Tres millones de dólares por segundo se gastan en la producción de armas nucleares. Miles de armas se venden en el mercado negro para narcos y asesinos. Miles de padres en EEUU regalan armas a sus hijos. Varios dirigentes políticos han emprendido persecuciones y otros, matanzas en guerras inexplicables como la de Ucrania, o la de Gaza pero hay varias más sin tanta “prensa”. Pareciera que estamos desesperados por extinguirnos. A esto debemos sumarle la destrucción del medio ambiente, nuestro verdadero sustento de vida. En África, Asia y América del Sur, hay gente que pasa hambre y niños desnutridos que mueren. Somos monos peligrosos, peligrosos para nosotros mismos. Las instituciones internacionales, tan inútiles hasta ahora, deberían emprender una campaña por la vida que frene tanta locura.

Esteban Tortarolo 

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