Hasta octubre de 2016 Emanuel Agüero era un joven de 19 años que hacía una vida normal como cualquier chico de su edad. Estaba en el último año de la secundaria y jugaba al básquet todos los días. Un fuerte y raro dolor en el estómago encendió las alarmas. Lo llevaron al hospital. Luego de una tomografía, llegó la primera mala noticia: tenía un derrame pericárdico. Días después, se le inflamó un ganglio, cerca del cuello. Y, entonces, le dieron el diagnóstico: tenía linfoma de Hodgkin, un cáncer que se origina en el sistema linfático.

Manu jamás había escuchado ese nombre. No tenía idea de qué se trataba. En el hospital Padilla, le dijeron que debía hacer quimioterapia. “El riesgo de no cumplir con el tratamiento era la muerte”, recuerda el joven, que en ese momento decidió mirar para adelante y ser fuerte. Empezó las terapias inmediatamente. Primero eran cada 15 días; después, cada 21. Algunas eran más agresivas que otras. “Encontré la fortaleza para mantenerme en pie gracias al básquet. Siempre que podía, seguía entrenando y jugando”, cuenta Agüero.

Terminó la escuela mientras seguía haciendo quimioterapia. Bajó 20 kilos. Quedó pelado. Pasó por todas las etapas hasta que en 2019 le encontraron una medicación que era más específica para su patología. En 2020, estaba cerca de conseguir el alta cuando llegó la pandemia y tiró todo por la borda. El tratamiento se discontinuó porque era difícil conseguir la medicación y la enfermedad volvió a avanzar. Regresaron los escalofríos y los sudores nocturnos.

En 2022, ingresó a un protocolo en Buenos Aires, adonde viajaba cada 21 días a tratarse. Así logró la remisión de la enfermedad, en diciembre de 2023. “Fue entonces que llegó una propuesta de mi doctora, Teresa Barraza, hematóloga del Padilla. La idea era hacerme un autotrasplante para darle un punto final a toda esta etapa de tratamiento”, relata el joven.

Lo que venía no iba a ser nada fácil. Pero las esperanzas de dar vuelta la página lo animaron. “Un autotrasplante permitiría que crezcan todas células buenas en mi organismo”, explica. Ingresó el 16 de agosto en el hospital Néstor Kirchner. Ese día le hicieron una colecta de células madre. Luego, comenzó una seguidilla de cinco jornadas seguidas de quimioterapia, antes de transplantarle sus propias células “sanas”. Casi un mes después, volvió a tener contacto con la calle, después de recibir el alta.

Aunque debe hacerse controles cada dos meses, los últimos análisis muestran que está todo bien. Han pasado casi ocho años en los que no se permitió bajar los brazos. Manu cuenta que tiene muchos sueños por cumplir. Quiere volver a entrenar equipos de básquet, estudiar educación física y seguir trabajando, detalla el joven que vive con su novia y su “hijo” perruno. También podría agrandar la familia, confiesa. Está más tranquilo y eso le dibuja la mejor sonrisa: “sentí que el autotrasplante me dio un gran empujón; fue el cierre de una etapa y ahora espero que se abran muchas puertas. Sin dudas, he jugado el partido más importante de mi vida”.

El procedimiento

El linfoma de Hodgkin es una enfermedad por la que se forman células malignas en el sistema linfático. Y es uno de los diagnósticos en los que se suele indicar un autotrasplante de médula ósea. En Tucumán, esto puede realizarse en el hospital Néstor Kirchner (es el único hospital preparado para hacer estas intervenciones).

Emanuel fue el paciente número 10 al que se le realizó un trasplante autólogo de médula ósea. En total, ya son 11 los tucumanos que pudieron acceder a estos procedimientos de alta complejidad, que exigen de un equipo de profesionales muy preparados y de un espacio físico especialmente diseñado.

