DAMASCO, Siria.- El colapso del régimen de Bashar Al Asad ha dejado al descubierto millones de píldoras de captagon, la droga que convirtió a Siria en un narcoestado y que los rebeldes encuentran por millones en bases militares.
“Después de una inspección, supimos que era una fábrica de Maher al Asad (hermano del ex presidente) y su socio Amer Jiti”, dijo a Abu Malek al Shami, un combatiente de la coalición liderada por los rebeldes islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), que se apoderó de Siria en poco más de 10 días. La veloz ofensiva terminó derrocando a Bashar al Asad, que escapó a Rusia, su aliado durante los últimos años del régimen.
Se desconoce el paradero de su hermano, un temido jefe de la Cuarta División, la unidad de élite del ejército sirio, y considerado uno de los jefes de la red siria de captagon, una industria valorada en al menos U$S10.000 millones.
El captagon, llamado así por una de sus marcas, y también conocido como “la cocaína de los pobres”, se ha convertido en la droga preferida de los jóvenes adultos de Medio Oriente y el Norte de África. El medicamento se declaró ilegal en 1986 en la mayoría de los países y se dejó de comercializar con fines médicos. A principios de la década de 2000 apareció una versión ilegal de captagón en Europa del Este y Medio Oriente.
Es una droga sintética, fabricada originalmente en Alemania, donde se destinaba al tratamiento de los trastornos por déficit de atención. Su consumo se extendió entre los jóvenes, sobre todo como droga para fiestas.
Arabia Saudita es el mercado más grande. Allí, el captagon es la droga de la élite adinerada. Y, entre los obreros, su consumo no es tabú como el alcohol. Ellos recurren al estimulante, de fácil acceso, para seguir los ritmos infernales que les imponen sus explotadores.
Los informes también sugieren que los combatientes en el conflicto sirio suelen usar la droga para aumentar el rendimiento y reducir la fatiga. La píldora contiene fenetilina, una anfetamina sintética, cafeína y otros estimulantes. El organismo metaboliza la fenetilina en dos moléculas: anfetamina y teofilina, ambas estimulantes.
Producto de exportación
En los hangares de una cantera cercana a Damasco, Abu Malek (su nombre de guerra) continúa la visita. Hasta hace poco, las rampas del garaje subterráneo se utilizaban para cargar millones de pastillas beige, escondidas en las bobinas de cobre de las cajas eléctricas disponibles en el mercado. “Había máquinas llenas de captagon listas para la exportación”, dijo Abu Malek.
En este galpón todavía hay cajas de las que se utilizaban para disimular la carga en los camiones de droga, como bolsas de soda cáustica -de Arabia Saudita según las etiquetas-, el ingrediente principal de la metanfetamina, otro estimulante como el captagon.
Estas drogas eran, de lejos, el primer producto de exportación de la Siria de Al Asad, que tras 14 años de guerra, desencadenada por la sangrienta represión de protestas prodemocracia, se convirtió en un paria internacional. El conflicto ha dejado medio millón de muertos y seis millones de refugiados, entre desplazados internos y pedidos de asilo en países vecinos, como Turquía, y europeos, como Alemania y Finlandia.
Además de dinero, el captagon también fue un medio de presión diplomática desde que el presidente dejó de poder salir de Siria, al ser persona no grata en buena parte del mundo.
Al Asad ha “utilizado el tráfico de captagon para presionar a los Estados del Golfo, en particular a Arabia Saudita, para que reintegren a Siria en el mundo árabe”, dice Hesham Alghannam, investigador del Centro Carnegie para Medio Oriente.
En medio del caos de la guerra, esta droga se ha extendido más allá de las fronteras de Siria.
Alghannam estima que gracias a la explotación de estas adicciones el régimen se reincorporó a la Liga Árabe en 2023. Poco antes de su caída, Al Asad, elegido en 2000 por referéndum para suceder a su padre Hafez al Asad, fue recibido con gran pompa en Abu Dabi y Riad.
A pesar de las sanciones, Siria siguió produciendo millones de comprimidos de captagon. Prueba de ello es el aeropuerto militar de Mazzeh, en las afueras de Damasco, donde los combatientes de HTS quemaron miles de tabletas de captagon en un hangar. En otra sede de la Fuerza Aérea, se hallaron bolsas de las píldoras apiladas entre tabletas de viagra falsificadas y malas imitaciones de billetes de cien dólares.
Todos estos edificios están vinculados a un hombre: el todopoderoso hermano del presidente depuesto.