Pompeyo Audivert se retuerce en escena, no sólo en su trabajo físico y estético sino principalmente en lo intelectual. Compone a los diversos personajes de uno de los mayores clásicos de William Shakespeare, en una versión unipersonal que lo empuja hacia límites hasta difíciles de explorar, donde la locura, la pasión, las obsesiones y la muerte rondan la escena para completar uno de los espectáculos más subyugantes e intensos que se pueda ver.
“Habitación Macbeth” vuelve a Tucumán, y nuevamente lo hace hoy a las 21.30 en el teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy), con promoción en entradas 2x1 con Club LA GACETA. Su detallista y meticuloso trabajo basta para llenar todo el escenario, casi despojado de elementos; sólo lo secunda Claudio Peña en música original.
“A través del cuerpo de un actor (encontrado en la fosa del teatro), las Brujas Fatídicas del páramo de huesos representarán la tragedia para el goce, deleite y catarsis metafísica de nuestra majestad creadora Hécate, vulgarmente conocida como El Público”, anticipa sobre su versión del texto clásico, reescrita en tiempos del confinamiento por covid, en su estadía en Mar del Sur y frente al Atlántico al que le decía los textos.
Audivert conceptualiza su entender docente del teatro como “un piedrazo en el espejo “ que abarca los distintos rincones creativo, como las formas de producción, la máquina teatral, la potencia poética, la máscara actoral y el ritual presencial. En ese sentido, identifica al “actor como habitación posesa, habitáculo de encarnaciones, punto de encaje de un trance colectivo”. “‘Macbeth’ es la obra perfecta para este cometido teatral: somos actores de una tragedia circular que ya está escrita, habitados por fuerzas que viven larvadas en nosotros, rémoras de un crimen social que fundó nuestra perspectiva histórica y no cesa de producirse, somos una sociedad Macbeth, nacida de una voluntad de poder compulsiva, cargada de un imperio que no admite rechazo”, describe.
- Venís caminando el país con esta obra, ¿cómo va cambiando desde su construcción frente al mar en pandemia?
- Sí, desde hace más de tres años venimos haciendo “Habitación Macbeth” por todo el país, es una gira cada vez más intensa y hermosa pues la obra va intensificándose en su hacerse. Por un lado se van produciendo en su estructura pequeñas modificaciones que, en todo este tiempo, significan cambios bastante notables para quien la haya visto al comienzo.
- No es la misma que cuando se estrenó...
- Las obras de teatro no dejan de crecer secretamente en sus aspectos formales y por otro lado hay cuestiones que no son estrictamente de forma -por más que repercutan en ella-, sino vinculadas a la experiencia, a las percepciones y novedades en la interna de esta experiencia tan singular que es la de transformar mi cuerpo y mi ser, en una habitación de encarnaciones, en un teatro. Es un goce muy hondo y cada vez más intenso hacer esta obra; y es en esa medida que siguen vivas y vibrantes las funciones.
Pompeyo Audivert: “Hacer Habitación Macbeth es un reto y una experiencia distinta cada noche”- Hay contextos que cambian y exceden la idea artística inicial, pero inciden en su interpretación al momento de apreciar una obra. En “Macbeth”, un hombre y una mujer luchan para conseguir el poder absoluto. ¿Se puede leer esa idea con la realidad argentina actual, con Javier y Karina Milei en el poder, personajes que tenían esa relevancia cuando reescribiste la obra?
- Supongo que sí. Shakespeare es un autor transhistórico, atraviesa las épocas con una vitalidad y actualidad inusitadas, siempre le está hablando al presente porque su señal es hacia la identidad de estructura, hacia eso que somos más allá del nombre propio. Siempre abre la sospecha de estar en una realidad teatro donde juegan su partida fuerzas ominosas que nos detentan para sus fines inenarrables. Esta realidad mundial es shakesperiana.
- ¿Tu multiplicación en diversos personajes te permite relatar su historia desde un espacio artístico especial?
- Así es, poder multiplicar mi cuerpo en siete personajes que llevan adelante las circunstancias de Macbeth me inscribe en un pulso de vértigo y deslinde que nunca había experimentado, en una zona abismal y sobrenatural de la actuación que revela un asunto de base de lo teatral: la sospecha de que la identidad yoica es un nivel ficcional destinado a paralizar nuestra naturaleza poética.
