“Rosario siempre estuvo cerca”, mencionó un hincha de San Martín de Tucumán con picardía, haciendo referencia a la canción de Fito Páez, “Tema de Piluso”, mientras guardaba sus dos boletos en el bolsillo, como si fueran el tesoro más preciado del mundo. A pesar del calor sofocante del mediodía del martes y de las paredes ardientes del estadio, que dificultaban hasta apoyarse para aliviar la espera, una larga fila de almas resistía, protegida apenas por sombrillas y banquetas de plástico. Después de mucho tiempo, el “Santo” tendrá la oportunidad de dejar atrás años de sinsabores al enfrentarse este domingo a Aldosivi, y nadie quiere perderse esa gran definición.
La espera para asegurarse un lugar en el “Gigante de Arroyito”, que para algunos comenzó a las 21 del día anterior, estuvo marcada por el optimismo y las expectativas.
“El domingo, cueste lo que cueste” y “Ciudadela, yo te ofrezco mi vida por volver a Primera”, fue el cancionero elegido por los fanáticos. A ese imponente bullicio, lo acompañaban los aplausos de los presentes y las bocinas de los vehículos que decidieron sumarse a la fiesta. Muchos de ellos, sorprendidos por lo transitada que se encontraba toda la manzana. Claro; la fila india empezaba en José Rondeau, pasaba por Carlos Pellegrini y terminaba en las boleterías del estadio, ubicadas entre la intersección de calle Simón Bolívar y Benjamín Matienzo.
Se habilitaron siete ventanillas para los hinchas, divididos en tres filas: socios, quienes tuvieron prioridad; personas con carnet de discapacidad; y aquellos que querían ponerse al día con la cuota social.
Aunque la fila avanzaba lentamente y generaba algo de descontento, cada paso estaba lleno de emoción palpable. La piel erizada y el corazón latiendo fuerte eran comunes entre los presentes.
Una valla era lo único que separaba a los hinchas de su sueño: comprar las tan esperadas entradas. Con manos temblorosas, cada fanático buscaba su DNI en la billetera, mientras sus ojos seguían atentos las indicaciones del guardia, quien señalaba el camino hacia el boleto y también hacia la salida.
“Me desperté sin saber que esto iba a suceder. Mi hermana me insistió y le dije: ‘me convenciste, vamos’. A las nueve de la mañana me levanté, y acá estoy, acompañando otra vez al ‘Santo”, aseguró Julieta Santillán, con una enorme sonrisa, a pesar de las altas temperaturas. “Estaba pesado, pero no importaba. Buscamos una ‘sombrita’ sobre la calle Pellegrini y esperamos ahí. Ahora, ya tenemos la entrada, así que está todo ¡más que bien!”, agregó la fanática de 28 años.
Otro de los hinchas que llegó en el mismo rango horario fue Nahuel Eduardo García. Tras recibir sus dos tickets, preguntó rápidamente por dónde estaba la salida y guardó su boleto en el bolsillo con el mayor cuidado posible.
Aunque parecía apresurado por proteger sus entradas, se tomó un momento para responder las preguntas de LA GACETA. “Estoy muy emocionado. ¡Es una alegría tremenda, carajo! No veo la hora de llegar a la cancha de Rosario Central y que volvamos con el triunfo”, dijo el fanático de 25 años. “Es una locura todo esto. Mientras la fila avanzaba lentamente, estábamos cantando algunos temas”, agregó García.
En medio de un grupo de hinchas que no dejaban de llegar a La Ciudadela y entre los gritos de los vendedores de pilusos y banderas, Raúl Silva alcanzó su objetivo. Sus lágrimas no expresaban sólo su amor por San Martín, sino también la segunda oportunidad que le brindó la vida. “Es una gran emoción todo esto. No puedo describirlo”, mencionó Silva, con un nudo en la garganta. “Estuve en otras finales, pero esta será especial porque me estoy recuperando de un ACV”, comentó Silva, de 60 años, con una mezcla de tristeza y orgullo. “Esto es como otra oportunidad que me da la vida, y poder vivirla con San Martín es increíble. A los jugadores les pido que dejen todo en la cancha, porque este ascenso será de todos”, afirmó.
Los hinchas buscan la revancha de temporadas anteriores
Estar tan cerca del objetivo de la temporada permite a los hinchas revivir, con cierta nostalgia, cómo fueron las campañas de años anteriores. Manuel González asegura que, en caso de darse el ascenso, sería una especie de revancha por lo ocurrido con el equipo de los 44 puntos.
“Jugar esta final es un poco injusto, ¿no? Sacamos más de 80 puntos, le sacamos 20 a otros equipos, y llevamos como 17 partidos invictos. Así que, en parte, se siente un poco injusto”, se lamentó González, de 18 años. “Después de cinco años de sufrimiento, esta es una recompensa, sobre todo, por lo sucedido en la pandemia”, agregó.
En la salida del sector de boleterías aparecía la figura de José Salvatierra. Este fanático, a pesar de haber padecido dolor de estómago, se aguantó la fila desde las 9 y tuvo su recompensa. “Voy con las mejores expectativas. No quiero decir nada para no ‘mufar’, pero espero un buen resultado”, aseguró.
El amor por los colores fue más que una larga espera y el calor agobiante. Y la historia de Samuel Emilio Leal lo demuestra. “Mi papá es de Atlético, pero mi padrino, desde que tenía cinco años, me hizo hincha de San Martín. Vivir esto es un sueño”, concluyó Leal, que al igual que la gran cantidad de hinchas, esperan ansiosos emprender viaje rumbo a la ciudad portuaria.