Lo mejor de la noche en el estadio de River fue el homenaje que se llevó Ángel Di María, ese gladiador que supo cambiar insultos y reproches por agradecimientos. “Angelito” recibió un tributo merecido para una carrera en la que supo cambiar reproches por elogios, tristezas por alegrías y decepciones por una catarata de títulos.
Pero después, durante los 90 minutos, el equipo estuvo a la altura de una velada histórica. Argentina le puso el broche de oro a una jornada que será recordada a lo largo de la historia. El 3-0 sobre Chile confirma todo lo bueno que viene haciendo el equipo de un tiempo a esta parte y deja en claro que los dirigidos por Lionel Scaloni están varios escalones arriba de sus rivales en Sudamérica.
La Selección fue superior de principio a fin contra una selección chilena que no encuentra su lugar en las Eliminatorias.
El golazo de Alexis Mac Allister (por la concepción de la jugada que incluyó un amague cinco estrellas de Lautaro Martínez), en el inicio del complemento, fue el premio para un equipo que durante la primera etapa había armado prácticamente un monólogo en el campo de juego.
El hincha que fue al estadio en la fría noche de Buenos Aires disfrutó de una jornada que quedará en las páginas de la historia “albiceleste” por el reconocimiento que recibió uno de los jugadores más trascendentes de los últimos años del seleccionado.
Fueron muchas las emociones que se mezclaron durante la velada. Hubo lágrimas, sonrisas, nostalgia y también alegría por el rendimiento de un equipo que juega casi de memoria.
En esta Argentina cada futbolista sabe perfectamente lo que debe hacer en el campo y eso hace que los rivales se sientan inferiores desde que saltan al campo de juego.
Eso pasó con la “Roja” que desde el inicio del juego demostró demasiado respeto por los campeones del mundo y dos veces “reyes de América”. Chile no salió a jugar, esperó, se replegó y vio cómo Argentina mordía en cada rincón de la cancha y aceleraba causando zozobra y peligro sobre el arco de Gabriel Arias.
El 4-4-2 que plantó Scaloni en cancha fue casi un decir. Porque en esta Selección no hay posiciones fijas. Los jugadores rotan y eso hace que genere superioridad en cada sector de la cancha. Además, Argentina muestra una intensidad y una velocidad impactante, y esa fue otra de las grandes diferencias que hubo con Chile.
Los duelos en los que juega la Selección tienen un ambiente diferente. No es el típico clima de cancha, sino uno mucho más relajado. Es verdad que la “pica” y el duelo de hinchadas con el puñado de chilenos que estuvieron en la tribuna Centenario alta no faltó. Pero en el Más Monumental hubo muchas familias y grupos de amigos; esos que se fueron satisfechos por una noche a la que no le faltó absolutamente nada.
Claro, faltando poco más de cinco minutos la “bomba” de Julián Álvarez encontró la red luego de besar el palo. Y en tiempo de descuento Paulo Dybala le hizo honor a la “10” y con un zurdazo decoró la goleada. La fiesta fue completa y tronó el “dale campeón”.
Los fanáticos que fueron a despedir y a homenajear a Di María disfrutaron de una noche que será eterna; por lo emotiva, por lo histórica y porque a esta selección el hambre de gloria no se le termina nunca.