- Es una experiencia intensa que llega a la platea...
- Creo que el público comparte esta percepción pues se aviene a la experiencia y la disfruta, se identifica con ella, se produce una catarsis metafísica con los espectadores.
- En tu libro hablás de que “el teatro debe ser la piedra que rompe el espejo”. ¿El arte tiene esa labor, que incluye desafiar el mito de la mala suerte?
- El arte debe erigir un espejo para producir una unidad referencial con los espectadores, un punto de encaje de la percepción, un asunto reconocible, una convención; y luego el artista debe, a través de sus formas de producción, arrojar un piedrazo en ese espejo, no para perder la idea del reflejo, sino para relativizarla y señalar ese fondo misterioso de otredad que yace tras el espejo, esa zona de la que venimos y a la que volvemos todo el tiempo y que para mí es “CASA”. El teatro debe arrojar un piedrazo en el espejo para volver a casa, esa es la tarea. Por eso hago “Habitación Macbeth” de este modo.
- ¿Cuáles son los designios fatídicos que marcan el destino del país?
- Los mismos que marcan los destinos del mundo, nada más que con sus colores y particularidades locales, la compulsión del poder y sus designios e influjos a través de tantos canales de penetración en la mente de los seres desprevenidos que funcionan como un alimento. El sufrimiento es el alimento de la oscuridad que detenta el mundo. No obstante hay fuerzas luminosas que persisten y se multiplican: el arte es un aliento de esas fuerzas, su morada.
- En la obra aparecen espectros fantasmales que impulsan la acción. ¿Los argentinos vivimos atravesados por situaciones que en otros lados parecen sobrenaturales?
- Esa es nuestra virtud, nuestra singularidad social. Tenemos una historia muy hermosa, heroica y también trágica, contradictoria, como dice Leopoldo Marechal: “La patria es un dolor que aún no tiene bautismo”. Todavía no hemos encontrado nuestra unidad; mientras tanto la escena nacional es tragicómica.
- Tu abuelo homónimo fue un artista de referencia en la escuela de grabado que se creó en Tucumán en los 50, dentro de lo que actualmente es la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, ¿cómo es tu vinculación con la provincia?
- Soy un poco tucumano, mi familia materna vivió acá toda la vida, mi abuelo lo hizo por muchos años, aquí se conocieron mis padres y aquí pasé gran parte de mi infancia y de mi juventud. Tengo familia aún acá y amigos muy queridos. Estoy siempre en contacto con esta hermosa provincia.
- ¿La plástica es otra de tus pasiones, heredada de abuelo y padre?
- Siento que el teatro es un arte vinculado a la plástica, a la composición, a la luz y también a la poesía. Cuando dirijo me siento un poco un artista plástico, un grabador. En el grabado, que es como el teatro un arte popular, no hay un original: cada copia lo es, el taco de madera donde se graba con una gubia, la matriz es el equivalente al proceso de ensayos donde se fija la puesta en escena, que luego se repetirá una serie finita de veces. Y la luz del grabado es muy parecida a la del teatro. Creo que sí heredé ese oficio, aunque lo llevé para otro confín.
- ¿La construcción de personajes no es como aplicar un trazo sobre otro en una tela, un corte sobre otro en la madera?
- La construcción del personaje es un asunto compositivo físico que luego de establecido desata hacia adentro afectaciones, emociones y estados dramáticos, es una tarea que se de en el tiempo y en el espacio, que son los soportes metafísicos de nuestros cuerpos en son de estructura resonante, en son de volver a casa.
Maestro en escena
Director, actor, dramaturgo y docente, Pompeyo Audivert conduce el Teatro Estudio El Cuervo desde 1990. Entre sus puestas se destacan “La Señora Macbeth” de Griselda Gambaro; “Museo Ezeiza 73”; “Medea”; “Edipo en Ezeiza”; “Muñeca”; “Fin de partida” y “El Farmer” y muchas. Resume su propuesta pedagógica en el libro “El piedrazo en el espejo (Teatro de la fuerza ausente)”. Con “Habitación Macbeth” ganó los premios más importantes del país: Estrella de Mar, ACE (Asociación de Cronistas del Espectáculo), Trinidad Guevara, María Guerrero, Villanueva, Escuela de Espectadores, Siripo y Luisa Vehil. Además, recibió el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable en 2017.