Desde enero de este año, cuando llega el día 10 de cada mes, nosotros, habitantes legos e inocentes de un país que se ha vuelto inconcebible, observamos atónitos el incesante incremento en los precios de los servicios, del transporte público y del precio de artículos de primera necesidad. Son aumentos que se reflejan de inmediato en el resumen de las tarjetas de crédito, que cada mes se nos hace más difícil de pagar, aun cuando fuimos paulatinamente renunciando a gastos que no fueran estrictamente esenciales. Nuestro stress se dispara al mismo ritmo y no podemos menos que recordar los rimbombantes discursos del Libertario, cuyas mentiras se pusieron en evidencia al asumir. La peor de ellas, cuando manifestó que “El ajuste lo pagaría la casta” que denostaba. La misma casta a la cual tuvo que sobornar para lograr aprobación de los dañinos decretos con los que destruye el país. Hoy en día de nada vale lo de Caputo, cada vez que se ufana del éxito de haber conseguido déficit cero y haber bajado la inflación. Una infantil propaganda que Adorni se esmera en difundir. Al respecto, vale la pena aclarar que destacados economistas manifestaron que la pretensión de conseguir déficit cero, no es indicador de una correcta economía, y solo es una utopía absurda que ningún país serio persigue. Atentos al deterioro que una equivocada economía nos está causando, sería conveniente que el Indec nos diera a conocer la mágica “fórmula polinómica” con la que calcula la canasta básica y la inflación, porque según la planilla que confecciono todos los meses, consignando gastos discriminados, es obvio que los responsables del rumbo de la economía viven en una burbuja y nada saben de los precios que los habitantes debemos pagar por artículos indispensables de la canasta básica, como tampoco de la evolución del precio de los medicamentos que son necesarios en una familia tipo. La realidad que vivimos nos autoriza a pensar, que el Indec, hace sus cálculos utilizando números romanos en sus fórmulas. Por eso vemos que los índices que publica no se condicen con la verdadera inflación que debemos soportar. Es obvio que todos los integrantes del Gobierno niegan la realidad que castiga a la mayoría de los habitantes. Con sus discursos demagógicos, se atribuyen haber tenido éxito en su gestión. Son mentiras con las que tratan de negar el fracaso de un modelo que nació destinado a favorecer financieramente a un grupo de privilegiados empresarios. Son los que colaboraron de muchas maneras para llevar a la presidencia a un títere inclemente que se autotitula economista anarcocapitalista.

Humberto Hugo D’Andrea

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