Los tiempos han cambiado y con ello existen nuevas formas en que el amor toma partido en una relación, o quizás solo existen conceptos más definidos para nombrar prácticas que ya eran frecuentes en la sociedad. Las alternativas a las relaciones afectivas monógamas se extienden en un amplio abanico, donde una de ellas es la agamia.

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La agamia es una nueva forma de vinculación amorosa un tanto particular. El concepto agamia procede del girego “a” (no, sin) y “gamos” (unión íntima, matrimonio). Así es que en este tipo de vinculación no existe un otro más que uno mismo. En este tipo de relación hay un completo desinterés por formar una relación afectiva con otra persona, una indiferencia por el "gamos".

La monogamia es la forma de unión que involucra a una única persona a la vez, mientras que la poligamia admite un mayor número de integrantes en el vínculo de manera simultánea. La agamia es la forma de vinculación partiuclarmente diferente ya que rechaza la idea de crear un gamos, de establecer un lazo con otra persona.  En este tipo de relaciones, el orden de prioridades es muy distinto.

¿De qué se trata la agamia? la nueva forma de vincularse afectivamente

De acuerdo a lo que explica la sexóloga de Diversual, Lucía Jiménez, la agamia tiene la particularidad de ser distinta a la soltería. Las personas que la practican “parten de la premisa de que tener parejas o vínculos románticos condiciona la expresión vital de la persona, modulando sus comportamientos en otros contextos y con otras persona”. En cambio, las personas solteras no necesariamente rechazan los vínculos que implican un otro y muchas veces pueden considerarse en un momento de transición, aspirando, por lo general, a establecer una relación.

Las personas que practican la agamia muchas veces no entienden la vida basada en la vinculación afectiva con un otro, o no comparten este tipo de deseos. Estas no consideran en sus planes el experimentar un vínculo único que muchas veces implica para los ágamos requistos definidos como una conexión especial, compartir proyectos vitales, generar una intimidad propia, un lenguaje emocional o compartir (o no) un vínculo sexual.

Pero la agamia no supone un rechazo a los vínculos y las personas que la practican no buscan aniquilar las relaciones, sino más bien que sus uniones personales se encuentran fuera del paradigma romantico. A la vez no desprecian las relaciones sexuales ni lo sentimientos amorosos si no que en ellas “prima el desarrollo de la sexualidad individual, dando más espacio y relevancia al autoconocimiento sexual y al disfrute del propio cuerpo”, resalta la especialista.