Un premio Nobel en Economía no es la certificación de la validez definitiva de una idea. No tanto porque la Real Academia Sueca de Ciencias haya galardonado a personas que trabajaron en diferentes campos de la economía. Tampoco porque tales individuos hayan adherido a formas diversas de valorar las interacciones; después de todo, sólo califica herramientas. Ni siquiera cuando el aporte reconocido haya estado claramente inscripto en alguna visión de la sociedad; la Academia premió trabajos consistentes con variadas ideologías. Ocurre que el conocimiento evoluciona por contraposición y verificación de ideas, un proceso sin fin, y el Nobel es la manifestación de una etapa de tal camino.
El premio de este año correspondió a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson por “estudiar cómo se forman las instituciones y afectan la prosperidad”. Primero, entiéndase que instituciones quiere decir reglas de juego. Por ejemplo, el Estado no es una institución sino una organización, que entre otros papeles tiene el de hacer respetar el marco institucional. La distinción responde al enfoque de Douglass C. North (Nobel 1993 junto a Robert Fogel “por haber renovado la investigación en historia económica aplicando la teoría económica y métodos cuantitativos para explicar el cambio económico e institucional”), quien además enfatizó distinguir entre instituciones formales (esencialmente el marco legal) e informales (tradiciones, ideologías, religiones, etc.), que trabajan juntas aunque no siempre en sintonía.
Acemoglu y Robinson son más conocidos que Johnson porque publicaron el libro “Por qué fracasan los países”, donde presentan en formato de divulgación explicaciones de su hipótesis y varios ejemplos del mundo. La obra inicia con la ciudad de Nogales, con una parte en EEUU y otra en México, siendo la primera mucho más avanzada en economía y política que la segunda, pese a que la geografía, las enfermedades, aspectos culturales y los orígenes de la mayoría de la población más antigua son básicamente los mismos. El método no es nuevo. Entre otros casos, suele compararse a la República Federal de Alemania con la República Democrática Alemana, con enormes diferencias favorables a la versión capitalista, y lo mismo para Corea del Norte y Corea del Sur (hay una icónica foto satelital de la península de Corea durante la noche, donde la parte sur parece una isla con un vacío entre ella y China: la versión comunista casi no se ve pues no tiene energía eléctrica suficiente para iluminarse). Geografía, historia, raza, idénticas. La única diferencia, el sistema, las reglas de juego.
El aporte de los tres premiados fue caracterizar los tipos de instituciones, encontrar un origen para ellas y recopilar pruebas. La clasificación básica fue de instituciones inclusivas y extractivas, siendo las primeras las que alientan la prosperidad y las segundas el atraso. Pero la causalidad podría ser al revés. Para chequear que las instituciones no fueran resultado de la economía testearon los efectos de la colonización europea en diversas partes del mundo y analizaron la evolución de las reglas de juego según las condiciones que encontraron. Por ejemplo, resume la Academia sueca, tierras con muchos nativos significan mano de obra abundante factible de explotar con pocos colonos dominantes que concentran la propiedad. En cambio, tierras con pocos nativos implican la necesidad de muchos colonos, que trabajarían y se quedarían sólo si el sistema económico les permitiera prosperar, lo que a su vez requeriría participación en las decisiones públicas. En las primeras aparecen instituciones extractivas, en las segundas, inclusivas. Parte de esta evolución fue la reversión de las condiciones iniciales. Las regiones más ricas terminaron siendo pobres y las pobres terminaron siendo ricas. Tal reversión, sostienen, nunca antes había pasado y ocurrió según el tipo de instituciones desarrollado a raíz de la colonización sin importar el origen del colonizador.
Ahora bien, como suele haber mucho manoseo de lenguaje conviene recurrir a los autores para especificar qué son las instituciones inclusivas: “Para ser inclusivas, las instituciones económicas deben ofrecer seguridad de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones en los que las personas puedan realizar intercambios y firmar contratos; además de permitir la entrada de nuevas empresas y dejar que cada persona elija la profesión a la que se quiere dedicar […] Garantizar el derecho a tener propiedad privada es crucial, ya que solamente quienes disfruten de este derecho estarán dispuestos a invertir y aumentar la productividad. Una persona de negocios que teme que su producción sea robada, expropiada o absorbida totalmente por los impuestos tendrá pocos incentivos para trabajar, y muchos menos incentivos aún para llevar a cabo inversiones o innovaciones. Es imprescindible que la mayoría de los integrantes de la sociedad puedan disfrutar de estos derechos”.
Entonces, instituciones inclusivas no quiere decir redistribución a mansalva, irresponsabilidad monetaria o fiscal ni populismo. Significa no excluir de manera ilegítima, dar oportunidades de desarrollarse por uno mismo. Hay un papel importante del Estado aunque sin sustitución de la iniciativa privada ni anulación de los resultados del mercado. Las ideas de los autores no son libertarias pero se inscriben claramente en la economía de mercado y la democracia liberal con contrapesos republicanos (no sorprende que sus alusiones a la Argentina sean devastadoras para el peronismo).
Debe aclararse que las instituciones informales también tienen que ver, como lo advertía North. Por eso sociedades con similar marco institucional formal evolucionan diferente: lo interpretan diferente y según eso lo respetan o no.
Lo anterior es sólo un resumen de lo más relacionado a la evolución económica, pero ella va de la mano del sistema político, aspecto que los premiados también desarrollaron, así como por qué persisten instituciones extractivas en la actualidad y lo difícil de cambiarlas. Además, para el libro antes mencionado, la divulgación implica dejar de lado algún rigor expositivo, de igual modo que el análisis universal conlleva el riesgo de malinterpretar situaciones, y el estudio de la sociedad siempre trae polémica. Pero vale la pena leerlos y reflexionar.