A diferencia de Tucumán, donde existen decenas de clubes, el rugby santiagueño todavía está en desarrollo. Es cierto que el campeonato de Old Lions en 2023 –al vencer a Los Tarcos en la final– fue un gran avance en comparación con otras actuaciones. Sin embargo, el crecimiento no se restringe solo al conglomerado urbano de la Capital y La Banda –representado por Olímpico–, sino que Añatuya Rugby Hockey Club es uno de los referentes del interior profundo. En la previa al duelo entre Los Pumas y los Springboks, el entrenador Santiago Luna aprovechó para contar un poco sobre el desarrollo del club y los desafíos de formar parte del interior “profundo” de la provincia.
El rugby en Añatuya no es una novedad. Si bien fue institucionalizado hace 20 años –es decir, pertenecen hace dos décadas a la Unión de Rugby Santiagueña-, el deporte llegó a la ciudad hace casi medio siglo. “Todo se inició por un arquitecto cordobés, que había hecho rugby en su provincia. Éramos catorce que desconocíamos la pelota ovalada. Eso encendió la llamita y despertó la curiosidad de nosotros por el rugby. Así nacimos como un club nómade sin un espacio físico propio y pasábamos de cancha en cancha. Primero fue en un anfiteatro, después en una plaza, en el Aeroclub, la cancha de Talleres y, en 2004, nos establecimos”, comenta Luna, quien estuvo a cargo de la delegación de más de 300 niños. “Nuestro nombre formal es Club Atlético Jorge Newbery, porque es el club que nos prestó la personalidad jurídica, pero siempre fuimos conocidos como Añatuya Rugby”, añade.
Los últimos 20 años fueron de puro crecimiento en infraestructura para el club añatuyense: cuentan con una cancha de dimensiones oficiales, tres canchas chiquitas, un gimnasio, dos vestuarios, una sala médica, dos quinchos… “Tenemos el proyecto de inaugurar una cancha más en los próximos meses”, indica Luna, quien reconoce que la camiseta del club fue variando con el paso de los años, aunque se mantuvieron el celeste y el blanco como colores oficiales. “En la década de 1980, la camiseta era totalmente blanca. Era de friza, esa tela que se usan para hacer los pijamas, y tenía un parche que se hacía con una bolsa de arpillera. En ese momento, el equipo se llamaba Quebrachos Añatuya Rugby. Después adoptamos una casaca similar a la de San Isidro Club. Hoy seguimos manteniendo ese patrón, pero ya no tenemos el negro”, indica.
Si bien el partido entre Los Pumas y los sudafricanos fue el plato fuerte de la jornada, el viaje también se aprovechó para afrontar algunos cotejos contra Santiago Rugby Club. “Llevamos cuatro colectivos en los que viajaron las infantiles, las juveniles y el plantel de Primera”, puntualiza. “El fin de semana que viene vamos a jugar la final del torneo local contra Old Lions y, después de varios años, la sede de la final va a ser Añatuya”, agrega.
Añatuya se encuentra a 181 kilómetros de la capital, que aloja a la mayoría de los clubes de la provincia, factor que complica el desarrollo del rugby. “Como mínimo tenemos cuatro horas arriba del colectivo para llegar y también nos cuesta horrores que los clubes vengan a competir a Añatuya. Es una lucha constante con la que convivimos. Por ejemplo, las divisiones infantiles no vienen hace años. Muchos dicen que tienen la predisposición de volver, pero siempre aparece uno que otro impedimento. Entonces, sólo tenemos cuatro encuentros en Santiago porque es el lugar más económico. Tucumán nos queda lejísimos porque son 370 kilómetros; Santa Fe y Córdoba también son carísimos. Por eso, habría que ver la manera de hacer que los equipos de Santiago del Estero nos visiten. Esta situación hace que sea muy complicado elevar el nivel de rugby porque son muy poquitos encuentros. A nivel juveniles, la situación cambia un poquito porque al estar institucionalizado los clubes si vienen a visitarnos”, explica. “Pasa algo similar con Sanavirones de Bandera, que es un club que está un poquito más lejos que nosotros. La Unión tampoco trabaja en el desarrollo de los clubes del interior. Nosotros siempre reclamamos que vengan a darnos capacitaciones o darnos cursos. La única vez que tuvimos cierto contacto fue en la pandemia porque era todo virtual, pero después casi nada”, añade.
Añatuya también tiene un proyecto de rugby femenino en el que actualmente cuenta con 15 integrantes. Asimismo, los añatuyenses buscan reactivar el hockey, una disciplina que paso de los años se fue perdiendo.
La ilusión de ver a Los Pumas en el estadio Madre de Ciudades
El buen presente del seleccionado despertó la fiebre en el club añatuyense por estar cerca de sus ídolos. Entre ellos, un grupo de la M-14 y la M-15 expresó la ilusión por ver al equipo. “Nos gusta mucho viajar para conocer y nos encanta compartir con los rivales. Pero, esta ocasión es especial porque venimos a ver a Los Pumas. Es una experiencia increíble”, dice Francisco Darenga, quien es uno de los “nuevitos” del equipo. “Empecé el año pasado y me enamore del deporte. Mi sueño es llegar a la Primera y jugar en un gran equipo”, añade.
Algo similar opinó Agustín Luna, de 13 años. “Hace nueve años que juego y ahora soy parte de la M-15. Mi sueño es llegar a un club de renombre y, por qué no, llegar a jugar en Los Pumas”, indica.
Una muestra de compañerismo
Allan Campbell es otro de los productos que exportó Añatuya Rugby. Hoy el rugbista defiende la camiseta de Los Teros, de Catamarca, pero mantiene un contacto frecuente con el club que lo vio nacer. “Estuve ahí desde los ocho años. En 2023 me mudé a Catamarca para sumar una nueva experiencia. Pero, aproveché la visita de Los Pumas para reunirme con mis excompañeros del club y pasar un buen momento”, expresa.
“En nuestra ciudad se vive muchísimo el rugby. Casi siempre está repleta la cancha. Es algo que nos gusta demasiado”, agrega.
Todo esto deja en claro que el rugby santiagueño busca expandirse a lo largo y ancho de la provincia. Eso sí, todavía hay retos por superar, pero tanto niños como experimentados esperan enriquecer la historia de Añatuya.