“Vamos a estar con Allier Díaz Ferrer en la guitarra, y con Rocío Coronel y su cuerpo de baile. Tengo el gusto de que ella me convoque; es un placer presentar esta música tan bonita que es el flamenco, y que llega al corazón. Como toda música, te tiene que gustar, pero la danza, la música y el cante, atrapan a las personas; es muy difícil que se resistan a lo que es pura pasión”.

Lo dice Argentina Cádiz, quien hoy pondrá su voz en el tablao flamenco que se va armar a las 20.30, en la Sociedad Panislámica (Santiago del Estero 761), organizado por el Centro Andaluz Federico García Lorca. 

- ¿Tu nombre es real o artístico? ¿Sos gitana de origen?

- Mi nombre real es Argentina Cádiz. Soy gitana por los cuatro costados y soy la única gitana argentina que canta flamenco. He nacido en la Argentina, pero mi familia vino de Cádiz, de Tenerife, de Alcalá de Henares. Tengo un combo de Andalucía. A mí me trajo mi madre, de encargue, y nací un mes y medio después de su llegada, de ahí mi nombre.

De generación en generación, el flamenco vive en las familias

- Tus raíces son tan fuertes que permanecen vivas en tu habla.

- Sí, en mi familia conservamos todos el habla andaluza. Tengo tres hijos, cinco nietos y todos hablamos igual. Además como el flamenco es trabajo no se va nunca, como la idiosincrasia y la cultura gitana.

- Vivís en Buenos Aires; ¿te dedicás en exclusiva al cante?

- Sí; mi familia es de artistas: mi esposo es guitarrista; mi hijo. percusionista, yo canto; mis sobrinos son bailaores, cantan y tocan percusión también.

- ¿Quién te impulsó a cantar; fue la familia o aprendiste sola?

- Canto desde que tengo uso de razón. No he estudiado cante; lo que hago lo hago por amor a la música.

- La vida cantando en la Argentina; ¿te ha costado mucho empatizar con el público a través del flamenco?

- Cuando una sube al escenario se puede enfrentar con todo tipo de público. Gracias a Dios yo me he encontrado siempre con público cariñoso, que demuestra su amor y que recibe lo que canto con aplausos y hasta con gritos.

- ¿Hacés sólo flamenco o explorás otros géneros también?

- Canto flamenco, pero agrego en mi repertorio tango argentino y boleros. No trato de desmenuzarlos ni de romper sus estructuras. Si alguien ha compuesto una canción tan bella como “Nostalgia”, agregarle otra música no lo veo bien. Con mucho respeto con mi marido la cantamos; a la base de la canción tratamos de incluir algo de lo que somos, con aires flamencos y gitanos.

- ¿Tu estilo de flamenco? ¿Cómo lo definís?

- En el escenario hago un flamenco hondo, un flamenco popular, en una propuesta variada, para que el público salga satisfecho y no se canse.

- ¿Qué te da como artista subir al escenario?

- Pues, cada escenario es totalmente diferente, nunca vas a sentir dos veces lo mismo. Lo que entregas para tu público es lo mejor de ti; es la sinceridad por delante, porque sin sinceridad no vas a transmitir tu arte.

- ¿Cómo y cuándo empezaste a cantar?

- Yo era una “persona normal” en mi casa; el que trabajaba era mi esposo (era guitarrista de Los Tarantos). Un día empezó a trabajar en el famoso restaurante Ávila (en avenida de Mayo 1.300) los dueños le pedían que me llevara a cantar. Esto no pasaba, hasta que se enteró de que había cantado en otro local, espontáneamente. Y de un día para otro, en el Ávila me dijeron: subes ahora. Entonces empecé a hacer teatro, giras, y todo lo que conlleva esta profesión.

- ¿Hay un desarrollo del flamenco en el país?

- Puedo decir que hay muchísimas academias de baile en todo el país, con por lo menos de 30 a 40 alumnos y profesores de gran nivel; es mucha gente. Y a espectáculos como el mío vienen tanto los mayores como los jóvenes.

“Japón es el segundo país con más flamenco en el mundo”

- ¿Es muy difícil aprender a cantar flamenco no teniendo sangre gitana?

- Conozco gente que no es gitana y que lo hace muy bien, como Miguel Poveda, mi referente. Y de la Argentina Maxi Serral, que canta muy bonito.

- ¿Qué vas a cantar hoy?

- Para el baile vamos a hacer unos tangos, unos fandangos de Huelva, unas bulerías, algunas canciones. No llevo nada planeado al escenario: lo que me viene en mente en ese momento se lo pido al guitarrista, tal como se estila en un tablao.