MIAMI, Florida.- Cada vez más lejos de todo esfuerzo por atraer a los votantes moderados,  el candidato republicano ha intensificado sus provocaciones, diatribas incendiarias e insultos a pocos días de las elecciones presidenciales estadounidenses. La estrategia de Donald Trump parece extraña, sobre todo cuando su rival demócrata llama a los votantes republicanos indecisos a unificar el país y a dejar atrás “el caos”.

En los últimos días, Kamala Harris ha encadenado actos con la ex congresista conservadora Liz Cheney, que repudia a Trump.

La candidata de 60 años ha dejado de hablar de algunas cuestiones, desde el clima a las armas de fuego, para alejarse de una imagen “demasiado progresista” , en unos comicios que podrían decidirse por pocos miles de votos.

Trump hace todo lo contrario. En sus actos, muchos de ellos multitudinarios, el republicano envenena su retórica cada día.

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Llama “asesinos” y “terroristas” a los migrantes, dice que “envenenan la sangre del país” y los acusa de comerse las mascotas de los estadounidenses.  No se priva de tildar a Harris de “estúpida”, dice que debería “pasar un test cognitivo” o de “vicepresidenta de mierda”. No ha hecho nada para reconquistar a ex colaboradores que lo critican, desde su antiguo vicepresidente, Mike Pence, hasta su ex jefe de gabinete John Kelly, quien esta semana afirmó que Trump encaja en la definición de fascista. Julian Zelizer, politólogo de la Universidad de Princeton, ve la retórica agresiva de Trump como una táctica deliberada para eclipsar a su rival. “Tratar de atraer al centro no tiene sentido” para él, sostiene Zelizer. Además su retórica agresiva y machista le ha ayudado a ampliar su atractivo entre un grupo que no estaba entre sus objetivos: los hombres jóvenes.