“Siempre me siento bienvenido en Tucumán”, destaca un sonriente Eduardo Menem. Acomoda entonces sus 86 años en el estudio de LA GACETA y avanza casilleros en el juego que jamás dejará de apasionarlo: el análisis de la actualidad y de sus entresijos. Pero hay una convocatoria relevante de por medio y es el aniversario “redondo” de la reforma constitucional de 1994, Convención que Menem timoneó con una muñeca política elogiada por propios y extraños.
Eran tiempos en los que el poder detentado por la familia Menem trazaba su impronta en el país. Carlos presidía el Ejecutivo y Eduardo movía las fichas en el Congreso, una imbatible pareja de hermanos al servicio de un proyecto que, por esas cosas de la Argentina, hoy recobra protagonismo. Fueron muchos temas para charlar, empezando por los recuerdos de la Constituyente del 94.
- ¿Cómo definiría aquella etapa de la que se cumplieron tres décadas?
- La reforma constitucional de 1994 fue la más legítima y la más democrática de todas las que se hicieron en la Argentina. Hay que tener memoria y recordar que la de 1949 fue derogada por un bando militar, mientras que en la de 1957 fue el poder militar el que la había convocado, con el peronismo proscripto. Esa vez sólo se alcanzó a sancionar el artículo 14 bis, que desde mi punto de vista cobró vigencia cuando nosotros lo incorporamos en 1994. Antes el 14 bis no la tenía porque había sido sancionado con procedimientos espurios.
Inauguran en Tucumán una muestra sobre los 30 años de la reforma constitucional- ¿Cuáles fueron los principales hitos de la reforma?
- La Constitución del 94 marcó un cambio muy grande porque presentamos muchas ideas-fuerza. Entre ellas, por ejemplo, se estableció un nuevo equilibrio de Poderes, atenuando las facultades del Ejecutivo, aumentando las del Congreso y también fortaleciendo la Justicia. Esta división de Poderes es la columna del sistema republicano.
- Había cambios que la sociedad reclamaba, ¿cuáles fueron los más importantes?
- Uno de los principios que nos propusimos fue establecer constitucionalmente la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires y reforzar la autonomía de las provincias. Entonces el sistema federal se vio fortalecido, por ejemplo a partir de la declaración de que los recursos naturales pertenecen a la provincia donde se encuentran. También se facultó a las provincias a formar regiones para el desarrollo y a celebrar convenios internacionales, siempre que no fueran en contra de la de la política del Gobierno nacional.
- ¿Qué pasó con la cuestión de la coparticipación federal?
- Se establecieron las bases para una nueva ley -en el artículo 75 inciso 2- porque la que nos está rigiendo es de 1988 y hay provincias que resultaron muy desfavorecidas. Por ejemplo, La Rioja. Pero estábamos en plenas campañas electorales, así que hubo alguna picardía. De acuerdo con la reforma, la nueva ley tendría que haber salido antes de que terminara 1996 y todavía no ha sido sancionada.
- ¿Qué destaca de aquellas históricas sesiones?
- Todo el arco político del país estuvo representado en la Convención, había 19 bloques. Es cierto que algunos fueron a votar en contra de la reforma, pero con el radicalismo y el justicialismo teníamos los votos suficientes para sancionarla. Entonces el gesto democrático que tuvo la oposición, pese a algunos sectores que se oponían, fue que terminaron aprobándola primero y jurándola después, todo por unanimidad. Nunca hubo en nuestra historia nacional una Constitución aprobada por unanimidad como fue esa.
- Era una Convención de lo más plural...
- Las deliberaciones fueron amplias. Desde el punto de vista de las profesiones había de todo; desde amas de casa hasta un ex Presidente de la Nación; un director de cine... Había economistas, médicos, dentistas, empresarios; por supuesto que lo que más abundaba eran los abogados.
- También personalidades que con el tiempo tomaron otra relevancia, entre ellos juristas que serían jueces de la Corte (Zaffaroni, Maqueda y Rosatti). Y también Néstor y Cristina Kirchner...
- Claro, fue la primera Convención en la que había un matrimonio, y también un padre y un hijo en distintos bloques: Antonio Cafiero en el justicialista y Juan Pablo en el Frente Grande. Ahí había varios ex peronistas, así que no faltaban las pullas y las chicanas. Me acuerdo de un referente del Frente Grande que dio un discurso y del bloque peronista le contestaron: “¿cómo podés hablar así, si cuando estabas con nosotros cantabas ‘Perón, Perón, qué grande sos’? ¿Ahora te pasaste a la izquierda?”
