Hoy están de moda los documentales sobre lo que no ocurrió o sobre civilizaciones que pudieron predecir nuestro presente o, incluso, nuestro futuro. Alienígenas ancestrales es un ejemplo que a su vez tiene un antecesor (aunque suene raro) en la película “Recuerdos del Futuro”. Antaño, en el cine Plaza pudimos ver aquel filme. Se basaba en el libro del mismo nombre de Erich von Däniken. Se preocupaba por recorrer el pasado y husmear sobre supuestas huellas que supuestos extraterrestres dejaron en la tierra. Para ello revisaba obras de las viejas civilizaciones egipcias o aztecas entre otras. El espectador salía del que hoy es el teatro Mercedes Sosa preguntándose cómo en el pasado se hicieron cosas que iban a ocurrir o que ya empezaban a verse en ese presente.

Los tucumanos parece que hoy estuviéramos viviendo episodios que podrían ocurrir en el futuro. Una especie de secuela dirían los cinéfilos. Los gurúes que presumen saber qué pasará y también los científicos auguran que las generaciones venideras tendrán discusiones muy profundas sobre el agua y pelearán por ella. No faltan quienes se animan a anunciar una guerra por ella. Tucumán, ese laboratorio social que suele anticipar fenómenos sociales según expertos europeos, pareciera estar escribiendo un capítulo de aquellos episodios que tal vez alguna vez vendrán como un ejercicio de memoria prospectiva.

Nueva serie

Esta serie provincial tiene varios títulos y muchos directores. Uno de ellos podría ser “El robo del siglo” tal cual como lo definió el titular de la Sociedad Aguas del Tucumán cuando descubrió la falta de agua y la aparición de una laguna en la propiedad del empresario Juan Zamora.

Otro capítulo de la serie podría intitularse “El peso de la ley”. El primero en recurrir a esa afirmación fue el intendente de Yerba Buena, Pablo Macchiarola. En un razonamiento absolutamente político eligió estar de lado de los damnificados por la falta de agua. De paso, dejó mal parados a los ediles yerbabuenenses que aún no avanzaron con un proyecto de investigación o con un pedido al menos de esclarecimiento. Siempre, tanto para el lord mayor de la ciudad sin veredas, como para los concejales está el escudo de que el agua no es algo que le compete a la administración municipal. Ese argumento es absolutamente cierto como lo es también que la seguridad no es algo que le compete a las municipalidades, sin embargo, todas han “inventado la policía municipal” y tienen inversiones en cámaras para seguridad.

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Otro capítulo lo ha protagonizado el propio gobernador de la provincia. Podría titularse “Asociación ilícita”. “Lo hicieron varias personas, yo creo que no lo hizo solo el propietario, seguramente ayuda habrá tenido, por eso nosotros bajo ningún punto de vista estamos de acuerdo con que se dé o se intente dar una pena mínima a este accionar”. “Le di instrucciones a nuestra fiscal de Estado (Gilda Pedicone de Valls) para que se convierta en querellante y pida las penas máximas no solo a quien es el propietario de donde hoy está ese gran espejo de agua, sino también para las personas que han ayudado a hacer las conexiones clandestinas, queremos que vayan por todos”. Acostumbrado a este tipo de cuestiones, el mandatario provincial vio el mejor resquicio para posicionarse. 

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Quedó claramente a favor de los más débiles pero además puso el dedo en la llaga para ex funcionarios e incluso para algún técnico de la misma SAT que pudiera haber intervenido en este habilitación para que se fuera llenando la represa. Pero Osvaldo Jaldo fue más allá y dijo: “Nadie puede mirar para otro lado, ni los fiscales, ni los jueces, ni el gobernador en este hecho grave; pena máxima para todos los que participaron directa e indirectamente en este acto delictivo de tamaña gravedad”. 

“Vamos a ir hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga”. Cuando Jaldo reacciona como un desaforado corre el riesgo de no medir algunas consecuencias. Le ocurrió con las fiestas electrónicas. Estaba seguro que debía ponerles un coto pero ni suspendiéndolas ni dejándolas ni con protocolos podrá frenar el consumo de droga. Volanteó a tiempo y evitó el fracaso que tuvo el “mejor gobernador de la historia de Tucumán” cuando obligó a votar la ley de las 4AM.

