“Es un trabajo comprometido, honesto, que muestra sin miedo las tensiones y realidad de lo que pasa en las instituciones educativas. Pongo en evidencia los problemas y visibilizo las maneras que tiene la docencia de resolverlos”. Así define Alejandra Huespe a “Entre libros y letras”, volumen editado por el sello marplatense Diapasón que presentará esta tarde. Se trata del trabajo con el que obtuvo el Doctorado en Letras, una investigación de un año y medio que la llevó a insertarse en el día a día de tres escuelas públicas de la capital. Huespe ya tenía experiencia en el área de alfabetización del Ministerio de Educación y le vino muy bien para enfocarse en un tema específico: la enseñanza de la lengua y la literatura en el inicio del trayecto escolar, primero y segundo grado.
- ¿Cuáles fueron las primeras cuestiones que encontraste?
- Una de las primeras cosas que me llamaron la atención es que todas las docentes trabajaban lo mismo y de la misma manera. No había ninguna adecuación a los contextos tan distintos, incluso enseñaban los mismos temas con las mismas actividades y los mismos textos ¿Qué pasa acá?, me pregunté. Ahí comenzó el rastreo desde un punto de vista etnográfico, lo que me interesaba era la voz del maestro, o sea que trabajé desde el punto de vista de la enseñanza, no del aprendizaje.
- ¿Cuáles eran las claves de aquel momento?
- Hacía mucho ruido la reglamentación que unificaba el primero y segundo grado, una medida muy resistida por la docencia porque se hizo un solo bloque pedagógico y eliminó la repitencia en el primer grado. Una cuestión instalada es que la repitencia garantiza el aprendizaje y no siempre es así. Si vos no cambiás la metodología, el estudiante que fracasó no va a avanzar. Hay que analizar el caso. Además, para un niño que a los seis años repite el curso son más importantes las consecuencias a nivel subjetivo y afectivo, que hacen que ese estudiante se sienta un mal alumno, lo que condiciona el resto de su trayectoria. O sea, queda estigmatizado como el repitente.
- ¿Qué detectaste del trabajo específico de la docencia?
- Hay un montón de desarticulaciones entre lo que el docente escribe en su planificación anual en su carpeta y después lo que realmente hace. Ahí empiezo a entender por dónde va la cosa. Las docentes se aferran mucho a la receta, entonces toman secuencias didácticas armadas, las fotocopian, se van pasando ese material y de esa manera enseñan lo mismo en casi todas las instituciones.
- ¿Cómo incide eso en el aula?
- Cuando le consultaba a la docente en una entrevista qué entendía por leer, la devolución era la normativa que venía del Ministerio de Educación. Por ejemplo, en ese momento estaba prohibido enseñar ejercicios de aprestamiento vinculados al enfoque fonológico, o sea la cuestión de enseñar las vocales y el abecedario. Era algo que estaba totalmente vetado. Las docentes no sabían cómo salir de esas matrices, que eran la manera en las que ellas habían aprendido. Entonces generaban actividades ocultas; hacían cuadernillos secretos, armaban material que ocultaban y que mandaban de alguna manera omitidos para la casa. Ahí tenían los ejercicios de aprestamiento y el trabajo con vocales sueltas.
- ¿Y en el caso de la literatura?
- La literatura siempre ha estado subyugada a la enseñanza de lo fonológico; o sea que la literatura como forma de arte o lectura vinculada al disfrute se dejaba de lado para buscar textos que tuvieran la mayor cantidad de letras, que era lo que se quería enseñar. Entonces, cuando llegaba un material rico en significados, literatura de buena calidad, las docentes no sabían cómo trabajarla. Entonces armaban textos paralelos a partir de un cuento.
- ¿Por ejemplo?
- En el libro pongo el caso de La bruja Eulogia, un relato que tiene que ver con duendes, brujas y princesas; son textos que se usan mucho. Los docentes lo transformaban y decían: a) Eulogia no sabe cantar: e) Eulogia no sabe leer; i) Eulogia no sabe escribir; y así, hasta la u) ¡Eulogia eres tú! Ahora, ¿quién va a tener ganas de aprender a leer y escribir si primero le dicen “Eulogia no sabe leer”, y al final “Eulogia eres tú”? No importaba lo que decía el texto, importaba que estaban las vocales ordenadas y aisladas para poder trabajar en el pizarrón.
- ¿Cómo fue el contacto con las maestras?
- Me ha costado mucho lograr que ellas se sinceren y me hablen de los problemas. Siempre cuento una situación muy reveladora. Al llegar yo me sentaba en la sala de maestras y así estuve un mes, pero nunca venían las docentes de grado. Hasta que me di cuenta de que ellas habían armado una sala paralela en otro lugar. Un día llegué a obtener la confianza para que una me invitara, entonces me llevaron al fondo de la escuela. Justo la sala de maestras estaba a la par de la Dirección; mal hecho, las docentes huyen porque quieren tener su espacio. Bien, ingresé a ese lugar y me encontré con la mesa con mantel, la pasta frola, el mate, el café y el catálogo de Avon.
- ¿Y en relación a lo de la enseñanza de la lengua qué les pasa?
- La alfabetización es un universo enorme, complejo y sumamente político. Para algunos estudiantes sirve enseñar las vocales; pero otros ya vienen alfabetizados de su casa o del jardín de infantes. Aquí aparecen las tensiones entre el deber ser de las docentes, lo que ellas saben que tienen que hacer porque hay una línea de política educativa muy marcada; y lo que ellas creen que es lo mejor. Para resolver esa contradicción tienen distintas estrategias. Por ejemplo, algunas usan el ocultamiento mandando los cuadernos por abajo. Estuve en reuniones de padres donde les decían: “por favor que nadie se entere de ese cuadernillito que tiene las vocales. Es para la casa, no lo comenten”. Después están otras docentes que trabajan con mayor creatividad.
El Gobierno fijó por decreto el nuevo salario mínimo para los docentes- ¿Y por dónde vienen las soluciones?
- Los docentes deberían contar con la oportunidad de elegir, porque son profesionales. Esta cuestión del enlatado que se baja del Ministerio los corre totalmente de la construcción del currículum en general. No pueden elegir cortes de texto y decir: “encontré un texto que está mejor o que me gusta más o que yo como docente-lector siento que me entusiasma más y quiero compartirlo con mis alumnos”. Siento que no se ha trabajado ese empoderamiento que va de la mano de una buena formación académica y epistemológica, pero también política. Ellos tienen que ser dueños de elegir a conciencia porque son los que conocen a sus estudiantes.
Presentación: esta tarde en el Centro Cultural Rougés
“Entre libros y letras” se presentará hoy a las 19.30 en la sede del Centro Cultural Rougés (Laprida 31), con la participación de María Jesús Benites y Martín Aguiérrez y coordinación general de Ana María Chehin. Allí se propondrá un diálogo con la autora, Alejandra Huespe, y también habrá un momento musical. La entrada es libre.