Miguel Quesada, en enero de 2004, se transformó en el primer operador turístico para explotar la pesca deportiva en La Angostura. En la costa de El Mollar, cerca la hostería de la Mutualidad, tenía un embarcadero donde alquilaban botes para que pescadores realizaran la actividad en el dique, considerado como uno de los sitios más encantadores para la práctica de esta disciplina. No hay lugar en el país donde se puedan obtener pejerreyes en calidad y cantidad en altura. Pero el éxito le trajo complicaciones.

“Trabajamos para evitar que el valle de Tafí sea otro Cadillal”

Miembros de la Comunidad Indígena Diaguita El Mollar (Cidem), a finales de 2015, cuando la cacica Margarita Mamaní se postuló como candidata a delegada comunal de El Mollar por el manzurismo, ocuparon tierras fiscales a la par del emprendimiento de Quesada, que terminó abandonando el lugar. “No hubo nada ilegal en esto. Tomamos la tierra que nos pertenece para explotar los recursos naturales que por derecho nos corresponden”, dijo Mamaní; no obstante, se trata de un lago artificial y las especies que allí habitan fueron introducidas por el hombre.

“Nuestro comunero Eduardo Monasterio lleva adelante su explotación”, explicó la dirigente, pero el emprendimiento, según los informes de la Justicia, sería llevado adelante por otra persona. 

Quesada desde hace más de siete años pelea para que se le restituya su lugar. Consiguió que los miembros de la comunidad sean desalojados por haber usurpado tierras fiscales y por desarrollar una actividad sin autorización, pero hasta el momento nadie cumplió con las medidas. 

Mamaní niega todas esas actuaciones y aseguró que fueron realizadas por falsas denuncias y ordenadas por poderosos que están en contra de los pueblos originarios. Actualmente, el prestador de servicio tiene su base de operaciones en la sede del Tucumán Yacht Club, cuya devolución fue solicitada por la Provincia.