La droga está presente en todos lados, hasta en los rincones más impensados. El narcomenudeo en los barrios es un fenómeno que crece cada vez más. Y ya hay chicos de 10 y 11 años con consumo problemático de sustancias. Por lo tanto, es necesario redoblar los esfuerzos en la atención de salud mental.

Esa fue una de las conclusiones que dejó la Jornada Provincial de Políticas Públicas sobre Salud Mental y Adicciones, organizada por la Secretaría de Adicciones de Tucumán. El encuentro tuvo el lema “Juntos podemos hacer la diferencia” y se desarrolló en el Centro Cultural Virla.

En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental, las autoridades dejaron en claro que las adicciones están entre las cuestiones que más preocupan hoy.

El secretario de Políticas Integrales sobre Adicciones, Lucas Haurigot Posse, remarcó que el consumo de drogas ha ido creciendo en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, al igual que todos los cuadros de salud mental. “Para hacer frente a esta batalla, el mejor camino es continuar abriendo dispositivos, distintas alternativas, tanto para las adicciones con sustancias como para las adicciones sin sustancias, como la ludopatía. Y esto debe ser con una mirada clara de ayuda y de empatía al otro que sufre y que consume”, sostuvo.

PREOCUPACIÓN. El secretario de Adicciones, Lucas Haurigot Posse, habló de la realidad provincial.

Anunció que próximamente se inaugurará un nuevo dispositivo en Amaicha del Valle, para cuidar la población de la zona y las poblaciones aborígenes de Tucumán. También anunció que avanzarán con la creación de un Cepla (Centro de Atención Primaria en Adicciones) para mujeres y diversidad, algo que necesita la provincia desde hace mucho tiempo.

El director de Asistencia, Emilio Mustafá, sostuvo que la problemática de los chicos que consumen en los barrios es una realidad cada vez más preocupante. Y ante eso, dijo, es necesario hacer intervenciones en la comunidad en general que puedan tener una actitud transformadora de la realidad.

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“Tienen que ser políticas concretas en lo inmediato y a largo plazo. Hay que mirar más allá de los cuatro años de gestión porque está en juego toda una generación. Me tocó acompañar y asistir a chicos de 10 y 11 años intoxicados con psicofármacos y paco (la basura de la cocaína)”, alertó.

Realidad mundial

Luego, Mustafá habló del narcotráfico y de cómo afecta nuestra provincia. Precisamente ayer un informe policial reveló que se cuadruplicó el secuestro de drogas que trasladan en tours de compras que llegan desde Bolivia. “El narcotráfico es una realidad mundial, un negocio multimillonario que implica una cantidad de características sociales y económicas. Hoy nosotros, en Tucumán, estamos en la entrada de la droga desde el norte del país, principalmente por Santa Cruz de la Sierra. Tucumán es la segunda línea en eso, de acopio”, precisó. Y luego, remarcó que no hay pueblito en Tucumán que no esté afectado por esta problemática: “encontramos consumo de paco en hasta Ampimpa y en El Bañado”, apuntó.

El profesional también dio detalles sobre el narcomenudeo. Dijo que en nuestra provincia se trata de un fenómeno social que empezó a instalarse hace unos 15 o 17 años y que vino a romper con los vínculos y con muchos espacios de encuentro en los barrios. “Desde entonces, está afectando la salud mental de las comunidades”, resaltó.

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“Antes, los que vendían drogas, llegaban a los barrios desde afuera. Luego cambió totalmente el panorama: la venta de sustancias alcanzó el vecino del barrio. Ese fenómeno cambió toda la dinámica actual, empezó el conflicto de territorialidad, el problema con las instituciones, el crecimiento del consumo en todos sus niveles porque empezó a instalarse el concepto de naturalización de este fenómeno”, dijo.

Según Mustafá, una de las cosas más preocupantes es que hoy hablamos del transa (vendedor de drogas) como referente barrial, y eso ha llevado a que la vida social vaya cambiando. “Son los transas los que empezaron a organizar la vida cotidiana. Además de vender drogas, arman el festejo del Día del Niño o el campeonato de fútbol. Nosotros, como Estado, no podemos permitir que eso se consolide. Por eso es que fortalecimos los dispositivos comunitarios en los barrios. Los Cepla están pensados como lugar de referencia en toda la comunidad, un lugar de encuentro, para que el narcomenudeo no se siga extendiendo”, precisó.

Haurigot Posse insistió en eso: “poder ocupar los lugares comunitarios y barriales con nuestros Centros de Salud Mental Comunitaria permite llevar distintas actividades saludables a los vecinos, y afectar de esta forma el avance de los vendedores de droga”.

Impacto de la crisis: “La angustia que se está viviendo en los barrios es muy grande”

El director de Asistencia de la Secretaría de Adicciones, Emilio Mustafá, señaló que la pandemia tuvo un gran impacto en la salud mental de la población. “Estamos todavía padeciendo los efectos de la pospandemia, lo que implicó el aislamiento, la ruptura de los vínculos y de la cotidianidad. Hubo un impacto muy fuerte que llevó a que hoy se potencie el consumo de sustancias, los suicidios, la ansiedad, los trastornos de pánico”, explicó. A todo eso, ahora se sumó la crisis, que también tiene un gran impacto: “la angustia que se está viviendo en los barrios por las cuestiones más básicas es muy grande, angustia de no poder comer, de no saber si van a poder tomar el colectivo para ir a un tratamiento, por ejemplo”. “Tenemos un orden social que no promueve el bienestar, que promueve la frustración”, remarcó. Y sostuvo que hoy es fundamental promover vínculos saludables, recuperar las distintas comunidades. Esa es la tarea precisamente de los Ceplas: hay 11 en el interior y siete en la capital.