Por Sergio Silva Velázquez
Para LA GACETA - BARCELONA
“Intento no autoexplotarme. Gestiono los proyectos que tengo en marcha, procuro enfocarme en el libro que escribo porque el resto de mi tiempo lo dedico a mi familia”. Por eso no permanece más de cuatro días fuera de casa cuando viaja a América o dos, si su periplo es en Europa.
El mundo de producción y divulgación cultural del catalán Jorge Carrión es transversal en audiencia y se macera con ensayos, novelas y guiones. Pero incluye los podcasts Solaris y Ecos, la serie Booklovers filmada en cinco ciudades, y los comics Warburg & Beach, Samuel & Beckett, en su abanico de lenguajes. A eso suma ser profesor del Máster en Creación Literaria en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con José María Micó y en el que participan escritores de la talla de Leila Guerriero, Samanta Schweblin y Martín Caparrós.
“¿Sabes que Martín se está muriendo de ELA?” me dice agarrándome con la guardia baja. Es la exclusiva que dará Carrión al día siguiente en el periódico La Vanguardia que conmoverá a propios y extraños. Así empieza Antes que Nada, las memorias del gran cronista argentino: “Me dijeron que me voy a morir”. Porque Carrión procura sintonizar su tiempo y entenderlo pero también, versátil, puede ser capaz de adelantarse.
El lanzamiento de Los Campos Electromagnéticos (2023, Caja Negra), le permitió comprender de qué irían los futuros chat GPT 3 y 4 a partir de experimentar la escritura artificial y especulativa de ensayos con el GPT 2 y GPT 3. Cuando le recuerdo que el escritor Benjamín Labatut (Maniac, Un Verdor Terrible) afirmó que la IA no podría suplantar la escritura de un humano en su compleja trama de capas neuroemocionales retruca: “en realidad, ya lo está haciendo. Y falta poco para que sea más”.
-¿Cómo es procurar abarcar toda la oferta cultural y tecnológica? Alessandro Baricco planteó “navegar la superficie” ¿Alguna vez sentiste que no conseguías lo que querías?
-No me planteo la vida en términos clásicos de objetivos, de éxito o fracaso, simplemente leo todo lo que me interesa. Empecé con literatura y ensayo, luego llegó lo demás. Escribí Teleshakespeare (2011 y reeditado en 2024) sobre la “tercera edad de oro de la tv que terminó con la última emisión de Juego de Tronos, en 2019. Pero la literatura tiene una capacidad de contar el conjunto coherente, analizado y narrado que permite entender fenómenos que vives en tiempo real y ocupa un rol preponderante frente a la realidad multimediática. Por eso ahora publico Las Huellas (Galaxia Gutemberg) que reúne cuatro piezas de ficción.
-¿Qué idea tienes de las aplicaciones que hacen resúmenes de libros en 15 minutos?
-Por un lado es un fenómeno muy nuevo, se han convertido en un mercado importante, en Amazon se venden miles de resúmenes de libros, a menudo vulnerando el derecho de autor porque están hechos con IA y eso es extraño porque parte del aprendizaje debería ser saber tú mismo resumir, saber asimilar lo que lees. Se vincula con la idea de “éxito” para apropiarte de contenidos. Es como escuchar al paso un audio de Whatsapp o ver una película más rápido. También hay que decir que los resúmenes son antiguos y en la Edad Media había estudiantes que recortaban fragmentos de libros. La enciclopedia nace en el siglo XVII, se consolida en el XVIII y es una suerte de resumen, de modo que el humano ha resumido siempre para conocer.
-¿Cómo te llevas con la cultura de lo efímero y urgente?
-Los métodos tecnológicos actuales de aprendizaje como Duolingo tienen éxito a nivel básico al menos. Está bien respecto a poder interactuar con otras culturas pero, en general, el conocimiento, el estudio y el aprendizaje es lento y hay que solidificarlo en tu memoria o cerebro. Y, efectivamente, eso es difícil en un mundo con tantos estímulos fugaces. Hay un combate entre la velocidad de la tecnología, de zapping -en la que todo resbala- y la velocidad humana cultivando la paciencia, la atención, la profundidad.