En esta oportunidad el titular del Poder Ejecutivo provincial avanzó sin medir mucho sus palabras sobre el Poder Judicial, donde tiene amigos, especialmente en las altas esferas, pero ninguno le va a permitir que desde la Casa de Gobierno les digan qué hacer.

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Una de las virtudes de los gobernantes debería ser la paciencia. Cuando el poder se ensaña con algo existe el riesgo de perderla y habría que posar la mirada sobre los pasos subsiguientes. Se viene un paso en falso o la develación de un misterio. El tema del robo del agua es tentador porque se trata de algo vital para la sociedad. Por eso tal vez es fundamental la explicación hasta el mínimo detalle del empresario acusado y la investigación profunda de la SAT hacia adentro de su institución. Después se verá cómo actúa la Justicia que muchas veces le ha hecho pasar vergüenza a los tucumanos. La prudencia sigue siendo la mejor consejera de los gobernantes. Cuando la perdieron en otras oportunidades se han deteriorado las instituciones en general. El tristemente célebre Caso Pedicone es un claro ejemplo donde perdió la política y la Justicia al mismo tiempo.

En la escuela nos hacían estudiar a Aristóteles ese ser humano que no logramos descifrar con claridad ni entendíamos para qué servía. Aristóteles define la prudencia como “aquella disposición que le permite al hombre discurrir bien respecto de lo que es bueno”. La prudencia es la virtud de discernir entre dos vicios : el exceso y el defecto.

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Según Aristóteles la justicia deriva de la prudencia, o mejor dicho, está estrechamente vinculada a ella. En su obra Ética a Nicómaco, Aristóteles sostiene que la justicia es una virtud relacionada con el actuar correcto respecto a los demás, y para actuar justamente es necesario tener prudencia (phronesis), es decir, la capacidad de deliberar correctamente sobre lo que es bueno o justo en situaciones concretas.

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La prudencia es esencial para la justicia porque permite tomar decisiones equilibradas y justas, adaptadas a las circunstancias específicas. Mientras que la justicia implica seguir las normas y actuar en pos del bien común, la prudencia orienta cómo aplicar esos principios en cada caso particular. Aristóteles considera que sin prudencia no es posible actuar con justicia, ya que esta última exige discernir lo correcto en cada circunstancia. Este último capítulo podría titularse “Aristóteles” pero es posible que a nadie le interese.

Más imprudencia

Sin dudas, la serie promete muchos capítulos más por lo que esta semana que comienza mañana tendrá al agua como uno de los temas centrales. Lo mismo ocurrirá con el transporte de pasajeros donde los empresarios van consiguiendo lo quieren. El centro de la atención estará en el Congreso de la Nación donde la cuestión universitaria volverá al centro de la escena. La multitudinaria marcha ha tenido dos efectos: 1) ha mandado a las autoridades nacionales a revisar las cuentas y a romper algún chanchito para otorgar un incremento. Este podría superar el 10 por ciento. 

De esa manera el oficialismo argumentará que da esa mejora con una inflación del 4 por ciento y recordarán que no le hicieron conflictos a Sergio Massa cuando era ministro, candidato y presidente virtual -Alberto Fernández tenía otras preocupaciones en la cabeza- y otorgó una suba mucho menor con una inflación varias veces mayor. La estrategia oficialista es siempre mirar lo que hizo el kirchnerismo. Ese sistema va a languidecer con el paso del tiempo. Por ahora, aparentemente, le sigue alcanzando para frenar la insistencia sobre el veto. 

El otro ojo político pondrá la mira en El Vaticano. Una vez más el papa Francisco no apela a la prudencia. Se mete en la interna mileista al recibir a la vicepresidenta Victoria Villarruel. En el gobierno nacional sostienen que el rol de esa figura institucional es acompañar la política y las acciones del Presidente, no hacer política para diferenciarse del titular del Ejecutivo. Está claro que Milei y compañía jamás vieron lo que ocurrió en Tucumán tiempo atrás.