Marisol Zen, de 18 años, confiesa que nunca estuvo muy convencida sobre la utilidad que tenía la filosofía. Hasta que en el último año del colegio le ofrecieron hacer un ensayo a cambio de “zafar” de un examen trimestral. Le pareció tentador. Y gracias a ese trabajo terminó ganando el primer lugar en la instancia provincial de las Olimpíadas de Filosofía y ayudando a sus pares, los jóvenes. 

Ahora Marisol ha cambiado su forma de pensar. Apuesta al asombro y a la duda, ha desarrollado su capacidad de interrogar las cosas que se presentan como naturales, se plantea preguntas a diario. Y ve en las crisis existenciales una gran oportunidad. Precisamente sobre este último punto es el ensayo que llevó a cabo y que fue elegido como el mejor trabajo de filosofía.

Los jóvenes, hoy: "Guía para tener una buena crisis existencial"

“Lo único que sé con certeza sobre mí misma es mi nombre”, arranca Marisol en su escrito, que tituló “Guía para tener una buena crisis existencial”. Desde Platón, Aristóteles y Descartes hasta Sartre. Varios pensadores pasaron por su ensayo, el cual describe cuatro pasos que sirven  para sacarle provecho a esas crisis capaces de afectar la estabilidad de cualquier persona que de repente siente un vacío en su vida.

Zen, que es alumna del colegio Nueva América, participará en la instancia nacional de las Olimpiadas el 11, 12 y 13 de diciembre. Frente a la encrucijada de elegir una carrera, Marisol ya sabe que estudiará Administración de Empresas y luego seguirá en busca de su verdadera vocación, que es Comercio Internacional. En la entrevista con LA GACETA, habló sobre cómo se sienten los jóvenes hoy.

- ¿Te gusta la Filosofía?

- En realidad la filosofía no era mi materia preferida. Mi profesora un día me preguntó a mí y a otras compañeras si nos interesaba participar de las Olimpiadas, solamente había que hacer un ensayo, y podríamos no rendir un examen trimestral. Eso me impulsó a decir que sí. La profe nos comentó que era respecto de las crisis existenciales y me llamó la atención el tema. Pensé que podía hablar porque es algo en lo que pienso muy seguido y también tuve mis crisis durante la adolescencia. Entonces, bueno, en una tarde me senté tranquila en mi habitación y empecé a escribir. No me resultó difícil encarar el tema porque suelo sentarme y pensar en mis cosas, en cómo soy, en lo que me gusta, en lo que no, en lo que me está pasando y cómo me estoy sintiendo al respecto. Prácticamente me hago terapia a mí misma. Y eso fue un poco el disparador de la guía que armé.

- ¿De qué trata la guía?

EN ACCIÓN. Marisol durante las Olimpíadas de Filosofía, leyendo su guía para crisis existenciales.

- Escribí cuatro pasos. Y al final de cada paso pongo pequeños tips. Quise hacer algo sencillo. Aunque las crisis existenciales no son para nada sencillas. La idea con esta guía es que uno mismo se provoque una crisis. Por ejemplo, el paso uno es realizarnos una pregunta para crearnos una duda y así encontrar un problema. En el paso dos debemos llegar a lo más profundo de nosotros, de nuestro ser, hasta la semillita de lo que somos. Y para hacerlo hay que cuestionar absolutamente todo aspecto de nuestra vida. No hay que quedarnos con una respuesta, en lo superficial, sino ir avanzando, ir preguntando más cosas. Eso nos permite conocernos mejor, que esa es la finalidad de las crisis.

- ¿Creés que son imprescindibles la crisis existenciales?

- Estas crisis son importantes tenerlas para llegar al autoconocimiento, para reconocer nuestras fortalezas, nuestras debilidades, lo que nos gusta, lo que no, e ir cambiando. Para los japoneses una crisis es sinónimo de oportunidad. Me gustó mucho ese punto de vista

- ¿Qué cosas destacaron de tu trabajo?

- Me dijeron que era original este ensayo, sobre todo por el hecho de haberlo realizado en forma de guía.

- ¿Y qué filósofos tuviste en cuenta para tu ensayo?

