“¿Qué, ya se están por ir los jugadores? Justo pasaba y vi el portón abierto”, exclamó un hincha que llegó a La Ciudadela apenas ocho minutos antes de que los dos colectivos, casi repletos, partieran rumbo a Rosario para la gran final de la Primera Nacional contra Aldosivi.
Pocos seguidores del “Santo” sabían que el plantel saldría el jueves, cerca de las 20.30, debido al hermetismo que Diego Flores decidió mantener en la previa. La intención era evitar distracciones y mantener a los “albirrojos” enfocados en el partido decisivo del domingo. Lejos de aquellas multitudinarias despedidas, como la del ascenso al Nacional B en 2016, esta vez la salida del equipo fue discreta. Los integrantes de la delegación “santa” llegaron al estadio en vehículos particulares y taxis.
Cerca de las 19, Gonzalo Rodríguez fue el primero en aparecer. El oriundo de Aguilares bajó la ventanilla y se tomó un momento para sacarse fotos con algunos hinchas, quienes al notar su llegada esperaban llenos de expectativas. “¡Mucha suerte, ‘Turbo’! Vos sabés cómo se juegan estos partidos”, le dijeron al delantero.
Pocos minutos después llegaron Junior Arias y Juan Orellana. A través de los vidrios polarizados, ambos saludaron a los hinchas en el portón. A pesar del día gris y los fuertes vientos que presagiaban lluvia, el plantel irradiaba optimismo.
Nicolás Moreno y Alan Cisnero incluso arribaron sonriendo en el Fiat Uno de “Chuny”.
Mientras que a las 19.16, Gustavo Abregú y Guillermo Rodríguez se sumaron. El mediocampista, posible titular el domingo, conducía el auto y, al acercarse al portón, recibió un cálido abrazo del fanático Cristian Iviris.
“Me enteré de que se iban hoy porque me lo comentó un jugador amigo”, explicó Iviris a LA GACETA. “Corrí desde el trabajo porque imaginaba que todo esto iba a estar repleto. Parece que prefirieron no decir nada por una cuestión de cábala”, bromeó el fanático, que lucía ansioso una camiseta de San Martín.
“¡Mirá, ahí está Lucas Diarte! Si tan sólo me dejaran pasar, le pediría una foto”, exclamó con algo de nostalgia. Claro; todos los jugadores -se presentaron los 31- estaban tan cerca, pero a la vez lejos.
El momento más insólito llegó apenas veinte segundos después. Lautaro Fedele arribó en un taxi conducido por un hincha de Atlético. Sin mediar palabras y a las apuradas, el chofer dejó al delantero en La Ciudadela y se retiró con la casaca del “Decano”. Lejos de caer en el folklore futbolístico, el taxista mantuvo la calma, cumplió su trabajo y partió.
Mientras los movimientos eran incesantes puertas adentro, con los utileros cargando la indumentaria. Flores, ansioso, caminaba de un lado a otro para no dejar escapar ningún detalle.
En medio de la lluvia, un hincha llegó en moto junto a dos niños, y al bajar, levantó el asiento para sacar una bandera. “Agárrenla, sin miedo. Muéstrenla, para que sepan que les estamos haciendo el aguante”, dijo en voz alta. “Soy el papá de Ulises Vera”, comentó Juan Carlos, orgulloso del momento que vivirá su hijo el domingo.
“No hay lluvia ni sol que me frene; siempre busco el momento para venir a despedirlo”, dijo Vera. “Recuerdo el primer día que lo traje aquí. A veces veníamos en remis, en colectivo, o yo lo traía en la motito junto con su hermano Joaquín. Esos recuerdos siempre vuelven, como cuando lo llevaba al complejo al inicio de todo”, añadió Juan Carlos, quien ya tiene todo listo para viajar a Rosario. “Nos vamos el sábado a la tarde y seremos varios. Mi cuñado, José Miguel Rojas, le preparó una bandera enorme que mostraremos en el estadio. Es una sorpresa para él”, anticipó el padre del “Mocho” Vera, quien llegó acompañado de su hijo Joaquín y su sobrino Rodrigo. “Vivir esto es un sueño, algo que él siempre buscó. Mi señora y yo nos emocionamos mucho cuando debutó profesionalmente. En casa somos devotos de la Virgen del Valle. Cada receso vamos a Catamarca, y esta vez llevaremos una promesa para Rosario”, aseguró.
La mayor emoción llegó a las 20.13. Con todo el plantel arriba del colectivo, el chofer sacó una camiseta de San Martín y la colocó sobre el volante.
“Con la ilusión como bandera”, dijo un hincha en voz alta al ver esa simbólica acción.
Los motores se encendieron, y ambos colectivos avanzaron entre aplausos, bocinazos y golpes a las ventanillas.
A pesar del hermetismo y la tranquilidad que se buscó para la partida, el “Santo” se hizo escuchar. Los jugadores cantaron con fervor, y un puñado de hinchas despidió al equipo, que partió rumbo a Rosario con la esperanza de volver con el premio mayor.