Tal vez Diego Flores haya quedado conforme con el 0 a 0, un punto que deja bien parado a San Martín de Tucumán de cada al duelo revancha de semifinales del Reducido de la Primera Nacional, pero la imagen que dejó el “Santo” en Mendoza no es para nada alentadora. No es tampoco la que piden (y necesitan) los hinchas, luego de ese tropezón doloroso en el “Gigante de Arroyito”.
Los fantasmas de Rosario sobrevolaron el “Víctor Legrotaglie” durante toda la noche. Otra vez, como en esa final contra Aldosivi, se vio un equipo disperso, atontado, inconexo y que tuvo demasiadas dificultades para detener cada uno de los avances de un Gimnasia de Mendoza que no supo cómo transformar en chances concretas de gol las innumerables aproximaciones sobre el arco rival.
Sin Pablo Hernández (se quedó afuera del duelo debido a una contractura), Flores apostó por no tocar demasiado la estructura. Con el ingreso de Lautaro Fedele cambió una ficha pero dejó fijo el 4-2-3-1 que le había rendido buenos dividendos a lo largo de la campaña. Sin embargo el “Santo” nunca logró hacer pie. Ni en el arranque del partido, ni en el complemento, ni con las modificaciones. Nunca.
Nada hizo despertarlo de un letargo que solamente por obra y gracia de Darío Sand, ese héroe gigante que tiene bajo los tres palos, no terminó padeciendo.
Porque Matías Ignacio García y Gustavo Abregú tuvieron mucho trabajo y nunca pudieron estar cómodos. Jeremías Rodríguez Puch y Nicolás Romano hicieron lo que quisieron en esa zona del campo y a partir de ahí el “Lobo” se fue acercando al arco de Sand.
Como en otras tantas jornadas de esta campaña, el arquero correntino fue el único que estuvo a la altura de las circunstancias. Cuando solicitaron de sus servicios, apareció en toda su dimensión. Primero tuvo una dobe tapada espectacular ante Luis Silba y Rodríguez Puch (la jugada terminó siendo invalidada por off side) y en tiempo adicionado mostró toda su categoría para tapar un cabezazo (primero) y una definición a quemarropas (después) a Aaron Spetale.
Ahora, ¿por qué San Martín dejó esta imagen preocupante? Juan Cuevas, Matías “Caco” García y Junior Arias estuvieron ausentes justo cuando el equipo más lo necesitaba. Y a partir de eso, el “Santo” casi no logró tener en su poder la pelota en ningún momento.
Para colmo, los laterales tampoco aportaron a la causa. Axel Bordón estuvo un poco más enérgico en la marca, pero muchas veces se vio desbordado. Lucas Diarte, en cambio, sufrió todo el duelo. Primero con Romano y después de con Leandro Ciccolini.
San Martín fue un equipo ancho y largo. Por eso tampoco hubo conexiones que le permitieran sacar adelante de manera más tranquila el juego.
Los cambios que Flores ideó en el complemento tampoco resultaron. Salvo el de Máximo Levi por “Caco”, el resto fue puesto por puesto y no se tradujeron en buenas impresiones para la visita.
Otro punto flojo en la noche mendocina fue que Gimnasia apeló al mismo plan en todo momento: pelotas al área para ver qué pasaba. Y a eso tampoco pudo encontrarle la vuelta un San Martín que se aferró al punto prácticamente desde que llegó a Mendoza, en la siesta del sábado.
Por cómo jugó, por la imagen que dejó y porque el equipo volvió a dejar la sensación de vulnerabilidad en un partido decisivo, el empate es un premio inmenso para San Martín. Ahora deberá dar un paso más en La Ciudadela para poder llegar a una nueva final. Claro, para eso deberá mejorar y mucho su cara; y sobre todo su templanza.