Rigidez en las piernas, dolor en las caderas y  manos inflamadas son algunos de los síntomas que pueden presentarse cuando transitamos la quinta década de nuestra vida. Estas experiencias pueden relacionarse con una afección común en esta etapa, la osteoartritis.

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“A medida que envejecemos, el único aspecto que no podemos cambiar es la cantidad de tiempo que hemos pasado junto a nuestra articulaciones. Así es que si tenemos 55, a la misma vez tenemos articulaciones de 55 años”, expresa Dominic King, médico y director de en el Instituto Clínico Cleveland de Ortopedia y Reumatología.

A partir de los 50 años enfermedades como la osteoartritis se vuelven más frecuentes

Así es que a medida que pasan los años, no solo es que nuestra piel o nuestro cabello cambian de apariencia, si no también nuestros huesos, músculos y articulaciones. Uno de los efectos del trasncurso del tiempo son los padecimientos como la osteoartritis comienzan a hacerse más notorios. Entre los pronósticos sobre la enfermedad, más del 80% de las personas mayores de 55 años mostrarán señales de la misma en radiografías.

La osteoartritis tiene sus inicios a los 40 años y suele desarrollarse lentamente a lo largo de muchos años. En esta afección se produce un desgaste del cartílago, una sustancia firme y elástica que recubre el extremo de cada hueso, componiendo las articulaciones. Este brinda una superficie lisa y resbaladiza que facilita el movimiento de las articulaciones y actúa como una almohada entre los huesos.

¿Qué es la osteoartritis?

¿Cómo es posible reducir los dolores de la osteoartritis?

Con la osteoartritis este cartílago se destruye y ocasiona síntomas como dolor e hinchazón, además de dificultades para mover la articulación.  A medida que el cartílago se desgasta, ocurren cambios en el hueso subyacente. Una de las consecuencias es el desarrollo de crecimientos óseos llamados espolones en la superficie del hueso cerca de la articulación.

Reducir los dolores depende de las estrategias que tomamos en nuestro día a día. Una forma de hacerlo es manteniéndonos activos, aunque suene un tanto contraproducente ya que supone aplicar un mayor estrés en nuestro o cuerpo. Pero estos vaticinios están alejados de los reales beneficios del ejercicio, ya que este es capaz de tratar la osteoartritis y preservar la salud de las articulaciones.

Esto se debe a que el ejercicio fortalece los músculos alrededor de las articulaciones, ayudando a reducir la presión sobre ellas. Esto a la vez puede promover el flujo de nutrientes en el cartílago lo que resulta beneficioso para contrarrestar la enfermedad.