La calidad del sueño es mucho más que una cuestión de bienestar pasajero: dormir bien es fundamental para la salud física, mental y emocional. Durante la noche, el cuerpo realiza procesos esenciales que solo se activan en las etapas profundas del sueño, como la reparación celular, la consolidación de la memoria y la regulación del estado de ánimo. 

Los estudios destacan que quienes mantienen una rutina de sueño saludable presentan un sistema inmunológico más fuerte, mejor capacidad de concentración y menor riesgo de padecer enfermedades crónicas. Entonces, ¿qué le sucede al cerebro después de una mala noche de sueño?

Cómo evitar los trastornos de sueño y hacer que dormir mal no sea una opción

Después de una mala noche de sueño, el cuerpo acusa recibo con señales de fatiga, falta de concentración y mal humor. Sin embargo, los efectos de una noche de descanso insuficiente van mucho más allá del cansancio evidente: afectan directamente al cerebro.

¿Qué le sucede al cerebro después de una mala noche de sueño?

Uno de los efectos más notorios de la falta de sueño es su impacto negativo para la memoria y el aprendizaje. Durante el sueño, especialmente en la fase REM (Rapid Eye Movement), el cerebro procesa y consolida la información adquirida durante el día. 

Theresa Schnorbach, psicóloga y científica del sueño, explicó: “Cuando nos privamos del sueño, disfrutamos menos de las primeras etapas reparadoras, la etapa de ‘sueño ligero’ que ayuda a mejorar la memoria, el aprendizaje, el tiempo de reacción y el razonamiento logístico”. En consecuencia, esta privación puede llevar a un deterioro de la función cognitiva, haciendo que cueste más recordar información y aprender cosas nuevas.

La falta de sueño también puede provocar alteraciones significativas en el estado de ánimo. Schnorbach comentó al respecto: “Durante el REM, las concentraciones de la sustancia química noradrenalina, asociada con el estrés y la ansiedad, se desactivan dentro del cerebro mientras que la amígdala y el hipocampo (las estructuras del cerebro asociadas con las emociones y la memoria) se reactivan, lo que permite reprocesar los recuerdos perturbadores en un estado libre de estrés y, por lo tanto, ayuda a curar heridas emocionales”. 

Sin un descanso adecuado, estos procesos se interrumpen, llevando a una peor regulación de las emociones. Esto explica por qué la irritabilidad, la ansiedad y la depresión son más comunes en personas que no duermen lo suficiente.

No descansar bien afecta la capacidad de concentración y el rendimiento cognitivo. “Es por eso que a menudo sentimos que nuestro juicio y nuestra capacidad de atención disminuyen o que es más difícil pensar después de dormir mal”, señaló la especialista. La somnolencia durante el día reduce la atención y la capacidad de tomar decisiones, lo que puede llevar a errores en el trabajo y un menor rendimiento académico.

El ciclo del sueño se divide en varias etapas, cada una de las cuales cumple una función específica en la reparación y el mantenimiento del cerebro. La fase REM es crucial para la memoria y el aprendizaje, mientras que las fases de sueño profundo son esenciales para la recuperación física y la regulación del metabolismo. 

Interrumpir estas fases puede tener efectos perjudiciales acumulativos en el cerebro y el cuerpo. “Si estás dando vueltas en la cama toda la noche, estos procesos se interrumpen, lo que lleva a una peor regulación de las emociones”, añadió Schnorbach.