Dos cuestiones le cambiaron la cara a la Argentina en su intento por equilibrar la macroeconomía y, poco a poco, ser considerado sujeto de crédito en el mercado voluntario internacional. Por un lado, la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de bajar 50 puntos básicos la tasa de interés de referencia implica menos riesgo de que el país caiga en incumplimientos de sus compromisos y, en paralelo, le da cierta flexibilidad para recibir capitales foráneos por aquello de una mejor perspectiva para los mercados emergentes. Por el otro lado, y a contramano de la postura de la FED y del resto de los países de la región, el Banco Central de Brasil subió la tasa de interés, lo que puso un techo a la depreciación que venía experimentando la moneda brasileña.

Este contexto refuerza la mejoría que viene mostrando la economía argentina. El riesgo país, medido por la banca internacional JP Morgan, se dirigió a los 1.300 puntos básicos, al tiempo que la depreciación del Real le resta presión al tipo de cambio respecto a su principal socio comercial, indica un reporte de Ecolatina. Justamente, en el aspecto cambiario se ubican las mejores noticias de la semana: el Banco Central (BCRA) retomó las compras en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC) y la brecha cambiaria aceleró la baja. Detrás de ello, un blanqueo de capitales (a eso se le suma el pago por Bienes Personales) mostrando un buen desempeño influyó en los dólares financieros, con el dólar Contado con Liquidación (CCL) a precios de hoy tocando mínimos en seis años, acota la consultora.

Desde la instrumentación de la medida hasta el 17 de septiembre (último dato disponible), los depósitos privados en dólares en el sistema financiero crecieron U$S 3.900 millones (U$S 500 millones sólo el martes pasado) y el stock de depósitos ya supera los U$S 22.000 millones, el valor más elevado en términos nominales desde finales de 2019.

Más allá de ello, la incógnita sigue estando en cuánto de esto impactará en las arcas del BCRA. “En la medida en que los nuevos depósitos de dólares sigan manteniéndose en efectivo y, en menor medida, encajes, el Central podrá engrosar sus reservas brutas y liquidas, pero no así las reservas internacionales netas (RIN)”, detalla Ecolatina. De hecho, la semana pasada las reservas netas empeoraron al calor de la compra de dólares del Tesoro para pagar los vencimientos de soberanos en enero próximo, complejizando aún más el cumplimiento de las metas con el FMI.

Con todo, si bien el blanqueo no impacta directamente sobre las RIN, puede convertirse en una herramienta clave en la estrategia del Gobierno al dotar de mayor liquidez en dólares a la entidad monetaria nacional. En tal sentido, dice la consultora, podríamos ver en los próximos meses unas Reservas Netas cayendo aún más a terreno negativo como contrapartida de la utilización de esa liquidez. Pese a que los dólares del blanqueo podría incrementar el nivel de RIN indirectamente vía mercado libre de cambios mediante los préstamos en divisas extranjeras, los factores que motorizaron el crédito en moneda dura entre marzo y mayo ya no estarían presentes. Entonces, los potenciales beneficios para el sistema financiero del ingreso de dólares, vía blanqueo, difícilmente se destraben en su totalidad hasta que no haya un horizonte más claro en cuanto a la flexibilización del cepo.

Impacto en la deuda

De todas maneras, la gestión del presidente, Javier Milei, tendrá que aprovechar el viento de cola internacional para poner más orden en la economía. La Argentina está más lejos del default hipotético, indica GMA Capital. Según su análisis, la deuda Hard Dollar estiró el rally iniciado hace un mes, buscando los máximos logrados en abril. Los Globales ponderados por outstanding (pendientes de pago) operan por encima de U$S 50 y ya acumula un 13% de mejora desde inicios de agosto.

En esta línea, los Credit Default Swaps (CDS), que actúan como un seguro ante una cesación de pago de la deuda, siguen un derrotero bajista. En otros términos, indica GMA, el mercado pone en precios una menor probabilidad implícita de default de los bonos argentinos. Particularmente, la probabilidad acumulada de incumplimientos hasta 2026 disminuyó cerca de 20 puntos porcentuales en los últimos seis meses, del 65% a un 46%. Sin embargo, la chance de riesgo de impago se mantiene elevada a 2031 (91%), sólo seis puntos porcentuales debajo de la cifra de hace seis meses.

Esta dinámica es razonable, teniendo en cuenta que las mayores compresiones en la probabilidad de default se dan dentro del mandato de la administración actual (16 puntos porcentuales en promedio versus ocho puntos porcentuales en adelante). Su postura marketfriendly (amigable con el mercado y el innegociable mandato de superávit fiscal ayudan a la retórica, considera la empresa.

Al mismo tiempo, las autoridades han indicado que Argentina no necesita volver a los mercados antes de 2026, y que existen mecanismos de ingeniería financiera (como el REPO) para asegurar los pagos hasta mediados de ese año.

Sin embargo, acota, a partir de ese año la probabilidad de caer en cesación de pagos aumenta significativamente (16% en 2025 a 46% en 2026). ¿Qué factores pesarían en ese entonces? Una potencial anemia en la capacidad de generar dólares comerciales y financieros, contesta GMA.

Por eso, el levantamiento de los controles cambiarios y la vuelta a los mercados financieros juegan un rol fundamental. Pero en cuanto al cómo de estos procesos, solo hay opacidad por el momento. Asimismo, es posible que el mercado pida señales más fuertes, como la nueva regla fiscal incluida en el proyecto de Presupuesto de 2025, para confiar en que los pagos se cumplirán luego de este mandato.

¿Qué es el riesgo país y cómo impacta en la economía argentina?

Las señales de normalización del mercado de cambios, como la vista la semana pasada con relación a compras de dólar financiero por parte de empresas, son indicios de la que la salida del cepo, aunque lenta, secuencial y atada a la recuperación de la demanda de dinero, es inevitable. El acercamiento con el FMI, sujeto a las elecciones de EEUU, también es otro factor gravitacional para que el riesgo argentino sea menor, finaliza GMA.