- Queda claro entonces que más allá de estos episodios lo que contó fue el voto unánime...
- Sí. En convenciones anteriores se producían retiros masivos de constituyentes, por supuesto que no se aprobaba nada. Pero la jura del 24 de agosto de 1994 fue impecable.
- Hubo antes un acuerdo político entre el PJ y la UCR, el Pacto de Olivos entre Carlos Menem y Raúl Alfonsín, que habilitó la reelección presidencial. ¿Cree que hoy sería posible un acuerdo semejante?
- Lo veo muy difícil. Los partidos están fragmentados, pese a que en la reforma reconocimos por primera vez en la Constitución a los partidos políticos como elementos fundamentales de la democracia y establecimos una serie de normas en cuanto a su financiamiento, a la capacitación de los dirigentes. Lamentablemente, tiempo después tenemos los partidos fragmentados. Además hay mucho transfuguismo, se van de un partido a otro. Eso ha perjudicado a los partidos, les ha hecho perder la confianza de la gente. Por eso pudo ser elegido presidente alguien que no estaba en ningún partido, un outsider, y eso pasó porque los partidos perdieron importancia y respeto. La gente no está de acuerdo con cómo funcionan los partidos políticos.
- ¿Cuáles fueron las deudas que quedaron pendientes de la reforma?
- Algunas instituciones que se incorporaron no están funcionando a pleno, porque el Congreso no las ha reglamentado como corresponde. Hay cargos que no se han cubierto, por ejemplo el Defensor del Pueblo, que fue un proyecto mío aprobado en el Senado en 1993 y se incorporó después a la Constitución. Hace 15 años que está vacante; lo mismo que el Procurador General de la Nación, al que nosotros le dimos estatus constitucional. Por otro lado, se reglamentó mal la ley de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). Siendo senadora, la señora de Kirchner la hizo sancionar violando la Constitución, entonces hoy es más fácil sancionar un DNU que una ley, que necesita la aprobación desde las dos Cámaras.
- Es un nudo que no se desata, ¿por qué?
- Los mismos kirchneristas están queriendo cambiar esa legislación, ya no les conviene porque no son gobierno. Entonces, justo cuando hay un gobierno que no tiene respaldo parlamentario y por eso necesita los DNU, le quieren coartar esa posibilidad. Son los mismos que votaron a favor de esa reglamentación cuando la propuso Cristina Kirchner. Esos son los contratiempos de los partidos políticos que les hacen perder el respeto de la gente; están un día con una posición y después con la otra de acuerdo a sus intereses, no a los intereses de la comunidad.
- Las declaraciones del presidente Milei siempre fueron elogiosas con Carlos Menem y se habla de un paralelismo entre ambas gestiones. ¿Qué piensa de eso?
- Son épocas distintas. Nosotros recibimos el país con una hiperinflación de casi el 5.000% el último año. Cuando Carlos juró, el 8 de julio de 1989, la inflación de ese mes fue del 200%. O sea que hubo que hacer muchas reformas drásticas, pero lo mismo tuvimos picos inflacionarios, porque no se podía cortar de golpe. En 1990 tuvimos esos picos inflacionarios pero ya habían empezado a actuar las privatizaciones y en 1991 se sancionó la Ley de Convertibilidad, que estableció una estabilidad económica. Los jóvenes no vivieron esa época, pero los precios mantuvieron un nivel parejo hasta 1999, porque se aplicaba la Convertibilidad. Para la elección del 99, Fernando de la Rúa hizo su campaña diciendo que había que mantener la convertibilidad un dólar igual a un peso y Eduardo Duhalde decía que había que salir del modelo, por más que había sido exitoso.
- Bueno, De la Rúa ganó y mantuvo la Convertibilidad...
- Pero fracasó políticamente. Se fue el vicepresidente (Carlos “Chacho” Álvarez) al poco tiempo de asumir y el Gobierno entró en una debacle porque era una alianza en la que no eran compatibles distintas posiciones que había. Eso lo hizo caer políticamente y por supuesto, también económicamente.
- Está por cumplir un año la gestión del Gobierno nacional. ¿Cuál es su primer análisis?
- Más allá de sus modos y de sus modales, creo que Milei está siguiendo el camino correcto. No sólo es achicar el Estado, sino hacerlo más eficiente, porque no se trata de Estado grande o Estado chico: se trata de hacer un Estado eficiente. No el ogro filantrópico al que se refería Octavio Paz (mexicano, Premio Nobel de Literatura) cuando hablaba del PRI, que se mantenía con prebendas y a la larga terminaba mal. Por eso creo que el Gobierno va por el camino correcto, aunque tiene muy poco juego y por carecer de apoyo parlamentario se ha manejado con DNU. Lo importante es que siga así hasta el final de su mandato.