La jefa del departamento de Hemato Oncología y de la Unidad de Trasplante de Células Progenitoras Hematopoyéticas del hospital, doctora Flavia Figueroa, contó de qué se trata. “El trasplante autólogo es algo que se puede indicar cuando un paciente tiene determinadas patologías oncohematológicas (por ejemplo mielomas o linfomas) o algún cáncer sólido como el de testículos. Después de hacer un tratamiento y si alcanzan una respuesta adecuada contra la enfermedad, se hace una evaluación multidisciplinaria para ver si el paciente cumple con los criterios para poder ser sometido a al trasplante de médula ósea”, detalló.

Los pacientes suelen llegar al hospital derivados desde otros nosocomios. Por ello, se trabaja en una red de hematología en la provincia, explicó. “Luego de internar al paciente, lo primero que se hace es estimular células madres que se encuentran en la médula ósea, para que salgan a sangre periférica. A continuación, se hace el procedimiento de colecta de estas células con un equipo especial y, una vez que se logra, se las criopreserva. En el labotarorio de Salud Pública se determina si hemos logrado colectar una cantidad adecuada de esas células y si están en buenas condiciones”, apunta.

“Si todo eso sale bien, los médicos comienzan con un periodo de acondicionamiento, que consiste en una quimioterapia para borrar todo lo que se ve y lo que no se ve de enfermedad”, remarcó.

La quimioterapia intensiva tiene por objetivo limpiar por completo la médula ósea. “A continuación, lo que hacemos es la infusión de las células madre que estaban criopreservadas. Estas células tienen como una característica que saben cuál es su hogar. Van a la médula ósea y vuelven a repoblarla; eso es básicamente el trasplante autólogo; cuando se usan las células sanas del propio paciente para curarlo”, señaló.

Situación crítica

Todo este proceso pone en una situación crítica al paciente, cuyas plaquetas bajan significativamente. Por eso, desde el momento que ingresan al hospital y durante casi un mes, quedan totalmente aislados para evitar que se arriesguen a sufrir múltiples complicaciones.

“Para eso contamos con cinco habitaciones que tienen características únicas. Poseen un sistema de filtrado de aire porque el paciente tiene que estar en una condición de asepsia total ante el alto riesgo de infecciones. Las habitaciones tienen también sensores que marcan presión y evitan que ingresen partículas o microorganismos. Solo los médicos y el personal de salud pueden entrar. Se hace un control constante hasta que la persona logra recuperarse”, explica.

Detalla que es la única institución pública en la región que hace este tipo de procedimientos. “Hasta no hace mucho, los pacientes que requerían estos tratamientos tenían que viajar sí o sí a Buenos Aires o a Córdoba. Entraban en una lista de espera y, cuando les tocaba ir, debían permanecer alejados muchos días, lo cual implicaba una situación de desarraigo y un problema económico para la familia porque debían ir acompañados de quizás quien es el pilar de, o sostén de familia en condiciones laborales”, señala.

Que Tucumán haya logrado realizar este tipo de trasplantes fue después de un arduo trabajo y con el apoyo del ministro de Salud, Luis Medina Ruiz. “En la Argentina existen tan solo 30 unidades de trasplante de médula ósea actualmente. Nosotros pudimos abrir este servicio el año pasado. Fue después de que este hospital abrió el servicio de oncohematología y el Cucai (Centro Único Coordinador de Ablación e Implante) nos dijo que existía la posibilidad de tener una unidad de trasplante de médula ósea. Tuvimos que presentar un proyecto, capacitarnos y comprar equipamiento, entre otras cosas”, comenta.

En un futuro no muy lejano, según explica, también se podrán hacer en nuestra provincia trasplantes alogénicos. Esto es cuando las células madre sanas se obtienen de la sangre o la médula ósea de un donante emparentado del paciente, o de un donante no emparentado con características genéticas similares.

