Fatemah Farag

Fundadora y directora de “Welad ElBalad Media” (Egipto)

En lo profundo del sur de Egipto, una joven me dijo una vez: “Ser periodista en un periódico local me ha dado la oportunidad de descubrir y afirmar quién soy. Qué es mi comunidad y qué necesita. No que nos digan quiénes somos y quiénes se supone que debemos ser”. Al acercarse el Día Mundial de las Noticias, me viene a la mente el adagio “la democracia es local” (Thomas Jefferson, desde entonces); el trabajo de los periodistas en sus comunidades no es más que una expresión de participación, ciudadanía y empoderamiento, que son los pilares de la democracia.

Todos fijan su mirada en las elecciones, los grandes eventos y los cambios importantes cuando consideran la viabilidad de las acciones para lograr la democracia. Pero desde mi perspectiva, es el arduo trabajo cotidiano de la ciudadanía a pequeña escala lo que eventualmente puede construir una comprensión y un compromiso sostenible con una democracia efectiva e inclusiva. Y el trabajo de aquellos periodistas comprometidos que acuden cada día a reportar para y sobre sus comunidades es central en ese proceso.

Este no es un trabajo fácil. Construir, gestionar y mantener un periodismo local de servicio público, capaz de desempeñar roles críticos en el apoyo a sus comunidades, es más a menudo una tarea ingrata. En todo el mundo, el dinero se ha agotado a medida que el negocio del periodismo ha sido amenazado por las grandes tecnologías, los empleos han sido eliminados, la calidad se ha visto comprometida, los recursos se han fragmentado y el valor del periodismo está en constante disputa.

El periodismo importa: la alegría de la verdad compartida, el vínculo sagrado y los valores autoev

Los espacios de información que se cierran son cada vez más riesgosos. Basta con mirar los últimos once meses en Gaza, donde Israel ha matado a un número sin precedentes de periodistas con impunidad. El último recuento del CPJ documenta al menos 116 periodistas asesinados en esta guerra. Y no solo estamos perdiendo vidas; también la credibilidad. “Cuidado, si sigues mintiendo, crecerás para ser un periodista de CNN”, decía un popular meme en árabe al inicio de la masacre contra los palestinos en Gaza. Había variaciones: un periodista de la BBC, etc. La confianza en la imparcialidad y los estándares de los medios occidentales ha sido puesta a prueba, y no solo en el mundo de habla árabe, trayendo de vuelta los fantasmas de la cobertura posterior al 11 de septiembre, la guerra de Irak e incluso la cobertura de Trump y las elecciones en EE.UU.

Y parece que las mismas personas a las que pretendemos servir también están cada vez más desencantadas por las campañas de desinformación, y la desconfianza y el rechazo del público son realidades diarias.

Tendencias

Sabemos, por nuestro trabajo en el corazón de las comunidades y por las preocupantes tendencias que han acompañado la desaparición del periodismo local, que el periodismo independiente es fundamental para explorar y defender la verdad. “Es un trabajo tan duro”, confiesa un periodista mientras se secaba el sudor de la frente en un campo donde estaba informando sobre las luchas de los agricultores en Egipto. Sin embargo, se mantuvo firme, y gracias a su trabajo, su comunidad pudo encontrar información confiable y tomar decisiones informadas sobre su vida cotidiana. No es una figura reconocida internacionalmente, la gente rara vez conoce a quienes están en las filas. Pero su trabajo encarna el corazón y el alma de lo que es el periodismo: un acto de servicio.

La importancia del periodismo basado en hechos

Hemos vivido de primera mano los peligros que enfrenta la democracia al perder los medios independientes, especialmente los locales. Ahora estamos seguros de que la supervivencia de un sector mediático diverso y competente es una piedra angular esencial en esa búsqueda de humanidad y libertad.

Ya no podemos tener dudas sobre la amenaza que representan los monopolios de las grandes empresas tecnológicas para nuestra profesión, y podemos reflexionar claramente sobre el valor que el periodismo aporta a la sociedad y dónde debemos volver a atrincherarnos y establecer límites.

Los ejemplos de quienes están aprovechando este momento ya existen: medios de comunicación propiedad de periodistas para algunos, imprentas y productos impresos para otros, participación comunitaria para muchos, y eso es solo parte de lo que se está haciendo.

El resto depende de ustedes: nuestras audiencias y comunidades. Dígannos qué necesitan. Apoyen a las organizaciones de noticias que priorizan el buen periodismo y el servicio público. Tomen decisiones informadas sobre qué medios consumen. Porque solo juntos podemos construir un ecosistema periodístico próspero y receptivo en apoyo de la justicia y la verdad.