Un hecho inédito se produjo en la última semana. Pasó casi desapercibido, pero el gobernador Osvaldo Jaldo planteó sus primeras discrepancias públicas con la gestión de Javier Milei. Y lo hizo en la víspera de la celebración por el aniversario de la gestión presidencial. ¿Una señal de la tónica que tendrá la relación en el año electoral que se avecina? Para algunos, puede ser un indicio.
El mandatario se subió al rechazo que provocaron en diferentes sectores de la sociedad las restricciones dispuestas por el PAMI a la entrega gratuita de medicamentos a los jubilados. Lejos de la prudencia con la que en este tiempo se venía refiriendo a las medidas nacionales, por más impopulares que fueran, se despachó en contra del ajuste. “Hay mucha gente que hace uso y abuso de los medicamentos pero no hagamos pagar justos por pecadores. A los que menos cobran, no solo no hay que quitarle los remedios, hay que aumentarles las medicaciones”, planteó. “El ajuste no se puede hacer por los abuelos” y “es una medida que el Gobierno tiene que rever y analizar mucho”, fueron otras de sus frases.
Por un lado, su postura exhibe un cambio respecto del alineamiento perfecto hacia la Nación que había mantenido. Por el otro, implica la señal de largada del período electoral. ¿Esto significa que el tucumano dejará el lote de mandatarios dialoguistas para saltar al de opositores? De ninguna manera habrá un volantazo tan brusco, pero la relación sí debería tener a partir de ahora algunos centellazos propios del ruido de una campaña política. Porque, por más buenos modales y acuerdo que haya, el año que viene el tranqueño tendrá que armar una lista de candidatos a diputados propia y enfrentarse a la nómina mileísta en las urnas.
Lisandro Catalán negó un pacto con el kirchnerismo y confió en que se eliminarán las PASODe hecho, la primera incomodidad puede generarse por el tratamiento de la reforma electoral en el Congreso. Puntualmente, por el proyecto para eliminar las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que impulsan los libertarios y al que, según parece, miran con buenos ojos los kirchneristas. Ningún cambio en las reglas de votación se realiza si no es para conveniencia de quien gestiona, y este caso no es la excepción. A La Libertad Avanza le sirve terminar con las Primarias para degradar aún más al cada vez más diminuto macrismo. El PRO de Mauricio Macri necesita de las PASO como herramienta de negociación con sus hermanos libertarios; de lo contrario, quedará a merced de los billeterazos y lapicerazos de la Casa Rosada. El radicalismo es otro espacio que, sin internas abiertas que ordenen el multifacético espacio, terminará sumido en una pelea desgastante. Por un lado, los gobernadores de la UCR, condicionados por mantener una relación con el Gobierno nacional; y por otro, aquellos dirigentes que tienen las manos libres para arrojar piedras.
El gran asunto por estas horas en estos espacios es decidir la conveniencia o no de dar quórum en caso de que se convoque a sesión. Porque el riesgo es enorme: la eliminación de las PASO podría implicar una atomización sin precedentes de la oposición; en síntesis, el escenario ideal para cualquier oficialismo.
Régimen electoral: la eliminación de las PASO reabre grietas internas¿Y el peronismo? A partir de la asunción de Cristina Fernández de Kirchner, el Partido Justicialista ingresó en una etapa de oposición frontal al Gobierno libertario y a un manejo férreo de sus decisiones. Con CFK al frente no hay margen para los disidentes dentro del espacio por la potencia de su presencia. También por una debilidad personal: Cristina necesita consolidarse como la contracara de Milei para capitalizar una eventual candidatura. En especial a partir del guiño que recibió desde la Casa Rosada: es un hecho que no habrá Ficha Limpia vigente antes de que se resuelvan las postulaciones en 2025.
Injerencia directa
Así las cosas, es de imaginar que la ex presidenta pretenderá tener injerencia directa en el armado de las listas del PJ en cada provincia. Y ahí es donde se complica el escenario que había imaginado el gobernador. Las PASO, con la estructura del Estado en su mano, le permitirían a Jaldo medirse con los representantes del kirchnerismo en Tucumán. En caso de triunfar, además, el premio sería doble. Porque además de ratificar su conducción podría asestarle un golpe de gracia a sus rivales locales, encabezados por el senador Juan Manzur, y despejar de dudas el camino hacia 2027.
