En los últimos días de abril del presente año empezamos como padres a incursionar en un terreno de angustias y de temores que hasta entonces desconocíamos: profesionales médicos del hospital Padilla diagnosticaron que nuestra joven hija padece “esclerosis múltiple”, la que catalogada como enfermedad poco frecuente. Como tal vez le sucede a la mayoría de las personas que se atienden en ese centro de salud, ella no tiene obra social ya que tiene un trabajo informal mientras espera recuperar su salud para rendir las dos materias del profesorado de inglés que adeuda en la Universidad Nacional. Los primeros días de julio se inició el expediente N° 2124/412/A/2024 para solicitar a las autoridades del Ministerio de Salud Pública la medicación específica¸ y a partir de entonces siguió un largo circuito por diferentes oficinas encargadas de verificarlo y aprobarlo. Hasta el día de hoy el expediente continúa de oficina en oficina mientras nuestra hija sigue sin iniciar el tratamiento, a pesar de haber transcurrido seis meses desde que fue diagnosticada. Más allá de nuestro caso particular (con toda la impotencia que nos provoca ver que día tras día su salud de a poco se deteriora sin que podamos hacer otra cosa que esperar a que la buena voluntad de quienes intervienen en el sistema burocrático de salud de la provincia provea la medicación), pensamos también en cuantas otras personas que estarán padeciendo la misma situación o tal vez mucho peor cuando se trata de enfermedades terminales. Nos parece que es precisamente en este punto donde la empatía de los que tienen el poder para otorgar lo que la población de escasos recursos necesita debería estar presente, tal como seguramente sucedería si se tratase de sus propios hijos, o de sus padres o de cualquiera de sus seres queridos. Desconocemos qué pasará en el futuro con la salud de nuestra hija y solo nos sostiene la fe en Dios, ya que confiamos que por su intermedio el corazón de los que tienen que decidir sobre el modo y calidad de vida de enfermos sin recursos suficientes, sea sensibilizado para que actúen con la premura que cada caso precisa.

Leila Beatriz Harón y Juan Enrique Ayosa                         

Combate de las Piedras 576 4° C - S. M. de Tucumán