“Estoy esperando que llegue para darle la sorpresa”. Simón Fernando Rougés, con una mezcla de emoción y de orgullo, aguardaba el momento de compartir una noticia que haría brillar aún más su felicidad. Se había quedado con el primer puesto del Abierto del Norte en la categoría aficionados de 17,1 a 36,0; un logro que coronaba su esfuerzo y dedicación en el golf. No obstante, para él la verdadera satisfacción no radicaba sólo en el triunfo, sino en poder compartirlo con su esposa, María Eugenia López y con su hijo Fernando, de apenas dos años.
María Eugenia es mucho más que su compañera de vida. Es su fuente inagotable de inspiración y de apoyo. Ella ha estado a su lado en cada desafío, motivándolo a superar sus propios límites no solo en el golf, sino también en los otros deportes en los que Simón se destaca. “Nos fuimos de luna de miel a Berlín y él corrió la maratón allí”, recordó López sobre algunos de los momentos en los que hizo de sostén para su pareja.
Además de dominar los greens, una pasión heredada de sus padres Pedro y María Zavalía, Simón es un corredor de maratones internacionales, y un aguerrido zaguero central en el torneo de fútbol amateur de Las Cañas.
“Comencé en el golf a los 10 años porque mi papá y mi mamá jugaban. A los 17 lo dejé porque me fui a estudiar a Estados Unidos. Después estuve trabajando en el campo, hice un doctorado en ciencias sociales y volví al golf por insistencia de mi ‘viejo’. Cuando le conté mi resultado en el Abierto del Norte no me creía porque retomé el deporte recién hace un año y medio”, contó Rougés con una enorme sonrisa antes de enviar saludos a sus compañeros de equipo de Quebrachal Pasión Fútbol Club.
“Nos formamos en la Facultad de Derecho. Éramos alumnos de Salta, de Jujuy, de Buenos Aires y prácticamente de todas partes de la Argentina. Ahora, 20 años después, nos volvimos a reencontrar; más gordos, más viejos, con canas y todo. Pero sabemos defendernos en el fútbol 7”, relató sobre el grupo que disputa el Clausura de fútbol 7 +32 en las canchas de la avenida Presidente Perón. “Me perdí el partido del sábado, pero ellos me entendieron”, comentó el capitán del equipo, que también dedica gran parte de su tiempo a las carreras.
“Me entreno con Juan Pablo Juárez en la Pérgola. Ya corrí varias maratones en el país y en el exterior. Hice las de Buenos Aires, Catamarca, París, Berlín y Lima”, aseguró. Claro, en varias de esas carreras desde el otro lado de la valla, lo esperaba su fanática número uno: María Eugenia.
“Para mí siempre es una alegría acompañarlo porque siempre que él tiene expectativas, las cumple”, afirmó su compañera, que brindó detalles de su historia de amor con el flamante ganador del Abierto del Norte. “A Simón lo conocí porque se ‘coló’ en una fiesta de la residencia de Psicología y Psiquiatría. Desde entonces no nos separamos más. Para colmo, vivíamos en la misma cuadra y él tenía la cochera enfrente de mi casa. Sin embargo, nunca nos habíamos visto”, contó López, que vivió junto a Rougés una experiencia inolvidable en Alemania.
“El viaje a Berlín estaba planeado porque él tenía que correr, y justo nos casamos antes. Nos pusimos de acuerdo en que él haría la maratón y, de ahí, comenzaría la verdadera luna de miel. Imagínate lo que fue la primera semana. Teníamos que estar tranquilos para que él pudiera enfocarse en la competencia”, relató María Eugenia sobre el abogado y becario del Conicet.
A pesar de su alegría por Simón, hubo momentos en los que el deporte la preocupó. “Me pasó en carreras donde él no volvía. Recuerdo que corrió una de Trail Run en Catamarca y me había dado un tiempo estimado. Pasaban los minutos, no aparecía y me preocupé. Cuando lo vi, me volvió el alma al cuerpo”, recordó.
La felicidad del golfista de 41 años se amplía cuando comparte sus logros con aquellos a quienes más ama. Para él, cada trofeo es un símbolo; no sólo de su esfuerzo, sino del apoyo inquebrantable de su familia. Ese sentimiento quedó evidenciado en el Abierto del Norte. “Era una cuenta pendiente ganarlo y quería hacerlo de la mejor forma”, concluyó con una sonrisa de oreja a oreja.