La tranquilidad es innegociable en cualquier ámbito. En el fútbol no es común experimentar esa sensación. El frenetismo del juego provoca cierta volatilidad en los resultados de los partidos, es decir, todo puede modificarse durante los 90 minutos. Solo basta con mirar a la definición de la zona “B”. Más de un hincha de Aldosivi hubiese preferido ganarse su lugar en la final con antelación. Ni hablar de los otros equipos implicados que se quedaron relamiendo la posibilidad de jugar ese bendita final. Sí, el partido que todos sueñan disputar a inicio de temporada, pero al que solo llegan dos. El caso de San Martín fue diferente porque llegó con bastante anticipación. Y quizá esa situación jugó dentro de la cabeza de los futbolistas del “Santo”, que no pudo sostener la ventaja frente a Güemes que empató con más empuje que otra cosa.

La igualdad contra el “Gaucho” tiene dos causas: el relax de la ventaja de la primera mitad y la necesidad de cuidar el físico para la final. Dos factores que el “Santo” no supo administrar a lo largo del todo el duelo, y que se convirtieron en los motivos principales por los que San Martín dejó escapar la victoria en La Ciudadela.

Los goles de Lautaro Fedele y de Matías “Caco” García frenaron el ímpetu ofensivo del equipo de Flores. ¿Hubo exceso de confianza? En parte, sí. Durante la primera mitad, el “Gaucho” se presentó como un rival testimonial sin generar peligro. Es más, no complicó a Darío Sand ni puso en aprietos a la zaga central de Máximo Levi y Agustín Dattola.

Pero las preocupaciones del “Santo” pasaban el estado físico de los futbolistas. La primera advertencia llegó por medio de Fedele, que luego de recibir una falta de Álvaro Pavón quedó tendido en el piso por algunos minutos. Es más, muchos pensaban que el extremo sería reemplazado, pero decidió continuar en campo.

La segunda alarma, y la más preocupante, se dio a los 41’. Lucas Diarte se tiró al piso debido a una molestia, y sin dudar demasiado pidió el cambio por precaución. Claro, el gesto fue un claro síntoma del pensamiento colectivo que reina al plantel del “Santo”: ninguno quiere perderse la final. Esto hizo que el DT utilizase a Diego Mastrángelo como lateral izquierdo, que volvió a jugar después de nueve fechas -el último partido que había jugado fue frente a Chaco For Ever-.

Tampoco puede obviarse la imagen de Gonzalo Bettini, que sobre el final del partido pidió el cambio por precaución, aunque para ese instante el DT ya había gastado las cinco modificaciones. ¿Cuál fue la decisión de Flores? Terminar el partido con 10 jugadores de campo. Claro, el DT no iba a arriesgar a ninguno de los titulares en la previa al duelo que decidirá si todo lo realizado culminará con el gran objetivo o no. No iba a atreverse a perder a ninguna de sus piezas fundamentales para el duelo decisivo.

Todo esto deja en claro que San Martín jugó un duelo en el que se enfrentó a sí mismo, y como suele suceder en la cotidianidad se enredó dentro de sus preocupaciones. Sin embargo, para su suerte o no, ahora tiene un desafío en el que deberá jugar a todo o nada. Sí, la final es la chance que busca hace varios años, y que no debe desaprovechar. Y aunque parezca una frase hecha, todo el “mundo San Martín” lo sabe: es momento de apretar el acelerador.