En Río Seco, Walter Mateo Córdoba, de 38 años, era conocido como un albañil de conducta “normal” y que “siempre se mostraba amable”. Sus trabajos eran prolijos y recomendados. Nadie recuerda que en algún momento haya estado vinculado con hechos de violencia. La Policía dijo que no registra antecedentes delictivos. Por eso en el pueblo causó sorpresa que ahora se encuentre involucrado en la desaparición y el crimen de la niña Luján Nieva.

Los indicios que reunieron los investigadores hasta el momento lo complican sobremanera. Ahora está aprehendido y hoy sería presentado ante la Justicia de Monteros para ser acusado formalmente por el homicidio. La gente da por hecho que se está ante el crimen más aberrante que se tenga memoria en el lugar. Se habla del “monstruo que se vistió siempre de oveja”.

Los habitantes de Río Seco no hacen más que llorar a Luján

“Nadie puede concebir aquí que haya cometido semejante barbaridad y encima a una criatura inocente, llena de vida”, sostuvo el comisionado comunal del lugar, Luis Mendoza. “Aquí lo conocíamos todos a este hombre que no generaba ninguna sospecha de que podía ser capaz de un crimen que nos deja a todos sumergidos en la angustia y el dolor. Todo es tristeza en este pueblo”, añadió el funcionario.

Mendoza vive en el barrio Virgen del Rosario, a pocos metros de la escena del hallazgo de los restos humanos. De ahí que conocía tanto a la niña y al sospechoso de su muerte.

EN RÍO SECO. El fiscal del caso, Miguel Varela, supervisó las medidas.

Algunos de sus vecinos le reconocían a Córdoba el esfuerzo y la responsabilidad que cargaba desde hace tiempo con tres niños: dos varones de 8 y 9 años y una menor de 11 años. Un cuarto hijo es criado por su abuelo, Javier Díaz. Eso ocurrió porque María Díaz lo abandonó cuando la criatura tenía tres meses.

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“Ella le dijo a Walter Mateo que se iba a hacer una diligencia a la Anses y no regresó nunca jamás. Lo dejó con las cuatro criaturas”, comentó un vecino allegado a la familia. “El día que desapareció Luján, María vino por aquí y yo la encaré para decirle con bronca que vaya a atender a sus hijos, que se haga cargo y los cuide”, comentó Analía Fernández, quien vive a apenas 100 metros del lugar de la casa de Córdoba.

Gladys Díaz, es tía de María y no quiso hacer ninguna referencia sobre su sobrina. Dijo que desconocía su paradero y las razones por las que se separó de Córdoba. Aseguró que nunca tuvo conocimiento de que su sobrina haya sido víctima de agresiones por parte de su ex cónyuge. Al menos jamás exhibió secuelas de violencia.

“Parecía normal”

Analía, en cambio, es la que más datos aportó acerca del presunto homicida. “A este tipo lo conozco desde que yo era niña y cursamos juntos la primaria en la escuela Osvaldo Magnasco. Nunca advertí en él alguna conducta que me llamara la atención. Puedo decir que parecía normal”, refirió. La mujer aseguró que en los últimos días, el ahora aprehendido y presunto homicida realizó trabajos en la casa de un pariente suyo. La hija de 11 años del sospechoso siempre iba a jugar en la casa de Analía con dos de sus hijos pequeños. Ahí se encontraban casi todos los días con Luján. La niña desaparecida regresaba desde la escuela Manuel Quintana y se dirigía directamente a entretenerse con su prima y sus amigas.

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El domingo de su desaparición, las criaturas esperaron vanamente a Luján para que los acompañara a la fiesta que organizó la comuna para los niños. “Ella nunca llegó. Cuando los chicos fueron a buscarla en su casa vinieron con la novedad de que estaba desaparecida. Ellos se rieron. Pensé que se trataba de una demora y que iba a aparecer. Pero en la fiesta, por los altavoces alertaban y pedían información acerca de la niña que seguía sin aparecer. Entonces me preocupé”, contó la mujer.

¿Hubo un beberaje?

En el barrio Virgen del Rosario hay vecinos que aseguran que en la casa de Córdoba hubo un beberaje el día de la desaparición de Luján. Sin dar nombres, plantean la posibilidad de que el alcohol y el consumo de sustancias prohibidas puedan haber contribuido a estimular la violencia en este hombre y en otros posibles cómplices.

Analía no está segura de la reunión. Pero a la versión la escuchó de otros vecinos. De todos modos contó que desde un principio orientó a la Policía hacia la casa de Córdoba. “Es que ella se dirigía al negocio de ‘El Mono’ y debía pasar por la casa de su tío. Nunca llegó al comercio y era muy posible que se haya quedado en su pariente. De ahí que se tenía que verificar ese domicilio desde un principio. Además unos hombres que estaban parados a pocos metros del negocio dijeron que nunca la vieron pasar”, comentó.

El domicilio fue allanado el martes, luego de que la Policía fuera a la casa de Córdoba a pedir que corrigiera el número de documento que había dado en una citación porque era incorrecto. Fue entonces que advirtieron que en el inmueble había restos de una mandíbula humana (un maxilar). Enseguida detuvieron a Córdoba y dieron aviso a la Justicia, la que ordenó un allanamiento a fondo. Ahí se dieron con lo macabro.

“Rogamos que esto no sea cierto y que Luján vuelva a casa”

“Era una niña, tenía 11 años, jugaba con sus compañeros. Nunca noté nada raro en el comportamiento de Luján. Estamos consternados”, señaló la maestra Miriam Ríos. “Le rogamos a Dios que nada de lo que se dice sea cierto y que Luján aparezca con vida. Todos deseamos que vuelva con sus padres y a nuestra escuela”, agregó la docente. Por último destacó que: “Luján era una chica buena, había quedado de grado, pero a pesar de haber repetido se notaba su esfuerzo por querer aprender y superarse. Era una buena compañera”.

Por otro lado, Gisel Córdoba, madre de la mejor amiga de la niña contó: “mi hija jugó con ella hasta el sábado, cuando se enteró de que su amiga había desaparecido se largó a llorar y ahora está en casa sin ganas de hacer nada. Ni le dijimos las cosas que se descubrieron ahora”.