Manos a la cabeza, flashes de celulares y una sonrisa de punta a punta. San Martín de Tucumán salió a disputar el partido contra Agropecuario con hambre de gloria, un aspecto que parece haberse gestado en la semana y  también en los vestuarios. Claro; muchos de los fanáticos no terminaban de ubicarse en sus asientos y La Ciudadela ya se había convertido en una auténtica caldera.

¿El motivo? La exquisita definición de Matías “Caco” García, quien parece haber utilizado una potenciada máquina del tiempo.

En 2018, a los nueve minutos, había puesto en marcha la goleada sobre el “Sojero” por la ida de las semifinales del Reducido. ¿Y en esta ocasión? En apenas dos minutos, tras una gran jugada colectiva que incluyó cuatro pases en fila, “Caco” aprovechó el centro preciso de Junior Arias y le pegó de volea para nuevamente catapultar las ilusiones de todo Carlos Casares.

Con su velocidad, versatilidad y, sobre todo, su impecable pegada, García demostró ser un jugador que parece no haberse ido nunca de Bolívar y Pellegrini. A ese gran nivel del ex Belgrano, se le suman dos figuras que se volvieron incontrolables para la defensa de Pablo Vicó: Arias y Juan Cuevas.

El ex Gimnasia La Plata se mostró escurridizo desde el primer momento y además del pase al uruguayo en la construcción del gol de García, también aportó en varios ataques. Por su parte, el uruguayo demostró un trabajo incansable, aunque sigue sin poder meterla.

“El destino está escrito”, reza la popular frase y encaja a la perfección con lo que le pasó a Arias. La noche no era de él. Más allá de la asistencia, el delantero no pudo celebrar el propio por la performance de Germán Salort, quien tuvo una incontable cantidad de tapadas y también la colaboración del palo.

¿Goles que errás, goles que te hacen? Pero está vez no… A pesar del mano a mano desperdiciado por Gonzalo Rodríguez, sus compañeros se encargaron de ir a buscar el partido y, sobre todo, de sostener el marcador.

Como un sello en el juego de San Martín, otra vez Matías Ignacio García cortó todo en el medio y aportó en la distribución del juego, con la colaboración de Gustavo Abregú. Además, los laterales Lucas Diarte y Gonzalo Bettini pasaron con convicción al ataque.

La dupla de centrales no tuvo demasiado trabajo, al menos, hasta los últimos minutos. El ingreso de Pablo Hernández le permitió a San Martín aprovechar los espacios, pero no así en la zona de definición. Fedele equivocó los caminos y “Tucu” estuvo a nada de marcar su primer gol en La Ciudadela, pero le faltó convicción en el cabezazo.

¿La contrapartida de esas dos situaciones? El “bombardeo” constante al área de Darío Sand, que Agustín Dattola y Juan Orellana, resolvieron sin problemas.

El “Santo” mostró falencias sin la pelota en los pies y eso le podría haber costado un empate. No obstante, después habrá tiempo para pulir esos pequeños (pero importantes) detalles.

San Martín no se saca el traje de candidato desde hace tiempo. A pesar de que no golea (podría haberlo hecho esta vez) cumplió y mira cada vez de más cerca la hipotética final por el premio mayor.