SAN PABLO, Brasil.- Los brasileños votaron ayer a sus alcaldes y concejales, con la vista puesta en San Pablo, donde un influencer populista acusado de desinformación es un serio candidato a gobernar la mayor ciudad de América Latina. Considerada la antesala de las presidenciales de 2026, la cita mide las fuerzas de izquierda y derecha, encarnadas respectivamente en el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su predecesor ultraderechista Jair Bolsonaro.
Casi 156 millones de electores estaban convocados, en un momento en que Brasil vive incendios récord y una sequía histórica, relacionada al cambio climático, según expertos. Sin embargo, el medio ambiente estuvo ausente de los debates.
En San Pablo, la capital económica del país, con 12 millones de habitantes, el duelo entre el alcalde saliente Ricardo Nunes, aliado de Bolsonaro, y Guilherme Boulos, apoyado por Lula, se convirtió en una lucha de a tres con la irrupción de Pablo Marçal.
Los tres estaban empatados técnicamente en intención de voto: 29% para Boulos y 26% para Nunes y Marçal, según un sondeo del instituto Datafolha.
Cocaína y fake news
La desinformación ha sido el centro de la campaña en Brasil, donde la red social X está fuera del aire desde el 31 de agosto acusada de propagar informaciones falsas. “No podemos permitir que el pueblo vote desinformado”, subrayó Lula, tras votar en Sao Bernardo do Campo, en los suburbios de San Pablo.
Marçal, un influencer ultraconservador de 37 años, ha ganado popularidad con un estilo provocador que sedujo a numerosos simpatizantes de Bolsonaro.
Durante un debate televisado, fue atacado con una silla por un rival, en lo que ya se conoce como “a cadeirada” (el sillazo).
El último escándalo ocurrió el sábado, cuando la justicia electoral ordenó que se baje su perfil de Instagram durante 48 horas, después de que colgó un informe médico falso, que indicaba que Boulos había consumido cocaína.
En paralelo, también se le exigió que brinde explicaciones en un plazo de 24 horas por haber utilizado la vetada plataforma X.
“Soy el principal actor digital del país”, insiste Marçal, que acusa a la Justicia de “persecución”.
En Jardim Paulista, en un barrio acomodado de San Pablo, Edson Borges Lopes dijo votó a Marçal porque no le gusta ni el “sistema” ni el comunismo. “Los medios se reunieron para combatir” su campaña, afirmó este técnico en informática, de 61 años.
Brasil: Lula echó a su ministro de Derechos Humanos por múltiples denuncias de acoso sexualEn cambio, Giulia Bisognim, una estudiante de 27 años, lamentó “una campaña muy agresiva, irrespetuosa entre los principales candidatos”, por lo que votó a la cuarta aspirante, según los sondeos, Tabata Amaral.
Boulos también evaluó que “esta no fue una elección normal”. “Vimos la marca de la mentira, del odio, cosas que San Pablo no merece”, dijo el candidato, al que Lula dio un fuerte espaldarazo el sábado durante un acto en la megalópolis.
El diputado “es una apuesta personal de Lula. Si es elegido alcalde de la mayor ciudad del país, será una gran victoria para el presidente”, evaluó Mayra Goulart, politóloga de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
Bolsonaro apoyó en Río de Janeiro a Alexandre Ramagem, pero no pudo evitar que el centrista Eduardo Paes sea elegido desde la primera vuelta para un cuarto mandato.
Paes es el alcalde que trajo los Juegos Olímpicos en 2016 y supo arrimarse a la figura del presidente Lula para ganar las elecciones por cuarta vez.
La sombra del crimen
Según sondeos, 11 de las 26 capitales estatales podían definir su alcalde ayer en las urnas. Si ningún aspirante obtiene más de la mitad de los votos, habrá segundo turno, el 27 de octubre.
“Estas municipales son relevantes de cara a las presidenciales de 2026, porque es importante contar con apoyos entre los responsables locales, en contacto directo con los electores”, según Goulart.
Lula da Silva desafió a Elon Musk, tras el cierre de X en Brasil: "¿Quién se cree que es?"Sin embargo, hay incertidumbre: Lula deja planear la duda sobre si optará a la reelección mientras que Bolsonaro fue declarado inelegible hasta 2030 por atacar sin pruebas el sistema electoral, si bien el ex presidente confía en una anulación de su condena.