El jugador uruguayo Jonathan Sandoval, a sus 37 años, ha tenido una carrera que lo llevó por diversos clubes de renombre en el fútbol sudamericano. Nacido en Montevideo, este defensor central o lateral debutó en el club River de su país. Posteriormente, dio el salto a Peñarol, uno de los gigantes del fútbol uruguayo, donde vivió momentos intensos y enfrentó una gran presión. Luego, continuó su carrera en Argentina, pasando por Colón de Santa Fe, Argentinos Juniors y Atlético Tucumán. Sin embargo, su realidad ahora es diferente. En 2024, decidió unirse a Graneros, un modesto club de la Liga Tucumana de Fútbol, que también compite en el Torneo Regional Amateur.

Llegar al club del sur tucumano no estaba en los planes de Sandoval. La pérdida de su madre en 2022 lo afectó profundamente, tanto en lo emocional como en su desempeño futbolístico. Desde entonces, el deporte dejó de ser lo mismo para él. “Yo no quería jugar más. Ya no tenía las mismas ganas después de que falleció mi mamá”, comentó con voz tímida. La pasión que alguna vez lo había impulsado parecía haberse apagado. Sin embargo, un amigo insistió en que siguiera jugando, convenciéndolo de que aún tenía fútbol para dar. “Estás bien físicamente, te ves bien”, le repetía tantas veces que finalmente Sandoval accedió, con una sola condición: encontrar un club cerca de su familia, que se había radicado en Tucumán en 2022.

Graneros surgió como la oportunidad ideal. No era un equipo con grandes ambiciones financieras, pero sí con un objetivo claro: ascender y dar un salto en el fútbol regional. Sandoval cuenta que decidió sumarse a la causa más por pasión que por otra cosa. “Le dije a mi amigo: ya la plata que no hice, no la voy a hacer acá en Graneros. Voy a jugar por la pasión y porque me siento bien. Quiero ayudar al objetivo que tienen, especialmente a Roque Graneros (presidente del club), que sigue el sueño de su padre con el club”. Es un compromiso que asumió con responsabilidad, consciente de que su experiencia y trayectoria pueden ser un aporte clave para un plantel que sueña con destacarse en la región.

EN FAMILIA. Jonathan Sandoval posa con su esposa y sus hijos en el dique El Cadillal. Foto: gentileza de Jonathan Sandoval.

Sandoval le contó a LA GACETA que, junto con su familia, eligió Tucumán por la calidad de vida que ofrece. “Mi mamá me decía que debíamos establecernos en algún lugar. Elegimos Tucumán porque esta varios cambios abajo de Buenos Aires, y nos gusta mucho. Por suerte, antes de que ella falleciera, pudimos comprar la casa y cumplir ese deseo que tenía. Para mí es maravilloso tener montañas o nieve a dos horas, un cerro para ir a tomar mates o un dique a 20 minutos; son cosas que me sorprenden día a día”, comentó el defensor sobre su vida en la provincia.

A pesar de su amor por el fútbol, los últimos años no han sido fáciles para Jonathan. Durante su paso por Colón, su esposa quedó embarazada de mellizos, pero las complicaciones en el embarazo y la posterior pérdida de los bebés lo golpearon profundamente. “Fue algo que me chocó mucho y, justo después, al mes de llegar al Atlético, mi mamá se enfermó”. Su voz se quiebra al recordar esos días, cuando su mente estaba más enfocada en la salud de su madre que en lo que ocurría en la cancha. “Todo el tiempo pensaba en ella, veía videos en YouTube sobre la enfermedad y trataba de entender. Iba a entrenar, y cuando regresaba solo a casa, lloraba”, relató el defensor.

Esa carga emocional afectó su rendimiento físico. Las lesiones comenzaron a aparecer con más frecuencia, y Sandoval reconoce que el desgaste emocional fue clave para que disputara solo cuatro partidos con el “Decano” en seis meses. “La gente no sabe todo lo que uno vive como jugador. Por fuera, uno puede parecer bien físicamente, pero emocionalmente, no está en su mejor momento. Eso te desgasta, te hace forzar de más, y ahí vienen las lesiones”, explica. En algunas ocasiones, incluso jugó desgarrado, ocultando su condición para no dejar al equipo en un mal momento. “El kinesiólogo me ayudaba a disimularlo, pero yo jugaba como podía”, remarcó.

Su paso por Argentinos marcó un antes y un después en su carrera. Allí tuvo como técnico a Gabriel Milito, a quien destaca por su influencia en su forma de ver el fútbol. “Milito es un técnico excelente, me ayudó mucho. Su visión de juego es muy parecida a la de Gallardo. Hoy, gracias a Milito, puedo sentarme a ver un partido y analizarlo de una forma que antes no hacía”.

Sandoval también se refirió a su pasado en Atlético y el fallecimiento de Andrés Balanta, su compañero en ese momento, en pleno entrenamiento. “Nunca te esperas que pase algo así, era un entrenamiento tranquilo, lo pesado había sido a la mañana. Todavía estábamos calentando y se desplomó. Estábamos destruidos cuando nos dieron la noticia. Algo así te golpea para siempre, yo ahora lo hablo con vos y se me eriza la piel. Fue el día más triste de mi carrera. Me imagino lo que habrá sido para su familia. Fue todo muy complicado”; recordó.

DISTANCIA. Sandoval junto a su hija que vive con su mamá en Uruguay. Foto: gentileza Jonathan Sandoval.

A pesar de las dificultades, Sandoval no es un jugador que se haya dejado llevar por la fama o los lujos que el fútbol ofrece. Nunca ha sido de los que exponen su vida en redes sociales. “Yo no tengo redes sociales. No me gusta andar subiendo fotos de lo que hago. Mis padres me enseñaron a ser humilde, y eso trato de mantener”, afirma. La humildad ha sido un rasgo constante en Sandoval, incluso cuando compartió vestuario con jugadores de renombre en Peñarol. “Siempre me sorprendió que los que habían jugado tantos años en Europa y tenían tanto dinero eran los más humildes”, recuerda.

Graneros es ahora su nuevo desafío. Aunque la realidad del fútbol regional está lejos de la presión y la competencia de los clubes de Primera División, Sandoval sigue disfrutando cada partido. El entorno es diferente, pero su amor por el deporte se mantiene intacto, aún más al estar cerca de su familia. Después de todo lo vivido, Sandoval está listo para dejarlo todo en la cancha una vez más, no por dinero o fama, sino por la pasión que siempre lo acompañó y el legado que quiere dejar en Graneros y en el fútbol tucumano.