La última campaña resultó un shock para la industria arandanera, pues se desarrolló de manera totalmente diferente a como se venía acostumbrado. Responsable de esto fueron las alteraciones provocadas por el fenómeno del “Niño” sobre la producción peruana. “El mundo se había acostumbrado a Perú como un proveedor seguro, que aportaba año tras año crecientes volúmenes a los mercados del norte”, explicó Betina Ernst, de TopInfo.

Pero el año pasado no ocurrió así. “Debido al efecto del ‘Niño’ en la primera parte de la campaña los rendimientos cayeron abruptamente; y Perú exportó un 40% menos que en el año anterior. Surgieron dos inconvenientes; por un lado, la merma; y por el otro, la imprevisibilidad. Fue necesario ajustar semana a semana los pronósticos”, añadió.

Esto explica el por qué el sector inicia la nueva campaña con cierta incertidumbre y ansiedad. ¿Cómo se presentará esta? ¿Se podrán anticipar momentos de escasez o de exceso de oferta? ¿Será necesario buscar más de un proveedor para asegurarse la provisión de fruta?

Perú

Por suerte el clima se normalizó. Se registró un invierno frío, incluso más frío de lo esperado. Los cultivos se están recuperando. Pero se observa un retraso madurativo marcado, dado que debido al “Niño” la poda se realizó varias semanas más tarde de lo habitual.

La nueva campaña se inició en mayo, pero con volúmenes pequeños que fueron aumentando lentamente. Hasta mediados de agosto se llegaron a exportar algo más de 12.000 toneladas (t), un 40% menos que el año pasado y menos de la mitad que el 2022. “El ritmo pausado se mantendrá durante fin de agosto y septiembre. Recién hacia fin de septiembre se normalizarán los envíos. Para octubre y noviembre se espera una mayor oferta, con volúmenes que superarán a 2023”, dijo Ernst.

Añadió que en este momento resulta difícil dar un pronóstico sobre el total a exportar. “Los expertos son cautos, ante los erráticos pronósticos del año pasado, sumado a que se siguen dando alteraciones climáticas. Pero todos indican que se superarán las 226.000 t de 2023/24. La duda está si se alcanzarán las 286.00 t exportadas en 2022/23 o si se logrará un nuevo récord, con una exportación de 300.000 t”, indicó.

Chile

Para Chile la temporada pasada funcionó como bisagra. “Por un lado, se frenó la tendencia decreciente de las exportaciones. Se había pronosticado otra caída, como consecuencia de la reducción de superficie y del recambio varietal. Pero esto no se dio. Se exportaron unas 86.000 t, volumen similar a la campaña previa”, dijo Ernst.

Por otro lado, señaló que los compradores del norte volvieron a interesarse más por Chile, dado que la incertidumbre de los embarques peruanos demostró que era demasiado riesgoso depender de un solo proveedor. “Los mejores precios pagados en 2023/24 en especial, durante la primera mitad de la campaña- devolvieron algo de la rentabilidad que había perdido el cultivo. Más de un productor que estaba en duda si salir del negocio, optó por quedarse”, contó.

Pero no todo fue positivo en la campaña pasada. “Aún es demasiado temprano para dar un pronóstico. La mayor parte de los cultivos están en reposo invernal. Solo en las regiones más precoces se inició el ciclo reproductivo. El invierno fue frío, con suficiente acumulación de horas de frío. También se registraron suficientes lluvias, lo que mejoró el balance hídrico y repuso parcialmente los embalses -muchos se encontraban en estado crítico-”, precisó.

Sudáfrica

En los últimos años el cultivo de arándanos se toró exitoso en Sudáfrica, con una constante expansión. Pero 2023/24 se presentó diferente. La tendencia ascendente de las exportaciones sufrió un revés. Por problemas climáticos Sudáfrica no pudo aprovechar el buen momento para los proveedores australes; su exportación se inició tarde y se mantuvo por debajo del año previo. La temporada del 2023/24 finalizó con un envío de 21.000 t, un 12% menos que en la de 2022/23. “Para la nueva campaña las perspectivas son favorables y se espera recuperar la producción y exportación”, dijo Ernst.

La Argentina

Luego de años de deterioro de las exportaciones ante la pérdida de competitividad, generada por problemas internos y creciente competencia externa, la campaña 2023/24 resultó un alivio. “Que la campaña argentina coincidiera con la peruana -el gran problema de los últimos años- esta vez resultó ventajoso. Al no disponer de fruta peruana, los compradores volvieron a mirar hacia nuestro país. Y las 6.300 t exportadas significaron un incremento de un 50%, respecto de 2022”, celebró Ernst. Pero precisó que se mantiene lejos de los niveles de hace unos años: “No se puede aumentar de un día al otro el volumen exportable”.

Este año se registró un invierno frío, con varias heladas intensas. “Si bien las plantaciones cuentan con protección de heladas no siempre estas resultan suficiente. Por ello, se estima que habrá una pérdida de un 10% a un 15%, en las variedades tempranas”, avisó.

Contó que la campaña se inició dos semanas más tarde, y que se está desarrollando a menor ritmo que en años previos, dado que el clima continúa fresco. “Se estima que a partir de septiembre los embarques adquirirán ritmo. Se pronosticó una campaña similar a la del año pasado o, a lo sumo, con un leve plus exportador”, dijo.