Por Hugo E.Grimaldi
La expulsión del senador Edgardo Kueider, kirchnerista para llegar a su banca, pero libertario para votar, ha sido un pelotazo en contra para el gobierno nacional, que vio cómo se le evaporaba un lugar en la Cámara Alta, número que precísamente no le sobra al oficialismo. Para peor, LLA quedó en falsa escuadra en cuestiones de manejo legislativo y además, lo primerearon comunicacionalmente. La batalla por ese escaño fue ganada ampliamente por el kirchnerismo desde todos los ángulos, ya que solicitó la remoción del legislador, aguantó a pie firme el primer “no” de los aliados al Gobierno y esperó con el cuchillo entre los dientes hasta que el Presidente y su tropa fueron arrastrados -como quizás nunca antes- por la realidad.
Cuando Javier Milei, desaprensivamente y a las cansadas, dijo que había que echarlo a Kueider “a patadas en el culo” saltó el avispero y con la inestimable colaboración de la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado que, para que todo el mundo la vea, le puso la faja de “cerrado” al despacho del senador caído en desgracia unos minutos antes de la sesión, ya nadie supo más qué hacer. El partido, que dejó esta vez al mileísmo sin reacción y parado en el fondo de la cancha, no terminó aún sólo porque Javier Milei tiene un resto feroz, derivado de sus aciertos económicos, los mismos que la opinión pública banca aferrándose a lo que hay.
El 2,4% de la inflación de noviembre ha venido a reforzar el colchón de mayor tranquilidad económica y a la vez, el mito del Presidente que cumple, con las esperanzas puestas hacia 2025 y con la llegada de la tan esperada reactivación, la posibilidad de inversiones, la mejora del salario y el aumento del empleo, cuya manifestación en los mercados ha sido notoria con la baja del riesgo-país y la inédita brecha casi cero entre los dólares. La imagen presidencial sigue por las nubes.
En paralelo, aparecieron las sombras, ya que el tobogán institucional le apaga las luces de neón al devenir económico-financiero con la pelea a cielo abierto con Victoria Villarruel, ahora por la sesión del Senado que presidió cuando quizás no le correspondía (la Casa Rosada dice que fue “irregular”, más para pegarle a la vice que para defender tardíamente a Kueider), con el tema de la Corte Suprema aún en veremos y con varios episodios que se verán en los próximos días: si los dos nombramientos salen por Decreto y “en comisión” hasta que el Senado se expida, por ejemplo. También con las “ayuditas” hechas a Cristina Kirchner que terminaron con la orden oficialista de bloquear a como dé lugar (al menos hasta que sea proclamada su candidatura) una eventual Ley de Ficha Limpia, lo que amplió aún más la grieta con Mauricio Macri.
Otro lunar del mismo carácter es no poner a consideración del Congreso un temario para las Sesiones Extraordinarias, pese al anuncio que hizo el vocero presidencial. La manifestación práctica de la jugada es dejar en vigencia el mismo Presupuesto Nacional que confeccionó Sergio Massa para transitar 2023, claro está que discrecionalmente “aggiornado” con partidas que van y que vienen a gusto del actual ministro de Economía. Por último, la eliminación de las PASO apunta a complicarles la vida a los partidos horizontales (a la UCR y al PRO sobre todo) y no le hará mayor mella a los cultores de los personalismos verticales que usan el dedo para poner y sacar como hizo siempre el peronismo y ahora, el mileísmo que comanda la Gran Hermana Karina.
Sobre el caso Kueider, se podrían ensayar mil y una explicaciones para encuadrar la situación desde los enjuagues legislativos, entre ellas que el entrerriano fue usado y traicionado por la Casa Rosada, pero lo cierto es que la situación del ahora exsenador, que va de lo político a lo judicial, también da para una observación en materia comunicacional. Para poner el acento en este último punto habrá que decirlo con sumo cuidado, porque de ahora en más pueden llegar los misiles que suelen tirar desde las redes sociales las tropas mileístas que se esconden allí y también en los portales de los medios, siempre dispuestos a atacar a quienes piensan diferente: la gran novedad es que por primera vez en un año, los troles gubernamentales han perdido malamente el manejo de la opinión pública: bajaron los brazos, capitularon... Seguramente, se va a decir que fue algo estratégico, pero en verdad los golearon.
Esta vez, los haters (odiadores) profesionales de LLA, tan acostumbrados a salir en tropel para defender casi siempre lo indefendible (hacen acordar a “6, 7 , 8...”) no pudieron, no supieron o quizás no quisieron hacerlo porque es verdad que hubo órdenes y contraórdenes. Lo cierto es que las “milicias digitales” tal como las definió ADEPA, esta vez se quedaron dormidas y así los primerearon en la manipulación de la opinión pública. Sólo despertaron para meter algo de ruido ex post, cuando la batalla estaba perdida.
