que eso ocurra: además del acontecimiento, es una muestra de una situación distinta en el tratamiento de un servicio fundamental para la población, que venía degradado desde las últimas décadas y que todavía requiere de muchas acciones para ser eficiente. Se pierde mucho líquido, hay zonas de alta demanda y de enorme escasez y cuesta mucho obtenerlo, distribuirlo y protegerlo.

En el acto realizado en El Cadillal el gobernador, Osvaldo Jaldo, destacó los logros al poner en funcionamiento la balsa. “Se la reestructuró totalmente a nuevo. Tenía riesgo de hundirse. Tenía motores a explosión, lo que significa que había combustibles y aceites dentro de la balsa. Esto provocaba riesgos de contaminación. Ahora tiene motores eléctricos. Hemos comprado una bomba importada nueva. La bomba anterior tiraba 2.000 m3; la nueva, 6.000 m3. No sólo le pusimos toda la tecnología, sino que hemos triplicado la capacidad de provisión de agua potable a la balsa”. También elogió que se estén reparando los acueductos de Vipos y de Anfama, y expresó satisfacción por el hecho de que se podrá construir el nuevo acueducto de Vipos. “La Niña” asegura la calidad del agua porque se toma de la superficie el líquido que va a la planta potabilizadora, tras pasar por los filtros nuevos que se le ha colocado. El año pasado no funcionaba y por ello se hacía toma líquido de una zona más profunda, que tiene más concentración de sedimentos y minerales. Por esa causa hubo momentos en que el agua domiciliaria salía oscura en algunas zonas.

Además de “La Niña” y de los acueductos, en estos últimos meses se han excavado unos 30 pozos y se ha comenzado a resolver situaciones difíciles como las carencias de barrio El Bosque o de El Corte en Yerba Buena, donde el suministro a la cisterna de Loma de Imbaud había sido afectado por una toma clandestina.

Por cierto que esto no es suficiente. Como bien señaló el hidrogeólogo y docente Jorge García en la reciente charla “El abastecimiento de agua: presente y futuro en Tucumán”, hacen falta más obras importantes, una buena planificación urbana y de perforación de pozos y frenar el derroche. Hay áreas con alto riesgo hídrico, como las yungas, y zonas que requieren respuestas inmediatas y estrategias a futuro, como se advirtió hace pocos días en Amaicha.

Con todo, las medidas que se han venido tomando han servicio para brindar cierto alivio en la crisis tucumana y que le han permitido al titular de la SAT a comienzos de noviembre asegurar que “este año no habrá problemas de agua en Tucumán” y añadir que el objetivo es “que todos los tucumanos cuenten con agua potable y que las plantas de tratamiento de líquidos cloacales funcionen adecuadamente en los próximos tres años”. Es de esperar que así ocurra.