Héctor Romero, de 71 años, es el nombre que acaparó la atención de los medios y la sociedad en los últimos días, al convertirse en el primer detenido en la investigación por la desaparición de María Cash, ocurrida hace más de 13 años. Su figura, rodeada de contradicciones y misterios, despertó nuevas esperanzas en la resolución de un caso que marcó a la Argentina.
Romero se desempeñó como camionero durante varias décadas, un oficio que lo llevó a recorrer diversos puntos de la provincia de Salta y zonas aledañas. Conducía un camión Mercedes Benz con acoplado, transportando mercadería para un empresario que posee supermercados en General Güemes y Joaquín V. González.
Estas rutas eran habituales para Romero, quien vivía en la capital salteña pero pasaba gran parte de su tiempo en las rutas. Su vida cotidiana, aparentemente rutinaria, se vio ligada al caso de María Cash cuando él mismo declaró haber tenido contacto con la diseñadora el 8 de julio de 2011, fecha en que desapareció.
Señalado por testigos, Romero se presentó ante las autoridades poco después de la desaparición de María Cash, declarando que había recogido a la joven en su camión y llevado hasta un destino en la Ruta Nacional 9/34. Sin embargo, las versiones sobre este encuentro cambiaron con el tiempo.
Estas inconsistencias, sumadas a pruebas telefónicas y testimonios de su entorno laboral y familiar, complicaron su situación en la causa.
Su entorno y las sospechas familiares
Romero proviene de una familia numerosa y mantiene relación con sus diez hermanos, aunque uno de ellos, David Romero, realizó declaraciones que sembraron más dudas sobre su posible implicación en el caso. David afirmó que, si Héctor “se había mandado una cagada”, debía asumir la responsabilidad. Esta frase generó revuelo, aunque Héctor negó haber discutido el tema con su familia.
Hasta su detención en la casa de una de sus hijas, Romero llevaba una vida discreta. Vivía en Salta, se mantenía alejado de los reflectores y, según fuentes cercanas, intentaba no hablar del caso que lo vinculó a la desaparición de María Cash.
Sin embargo, su papel como el último en ver con vida a la diseñadora lo mantuvo en el radar de la justicia durante más de una década.