Figueroa explica que en el caso de las leucemias no se pueden hacer autotrasplantes; se necesita sí o sí médula de otro donante. “Se sabe que más allá de que logremos borrar la enfermedad visible en un paciente, tarde o temprano esas patologías terminan reapareciendo y por lo tanto hay que buscar donantes. Habitualmente se estudian a los hermanos. Aunque de cada 10 pacientes, entre dos a tres pueden conseguir un donante compatible que sea familiar. El resto, lamentablemente no. En esos casos, se comienza una búsqueda para ver si hay potenciales donantes en un registro internacional. Por eso es tan importante ser donante de medula ósea”, sostuvo.

En la actualidad, quienes necesitan trasplantes alogénicos son derivados a Buenos Aires. “Estamos terminando todo, adecuando lo necesario, para que nos habilitan poder también hacer aquí estas intervenciones”, explicó.

El equipo del hospital que dirige el doctor al doctor Alberto Weisemberg está conformado por médicos hematólogos, subespecialistas en trasplante de médula ósea, médicos clínicos, infectólogos, enfermeros, psicólogos, kinesiólogos, técnicos de hemoterapia y laboratorio.

A tener en cuenta

Es esencial el diagnóstico precoz de las patologías onco hematológicas

El director del hospital Néstor Kirchner, Alberto Weisemberg, explicó que el nosocomio fue creado y pensado y para solucionar determinadas patologías que el Ministerio de Salud fue evaluando. Entonces así fue que se fortalecieron los servicios de cirugía mayor ambulatoria y de odontología de alta complejidad. El Departamento de Hemato Oncología funciona desde el 2016 y es el único en su tipo en Tucumán. Cuenta con todo lo que requiere el tratamiento de las patologías onco-hematológicas agudas: habitaciones con aislamiento y un equipo multidisciplinario, altamente capacitado. “Esto ha logrado cambiar la mortalidad de los pacientes con patologías como son las leucemias agudas, que antes se trataban en hospitales polivalentes. También al concentrar la atención de los pacientes, permitió que más personas lleguen a la instancia del trasplante de médula ósea”, sostuvo la doctora Flavia Figueroa (foto).

Las patologías onco-hematológicas (linfomas, mielomas, entre otras) se caracterizan por tener síntomas que van desde el cansancio extremo o la presentación de hematomas. En ese contexto, cuando el paciente consulta se le hace un análisis de sangre, en el cual se constata que está anémico o que las plaquetas están bajas. “El diagnóstico precoz es fundamental. Algunos tipos de cáncer, como las leucemias agudas, son muy agresivos. Detectarlos a tiempo aumenta las posibilidades de que un paciente pueda tolerar mejor un tratamiento”, explicó.

Testimonios  

Así les cambia la vida a los pacientes el trasplante de médula

Carlos Antonio Lobo (foto) sintió que su mundo se derrumbaba en junio de 2016, cuando los médicos le informaron que padecía un tipo de leucemia aguda que estaba poniendo en riesgo su vida. El hombre, que ahora tiene 58 años, recuerda que llegó al hospital porque sentía una fuerte opresión en el pecho. Los estudios determinaron que estaba enfermo de gravedad y que debía realizarse quimioterapia y un trasplante de médula. Así empezaron las gestiones en el hospital Néstor Kirchner para concretar el tratamiento. “Por suerte, en mi familia tenía tres personas que eran compatibles. El donante fue mi hermano. Gracias a eso yo me pude curar”, relata el hombre, que pasó 120 días lejos de su hogar para poder recibir el trasplante.

Daniel fue otro de los tucumanos que pudo hacerse un autotrasplante de médula ósea. Cuando le dieron de alta, en una ceremonia muy emotiva que siempre realizan los médicos en el hospital, les agradeció porque, según dijo, le cambiaron la vida.

Antes de llegar al autotrasplante, Daniel contó que estaba muy angustiado. “Fue algo duro; en mi caso tenía claro que quería hacerlo por y para mi familia”, remarcó el hombre de 55 años, quien sueña con poder ganar calidad de vida.

Daniel es el paciente número 9 operado en Tucumán. Ya son 11 los que recibieron autotrasplantes, y hay tres procedimientos más que se realizaran pronto.