No hace mucho tiempo un tal José Alperovich gobernaba Tucumán. Decían que era el mejor mandatario de la historia de estas comarcas. Aquel hombre no era un experto de la política, mas sí de la billetera para ordenar las filas del peronismo provincial. Le daba resultado. Sin embargo, entre sus despilfarros y sus impericias había militantes que saltaban el cerco, llegaban a la Capital Federal y volvían con cargos, oropeles y otras insignias inesperadas. Néstor y Cristina se divertían haciendo jueguitos por el estilo que hacían rabiar al gobernador de entonces. Pero un día dijo basta. “Alambremos Tucumán” vociferó. Y casi al mismo tiempo le pidió (Alperovich al revés de lo que dice el dicho, era torazo en su rodeo, pero toro en rodeo ajeno) a Néstor que cualquier designación o acción en territorio tucumano antes, le avisara o, si pudiera, le consultara. Todo esto ocurrió cuando Alperovich recibía el gran espaldarazo de la sociedad tucumana que no escatimaba en poner votos en su favor.
Esta semana, allá lejos de la Capital provincial, a 108 kilómetros el gobernador Osvaldo Jaldo gritó a los cuatro vientos aguilarenses: “Alambremos Tucumán”. “Dejemos de mirar a Buenos Aires y alambremos Tucumán”, dijo en tierras de la Burra. Sergio Mansilla tiene una de las habilidades propias de esos équidos: encontrar los caminos alternativos cuando advierten peligro. Y el riesgo que corre Jaldo es que en la medida en que su espejo le devuelve la imagen de Jaldei, las dudas y los miedos del peronismo se acrecientan. Por eso el discurso y el encuentro de Monte Bello. El hombre que está sentado en el sillón de Lucas Córdoba cerró su parlamento recurriendo a Perón: “primero, la patria; segundo el movimiento y luego los compañeros y compañeras”. Pero algunos escuchan: Primero, el déficit cero; segundo, el ajuste…
Tal vez por eso, Jaldei trató de mostrarse como Jaldo y reforzó la necesidad de cuidar a los peronistas y de defender la unidad. Destacó la tarea de los asadores de la carne y de las achuras que comieron todos sin pagar por el plato como pasó en Olivos. Al fin y al cabo debía parecer un asado peronista. El titular del Ejecutivo hasta se olvidó del oflador que tanto blandieron para que duela. El gobernador se desgañitó tratando de reivindicar la figura de Juan Manzur y hasta le sacó lustre a las medallas conseguidas por el presidente del PJ provincial y presidente del PJ nacional, en sueños del senador. Más allá de estas cuestiones oníricas, Jaldo exageró términos que después dejan pensando a quienes escuchan las palabras y no se dejan llevar por el tono de la arenga: “este partido tiene alguien que por la voluntad popular de los afiliados lo han elegido para ser presidente del partido justicialista y que hoy no está acá por su rol de senador nacional. Hoy tiene otra misión en Buenos Aires, pero yo no saco ventaja nunca en nada ni en nadie yo a los lugares que tengo me los he ganado laburando. Yo no soy el presidente del partido justicialista el presidente del partido justicialista se llama Juan Manzur a quien le tenemos que dar un aplauso. Juan Manzur no está porque está laburando en Buenos Aires pero yo no soy el presidente compañeros y compañeras”. Los manzuristas miran el panorama y no saben si se trata de un poema de amor o de una canción desesperada. Recitan el poema XV del vate chileno: “me gusta cuando callas porque estás como ausente”. Es que a Juan Manzur le están dando resultado sus silencios. Cuanto menos habla, más crecen sus acciones. Los legisladores Gerónimo Vargas Aignasse y Mario Leito son los embajadores de la paz para que no se velen los ofladores. Se viene 2025 y el peronismo es un rebaño desquiciado sin pastores.