-¿Ves que la segmentación y la algoritmización sigan en alza? Uno de los temas de tus ensayos es el ejercicio del pensamiento crítico…
-Estoy muy contento de haber hecho el experimento de Los campos electromagnéticos. Cuando llegó el chat GPT yo tenía una formación y había reflexionado sobre ello. No es lo normal: para la mayoría llegó como Instagram, sin ningún background, como antes Facebook o YouTube. Entramos en las redes sociales sin preparación, sin mapeo previo. Deberías conocer lo básico de los algoritmos y por eso defiendo los espacios analógicos como los centros culturales o las bibliotecas donde tienes que encontrar recursos para poder entender el mundo digital. En el mundo físico, con los libros en papel, puedes tener acceso a la información, a la reflexión, al conocimiento que te permite posicionarte de otra forma en el mundo virtual.
-¿Qué sitios recomiendas en la ensalada del mundo virtual?
-Hay proyectos narrativos fundamentales. El más importante para mí ahora es Forensic Architecture, un estudio forense de antropólogos, periodistas, diseñadores, ingenieros que analizan casos de asesinatos o violencia de Estado, de incidentes bioquímicos o militares y lo representan con proyectos de realidad virtual 3D, de reconstrucción, de infografía y métodos muy sofisticados. Nos encontramos en plena crisis de la prescripción cultural del algoritmo. Netflix y Spotify quisieron suplantar al crítico y a la prensa cultural: han fracasado y eso hace que busquemos ese tipo de datos. Forensic Architecture es muy conocido en ciertos niveles, en cambio, para otros lectores interesados en el siglo XXI, es invisible.
-¿Tu visión de la Argentina política actual está a tono con otros movimientos de América y Europa? Y…¿cómo ves el futuro de tus hijos?
-Sin tener formación en ciencia política veo que se ha impuesto en el mundo el paradigma de la posverdad. Los hechos valen cada vez menos lamentablemente, como la verdad y la ciencia. Recientemente, con el huracán de Florida, algunos influencers hicieron correr la teoría de que había sido Joe Biden quien “había provocado el desastre con unos lasers” y millones de personas se lo creyeron. Es un momento difícil. Nunca habíamos estado tan desarrollados científicamente pero, de algún modo, circula un pensamiento medieval, pre ilustrado, que las redes sociales amplifican. En Los Huérfanos y Membrana hablé del auge de la ultraderecha y, de algún modo, ese tipo de figuras populistas de derecha o izquierda no se entienden sin las redes sociales. El padre del fenómeno podría ser Berlusconi, al que no se entiende sin la televisión. Allí hay una genealogía de ese tipo de figuras que tienen en común que son masculinas y negacionistas. Me contagié de ese panorama y por eso esas novelas representan escenarios apocalípticos donde se extermina la humanidad. Por esas distopías escribí luego Todos los museos son novelas de ciencia ficción. Desde que nacieron mis hijos, estoy en una fase de pensar narrativas que, sin ser inocentes o ingenuas, encuentren un escenario más esperanzador. Imagino vías de integración y ayuda con la IA; hay que tomar en serio el cambio climático, entender que somos una red de agentes humanos y no humanos y buscar modos de cooperación a la hora de construir ese otro futuro para nuestros hijos.
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PERFIL
Jorge Carrión (Tarragona 1976) es periodista, crítico cultural, ensayista, novelista y creador de contenido audiovisual. Doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra. Entre sus obras se destacan Librerías (2013), Contra Amazon (2019), Lo Viral (2021); la novela Membrana (2021), el podcast Solaris (2022), la miniserie Booklovers (2023), Los Campos Electromagnéticos (2023), el comic Samuel & Beckett (2024) con el ilustrador Javier Olivares, Las huellas (2024), que reúne cuatro novelas, y el newsletter Solaris.