Para su mayor dolor, hay que marcar que todo el operativo de desgaste a Kueider se hizo a través de los medios tradicionales, canales de cable sobre todo. Unión por la Patria instaló el tema de la corrupción (no de los dólares cautivos, sino de un eventual pago por sus votos) y se llevó el premio de la banca para la camporista Stefanía Cora, quien asumirá cuando se expida la Justicia ante un reclamo de su compañero de boleta.
Por empezar, lo primero que se le mostró al público fueron recortes de la situación, el apresamiento del senador y de su secretaria en Ciudad del Este (Paraguay), los fajos de dólares y sospechas y más sospechas sobre su origen ilícito, más allá de las fantasías amorosas que corrieron como reguero de pólvora. Lo cierto es que el exsenador sólo está acusado de contrabando, ya que el dinero cruzaba desde Brasil y nadie le hace cargos en Paraguay para que justifique el origen de los fondos. Por más que se sepa que él procedía de la Argentina (había pasado sin problemas por el puente argentino-brasileño unas cuatro horas antes), la Justicia de este lado de la Triple Frontera nunca estuvo involucrada.
Además, el lugar de detención que fue malévolamente agrandado por el lujo que con aires de indignación se dijo que Kueider no se podía permitir. Moralmente, el comentario tiene asidero, aunque con ese dinero en la mochila no parece extraño quedarse varado en un spa y no en un hotel tres estrellas. Siempre por detrás de todo estuvo el ruido y los comentarios insidiosos, más grandes conjeturas y nunca pruebas, tal como pide la Justicia. Todo eso fue lo que llevó al cadalso al senador por “un acto indecoroso que nos ha agraviado a todos”, tal como sostuvo el cordobés Luis Juez en la tarde del jueves.
En materia de comunicación, lo cierto es que con el desarrollo de las tecnologías de la información han cambiado las formas de manejar los humores de la opinión pública, pero los objetivos siguen siendo los mismos: controlar la narrativa, apelar a las emociones, influir en las decisiones, simplificar la realidad y meterse en la cabeza de la gente para movilizarla si fuese necesario. Tras 20 años en el poder, esos resortes de los manejos oscuros del poder que manejan los servicios de inteligencia en todo el mundo los conoce mejor que nadie el kirchnerismo.
Apuntar a dominar la percepción colectiva es una práctica común de casi todos los gobiernos de la humanidad, algo que en tiempos de guerra se vuelve especialmente relevante. En el caso de la Argentina, vale el antecedente del aparato de adoctrinamiento que los militares hicieron sobre el desembarco en Malvinas, una epopeya sólo hecha para reivindicar su actuación política fuera de toda regla constitucional, tarea que la dictadura propagandizó con las herramientas de la época (marchas, discursos triunfalistas o la instalación en las portadas de diarios y revistas de un abominable titular: “estamos ganando”), tarea que tenía como gran paraguas la defensa de la soberanía.
La manipulación no es exclusiva de los tiempos de guerra y suele utilizarse en cualquier contexto donde haya intereses en juego, sobre todo cuando la cuestión ideológica quiere ser bajada a la población en general a través de lo que se ha dado en llamar “la batalla cultural”. La técnica de hacer correr rumores, la exageración de los disvalores del otro, la ridiculización a través de carteles, panfletos, chistes, memes, canciones o burlas en general fueron y son en conjunto parte central de la desinformación. También se inflan los logros propios y se arman concentraciones de apoyo, mientas que se trata de controlar a las fuentes para restringirlas.
Si bien el concepto de engaño es en general inherente a la política, los libertarios actuales, quienes viven más enamorados de las redes sociales que de la verdad, comparten este anticoncepto que es el que iguala todos los casos, ya que la verdad es lo último que debe salir a flote. Y eso sucede –y así la experiencia lo indica- hasta que finalmente sale a la superficie y pasa a ser parte de la triste realidad.
De allí, entonces que el periodismo sea en todos los casos una colina a tomar, ya que todo lo que no se puede controlar es cancelado de modo automático por la maquinaria, del color que sea, que pretende dominar el pensamiento. En general, la ciudadanía no es pasiva y a la corta o a la larga resiste, ya sea por educación o por intuición, este tipo de embates. En este sentido, debe decirse también que le ha gustado mucho a la gente que el Presidente haya reconocido en el primer párrafo de su discurso- aniversario, con bastante humildad de su parte, el esfuerzo de “los argentinos de a pie, que fueron tratados como ciudadanos de segunda durante décadas y a quienes hoy queremos devolver el lugar que se merecen. El sacrificio que han hecho es conmovedor y les aseguro que no será en vano”, prometió. Sonó sincero.
Igualmente, el proceso-Milei deberá probar en algún momento otros mecanismos para convencer, sobre todo cuando la taba se le dé vuelta. A lo largo de la historia, esa misma gente que hoy está tan castigada, pero que aguanta, ha sido capaz siempre de darse cuenta de los camelos y de resistir la propaganda.