Desplante inducido
En la búsqueda de esos liderazgos aterrizó en la provincia el gobernador riojano Ricardo Quintela, Inspirado en el cambio de paso que ensayaban los jugadores de Los Pumas en Santiago -porque en Tucumán nadie pensó en el turismo y en los efectos de un estadio único- Jaldo puso pies en polvorosa y desapareció. Se fue zigzagueando y no pudo abrazar a su colega peronista y gobernador. Con un llamado a su par riojano intentó disimular el desplante. El equipo de Quintela no está poblado por improvisados así que cuando vieron el destrato de Jaldei se fueron a la Legislatura. Así en la agenda del mandatario de los llanos del “Chacho” Peñaloza quedó fijo el encuentro con el vicegobernador a las 9 del viernes que nunca más volverá. Pocas horas después sonaba el teléfono en La Rioja. Atendió la vicegobernadora María Florencia López y recibió las disculpas por la imposibilidad de recibir a Quintela. Si esta trama fuera una historia de ficción, el guionista haría que se sepa que detrás estaba la mano de Jaldei, pero eso sólo es algo que está fuera de la realidad y que forma parte de la creatividad de la imaginación.
Mientras Quintela intentaba hacer proselitismo para su intentona por llegar a presidir el peronismo a nivel nacional, Jaldei repasaba el discurso que daría en la Sociedad Rural.
Caballeros con espada
El viernes por la noche en la Sociedad Rural, mientras algún cantante probaba su garganta, los espectadores que fueron al acto central de apertura asistieron a una sesión de esgrima. El flamante presidente de la Rural José Frías Silva (h) lanzó sus estocadas reclamando frenar algunas exageraciones impositivas. “Touché”. Segundo después, Jaldei se puso los guantes, empuñó la espada, aceptó haber sido tocado pero avanzó pidiendo que se fomentará el trabajo en blanco y que se buscara reducir el trabajo en negro. Así se fueron los esgrimistas a comer y confraternizar en una mesa rectangular fijando antes una fecha para seguir los encuentros. De Monte Bello a la Expo, Jaldo y Jaldei cerraron la semana codeándose el uno con el otro. No faltaron algunos fanáticos que en vez de aplaudir la sesión de esgrima extrañaban las barricadas y las piedras que se tiraban antes el ex presidente de la Rural Sebastián Murga con el gobernador.
Desalambrando
En el cuadrilátero gastronómico se concentró el poder. El vicejefe de Gabinete Lisandro Catalán hizo honor a aquellas quijotescas palabras que decían “la cabecera de la mesa siempre será donde yo esté”. Y, por las dudas en algunas de las levantadas que hizo para ir a fumar arrastró la marca del gobernador de la provincia para conversar en privado. El representante de Milei aprovechó la venida para tratar de que la libertad avance un poco más. Por la cabeza de uno de los integrantes de la mesa chica del Presidente de la Nación da vueltas la idea de que cuando llegue 2025 haya un frente electoral. Falta mucho para las Paso que no se lograron dar al costado. Si bien Catalán esquivó las cuestiones electorales que desafiarán al poder el año que viene hay jugadores que ya han salido a escena.
Mientras José Macome y Matías Sabaté ponen ladrillo sobre ladrillo en la construcción de su espacio, otros como el radical suspendido Mariano Campero se esfuerza para no caerse de las marquesinas. Se desespera para que las candilejas nunca dejen de iluminarlo. En Olivos mientras pasaban el posnet y entregaban las tarjetas, el ex intendente de Yerba Buena salió a escena luciendo sus dotes histriónicos y le pidió permiso a Milei para hacer un sapukay tucumano, tal cual fueron sus palabras. Una vez concedido el permiso gritó: viva la patria y levantó la copa. Al acostumbrado carajeo de viva la libertad le sumó un viva la patria como una forma de acompañar y diferenciarse al mismo tiempo. A los críticos que han empezado a analizar la obra que viene poniendo en escena el Campero con traje de diputado, les viene pareciendo una exageración y una representación con gestos demasiados ampulosos. Otros, más benévolos, interpretan que el mensaje de toda esta puesta en escena es que Jaldo no puede ser el único que acapare y recite el discurso mileista. Campero busca ser otra voz que entone esa canción. Algo así como una invitación a “desalambrar”.
No obstante, todos estos movimientos, aún con la tranquilidad que les dan las encuestas y los desvaríos del kirchnerismo con los estertores de Alberto Fernández, el bussismo, la propia Libertad Avanza de Macome y Sabaté deben estar alertas para que sus voces se escuchen más fuertes. En la misma vereda transita Creo con la diputada Paula Omodeo a quien se ve más proclive a caminar por el frente a diferencia de su líder, el inflexible Sebastián Murga.