- A Sócrates y a Descartes, que ya lo habíamos visto en clases. La profesora me pasó artículos de diferentes filósofos del existencialismo y de ahí fui eligiendo, tomando más o menos lo que más me interesaba de lo que decían. Puse aquí, por ejemplo, a Karl Jaspers y en Jean-Paul Sartre. De él he tomado su definición de las situaciones límite, de cómo se pueden a partit de ellas lograr el autoconocimiento. Sin embargo, aclaro en mi ensayo que no es necesario atravesar un momento crítico o situación límite, también el autoconocomiento se puede lograr en una tarde tranquila. De Sartre he tomado el concepto de que el hombre está condenado a ser libre. Justamente estamos condenados a nuestras propias decisiones y condicionados por eso. Me sentí muy identificada.

- Leer estos autores, ¿te cambió la forma de pensar algo?

- Prácticamente todo lo que he escrito y he leído lo hice desde mi punto de vista. Diría que sí cambió mi visión hacia la filosofía en general, porque no me gustaba ni me interesaba. Durante todo el proceso, participar de cada instancia y de escuchar de los otros ensayos de mis otros compañeros participantes, me hizo verle el otro lado, que tenía un prejuicio de y sí me terminó gustando. Le vi la utilidad, porque una de mis críticas era por qué los hombres tienen que sentarse y preguntar el porqué de todo y no conformarse con una respuesta, y darle la vuelta y enredarse. Pero después me doy cuenta que yo misma también busco saber el porqué de las cosas. Reflexionando y al final de mi ensayo pongo que la filosofía, a fin de cuentas, es una herramienta que necesitamos en sociedad para reflexionar sobre nuestros actos. Y no solo es a nivel individual, sino social.

Los jóvenes, hoy: qué cosas preocupan

- ¿Cuáles son las cosas que te preocupan de los jóvenes o que creés que tenemos que pensarlas más como sociedad?

- Y bueno, justamente estoy en una crisis existencial respecto a este cambio, a esta transición que estoy por hacer: el hecho de entrar a la universidad es un cambio muy drástico de mi realidad y me fui haciendo más consciente de todo lo que está sucediendo. Considero que como sociedad hay que reflexionar y tener más en cuenta lo que significa este cambio y esta transición para los jóvenes. Hemos hablado mucho con los otros participantes de las olimpiadas y todos coincidimos en que tenemos mucha presión.  No es que no nos comprendan. Pero creo que hay que reflexionar en cómo apoyarnos.

FELIZ. Marisol posa junto al piano en su casa. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

- ¿En qué sentido sienten presión?

- Hoy en día se habla mucho de la eficiencia, de que tenés que hacer, hacer, hacer. Porque si te quedas quieto te lleva la corriente. Entonces si adolescente quizás, no se encuentra listo para este gran salto, todo el mundo se le viene encima de que no podés estar sin hacer nada. Hoy en dís casi todo se trata sobre la plata. Entonces, cuando estás viendo tu vocación te dicen esta carrera no te da plata, no tenés buena salida laboral, te conviene, no te conviene. Hay que cuidar los comentarios que se nos hacen. Capaz tienen razón, pero hay respetar la vocación. Hoy la vocación es algo que está faltando y que está siendo invisibilizada por otras cosas como la plata, o el hecho de hacer algo exitoso, porque prima la fama, el conocimiento y la exposición.

- Y vos, ¿cómo te llevás con ese planteo de tu vocación?

- En mi caso yo había decidido que quería estudiar comercio internacional. Y estaba feliz, contenta, sabiendo que tenía una respuesta a la pregunta de ‘qué vas a hacer'. Pero me encuentro con la dura realidad de que como esta carrera está en la universidad privada, económicamente no voy a poder. estudiarla. Fue un choque. Y ahora estoy viendo que, como segunda opción, voy a estudiar en la UNT, Administración de Empresas; ya me estoy preparando para el ingreso. Y luego iré viendo durante mis estudios, si me paso y rindo equivalencias o termino la carrera y luego hago un posgrado.

- ¿Te imaginabas todo lo que estás viviendo?

- No lo podía creer porque vi los otros ensayos de los chicos y me encantaron. Cuando dijeron mi nombre, me temblaban las piernas, estaba casi a punto de llorar. Le agradecí a mi profesora, Carla Ávila, por el impulso, por la ayuda y que me haya acompañado y ayudado en el proceso. Ojalá hubiera muchos docentes que impulsaran a sus alumnos en lo que vean del potencial de cada uno.