En Argentina no hay piedad para los que transitan por la tercera edad. Ellos siempre pagan los platos rotos. Ni siquiera pueden recibir un mísero aumento del 8,1 % dispuesto por el Senado de la Nación. Nuestro Presidente perjudica a las personas mayores, al negarse a aprobar dicho incremento, aduciendo que es una estafa moral. Es muy fácil reducir el déficit fiscal, recurriendo a la licuación de los haberes de los jubilados. La decisión de Javier Milei de pretender bajar la inflación a costa de los ancianos, es un acto arbitrario. Estamos ante un gobernante que falta a la verdad al afirmar: “desde enero las jubilaciones han aumentado un 5% en términos reales”. La única realidad es que para los abuelos la pérdida en su poder de compra es más que evidente. Los grandes aumentos en las tarifas de luz, agua y gas, que tuvieron que abonar, son una clara muestra de que no tienen el dinero suficiente para llegar a fin de mes... están con los bolsillos vacíos. ¿Qué debería hacer un gobierno para que la gente en su vejez siga siendo tratada como persona? La respuesta es sencilla... ¡Respetar su dignidad, satisfaciendo sus necesidades básicas como seres humanos que son!

Hugo Modesto Izurdiaga                 

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