Javier Milei llega hoy a su primer año de gestión en una suerte de idilio con la opinión pública. Así lo confirman la mayoría de las encuestas difundidas en las últimas. Han mejorado su imagen personal y la de su gestión. Sin embargo, el punto más cuestionado sigue siendo sus modos, además de la necesidad de que los resultados obtenidos en la macroeconomía comiencen a ser percibidos en los hogares argentinos.
Este fin de semana, la consultora Poliarquía precisó que el principal factor a favor del Gobierno ha sido el fuerte retroceso de la expectativa inflacionaria. De hecho, ese 56% de las personas sondeadas se muestra optimista sobre las perspectivas a futuro del país. Lo curioso es que, en paralelo, el 71% de los encuestados rechaza el estilo agresivo del Presidente.
Haber llegado a estos primeros 12 meses de gestión con niveles elevados de aceptación causa sorpresa entre los especialistas. En particular, por la severidad del ajuste aplicado y por su liderazgo, cuando menos novedoso y disruptivo para la historia reciente del país. Es decir, evalúan los analistas políticos, la sociedad soportó mucho mejor de lo que se hubiesen imaginado las medidas de reducción del gasto dispuestas por el Presidente. “Milei quemó los manuales”, reflexionó Andrés Malamud para LA GACETA. “Consiguió ganar, ajustar y mantenerse popular, una tríada antes imposible”, amplió el experto.
En efecto, la caída de la inflación y la confianza en alza de que los precios se mantendrán estables o que bajarán han ido modificando el humor de una parte de la sociedad en este último tiempo, permitiéndole llegar a este 10 de diciembre con altos niveles de aprobación. “El Gobierno alcanzó un superávit fiscal, demostrando una capacidad técnica y política que muchos consideraban inalcanzable para un outsider sin experiencia de gestión”, aportó Alejandro Catterberg, director de Poliarquía. “Sin embargo, no todo es positivo. Su estilo de liderazgo, marcado por el personalismo, la agresión, el desapego institucional y una retórica polarizadora y populista, genera inquietud sobre el fortalecimiento de las instituciones democráticas”, advirtió.
Sin embargo, las luces amarillas están encendidas de manera permanente para el líder de La Libertad Avanza. Porque pese a la mejora en las expectativas, todavía hay disconformidad y malestar en un sector importante de los argentinos. Según estos mismos sondeos, el 65% de los consultados no cree que la recesión haya terminado y que el país haya comenzado a crecer. Es decir, los grandes logros obtenidos en domar los lineamientos generales de la economía aún no se han trasladado hacia los hogares.
De la misma manera, el estilo de conducción de Milei acobarda a muchos argentinos. Llegó como un outsider, se consolidó como un economista anti Estado y se autoerigió como una celebridad internacional. Con esas facetas y su postura confrontativa, destrozó las tradiciones políticas argentinas. Generó temor y admiración, y logró imponer su agenda en estos 365 días, a pesar de su extrema debilidad parlamentaria.
En este período de contrastes, Milei impuso una agenda internacional diferente: realineó Argentina con Occidente, en particular con Estados Unidos y con Israel. También avanzó con desregulaciones y desarticuló la agenda en materia de derechos humanos: no tuvo problemas en chocar con organizaciones feministas o posiciones más tradicionales para este país en cuanto a DDHH o logros sociales.
Así, hay muchas incógnitas respecto de lo que puede suceder en el corto plazo, en particular porque 2025 es un año netamente electoral. Pero el balance del primer año podría resumirse en dos caras: una administración del Estado con resultados sorprendentes en poco tiempo pero también de contrastes. Los desafíos por delante pueden llegar a marcar cuál de los dos rostros será el definitivo de La Libertad Avanza.