En cambio, una elección legislativa de mitad de mandato sin PASO implicaría una complicación para su estrategia política. Ocurre que el distrito Tucumán es presidido por Manzur, que tiene línea directa con CFK, y Jaldo no tiene garantizado el control del sello ni de las decisiones de escritorio. Su fortaleza está en el andamiaje institucional de la Gobernación, de las intendencias, de las comunas, de los Concejos y de la mayoría de la Legislatura. En el recinto, aunque hay díscolos en el oficialismo, todos tienen la atadura de que sus familiares administran municipalidades o comunas. Todo un compromiso.
Quizá por eso, hasta antes de que se formalizara el llamado a sesiones extraordinarias para derogar las PASO, en el jaldismo no tenían muchas ganas de que los tres diputados del bloque Independencia (Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y Gladys Medina) se sentaran en sus bancas y levantaran la mano para acompañar a los libertarios. Habrá que ver ahora cómo actúan los representantes del gobernador en la Cámara Baja, atento a la presión que ejercerá la Casa Rosada.
Sin PASO, ambos sectores del peronismo tucumano estarían obligados a consensuar los nombres de la lista y el perfil de la campaña, o uno de los dos espacios debería salir por fuera del PJ y ese es un paso que Jaldo dijo en más de una oportunidad que no tiene intenciones de dar. Por el contrario, ratifica siempre que su idea es presentar candidatos peronistas y que se pondrá al frente del proselitismo. Por mayores definiciones, no obstante, habrá que esperar hasta marzo o abril. Para esa fecha los manzuristas esperan contar con la presencia de Cristina en Tucumán y ya saber con quiénes –y cuántos- realmente contarán para dar batalla. Hasta ahora, el senador Manzur se topó con la dura realidad del abandono de poder al intentar –sin éxito- seducir a legisladores e intendentes “amigos” con la realización de un acto kirchnerista. Quizá por eso en el Instituto Patria se pateó todo para el arranque formal de 2025. También pueden haber influido en la “tregua” las últimas dos señales que envió el jaldismo en Diputados al sindicalismo y a la propia Cristina.
Fernández, Elia Fernández y Medina estuvieron ausentes en las votaciones convocadas para la reforma gremial y para Ficha Limpia. Y ambos gestos fueron destacados por popes cegetistas y por referentes de Unión por la Patria. Por ejemplo, en reunión de Labor Parlamentaria y delante de otros diputados, el presidente del bloque de UxP Germán Martínez le agradeció personalmente a “Tin” no haber dado quórum en la primera convocatoria para debatir el proyecto que impediría candidatearse a condenados en segunda instancia.
Como ya se dijo, que no haya Primarias en 2025 también puede tener coletazos en el oficialismo nacional/oposición tucumana. El fortalecimiento de la imagen del Presidente en la opinión pública es proporcional al entusiasmo libertario por encerrarse y dejar afuera a quienes hasta aquí venían siendo sus aliados, como Fuerza Republicana, el PRO y algunos radicales. Esta semana, el vicejefe de Gabinete de la Nación, Lisandro Catalán, dejó en claro que será un actor determinante en el proceso electoral tucumano, al confirmar que presidirá LLA en esta provincia y que trabajará para construir una alternativa. Si el resto de los aliados quiere acompañar serán bienvenidos; sino, podrán resolver puertas adentro de cada agrupación su situación. “Habrá que ver si llegamos a acuerdos como para generar listas conjuntas”, les avisó. Y para no dejar dudas, planteó: “Vamos a presentar candidatos propios”.
Como se ve, la estrategia mileísta de avanzar contra el PRO y la UCR se derrama en cada provincia: lejos de una vocación aliancista, los libertarios quieren devorarse a sus eventuales colegas. El riesgo es que canibalice un espacio político. Hay experiencias de sobra en Argentina, y particularmente en Tucumán, sobre las consecuencias de una jibarización. Podrían prestarles un poco de atención.