- ¿No lo molestan los enfrentamientos de Milei con distintos sectores, las decisiones en política internacional o las pelas con la prensa?
- Hay un dicho: “el estilo es el hombre”. El estilo de él fue así desde que era candidato, todos lo conocieron así. Es su forma de ser y de actuar, o sea que no es una sorpresa para nadie, como no son una sorpresa las medidas que está tomando porque las había anunciado en la campaña electoral. Bueno, lo habrán votado precisamente por esas promesas que hizo y que en alguna medida está cumpliendo, porque por lo menos tiene algunos resultados económicos buenos. Ha bajado mucho la inflación, que todavía es alta, pero al 25% que había en la época de Sergio Massa como ministro al 2 y pico que salió el último mes... Además ha producido algunos cambios importantes en materia de gestión en el Estado. Habrá que ver cómo puede seguir manteniendo ese apoyo de la gente.
- ¿Cuáles son los principales desafíos que afronta?
- Por supuesto que hay situaciones difíciles todavía con la pobreza, que de todos modos el kirchnerismo había dejado en más del 40%. Subió un poco más en los primeros tiempos de Milei y pienso que con la baja de la inflación ahora va a bajar. El peor flagelo que puede sufrir un país es la inflación, porque es un impuesto -sin llamarlo impuesto- que afecta a los más pobres, a la población vulnerable.
- ¿Cómo ve al presidente de la Cámara de Diputados?
- Bueno, me comprenden las generales de la ley porque Martín es mi hijo (risas). Él entró en la política prácticamente junto con Milei, porque antes de 2019 nunca había hecho política, tiene una empresa industrial. Eso sí, nos había seguido de cerca a mí y a su tío Carlos. Le toca presidir Diputados, una Cámara difícil de llevar porque el oficialismo no tiene un bloque grande que pueda apoyarlo mucho, pero se la está ingeniando. Creo que lo lleva bastante bien porque además tiene buena relación con todos, más allá de algún encontronazo ocasional. Esa es la forma en la que vio que Carlos y yo hicimos política, porque en definitiva entendimos que la política es para solucionar los conflictos, no para agravarlos ni para crearlos, que es de la doctrina del kirchnerismo.
- ¿En ese sentido su hijo cumple el legado del apellido Menem?
- Hay un libro de Umberto Eco que se llama “Crear al enemigo”; bueno, ellos crean al enemigo, pero eso no es política. La política es tratar de solucionar los problemas de la gente buscando el bienestar de todos, no generando conflictos. Martín lo entendió así también.
- De su paso por Tucumán, ¿que se lleva del actual Gobierno?
- Valoro la gestión de Osvaldo Jaldo. Él ha visto que es necesario apoyar al Gobierno porque lo que interesa aquí no es que sea de este partido o del otro; lo que importa es respaldarlo porque tiene las mejores intenciones de cambiar las cosas.
- ¿No rescata nada positivo de las gestiones que pasaron?
- El país se iba al precipicio por la forma en que lo dejaron los kirchneristas, con las instituciones deshechas, con un manejo de la economía tremendo, con el verdadero desastre de un ministro de Economía como Kicillof que nos metió una deuda de 16.000 millones de dólares al estatizar YPF y con otras deudas en el Ciadi, que es donde se resuelven los conflictos. También por la picardía que hicieron con los bonos cuando intervienen el Indec, que era una institución respetada en todo el mundo. Como al kirchnerismo no le daban las cifras lo interviene Guillermo Moreno y empiezan a falsear diciendo que tenían menos pobreza que Alemania. En fin, ahora quienes tenían los bonos atados al crecimiento del país le están haciendo juicio al Estado y ya hay una sentencia en contra de la Argentina por esa picardía de falsear los datos.
- ¿Y qué pasa entonces con el peronismo?
- Yo sigo siendo peronista, pero peronista no contaminado por el kirchnerismo, que ha destruido al partido, así como destruyó al país.
› El protagonista
Nacido en La Rioja el 30 de abril de 1938, Eduardo Menem es abogado y acredita una extensa carrera en la función pública, que inició como interventor federal de su provincia por un breve período en 1971. Fue senador nacional por La Rioja durante 22 años, entre 1983 y 2005, y Presidente Provisional de esa Cámara a lo largo de 10 años (1989-1999), período que coincidió con la Presidencia de la Nación de su hermano Carlos. Encabezó además la Convención Constituyente de 1994. Martín, uno de sus hijos, es el actual presidente de la Cámara de Diputados.