Si se tratara de un equipo de Brasil, se podría decir la típica frase en portugués “tristeza nao tem fim” para describir el estado de ánimo del plantel de Atlético Tucumán al dejar el Gigante de Arroyito. Caras larguísimas, como hacía mucho tiempo no se veían en un post partido de Atlético, dieron cuenta del tamaño de la frustración por la derrota 1-0 encajada a domicilio frente a Rosario Central.
Lo que sobró en rostros cariacontecidos faltó en palabras. Los jugadores se fueron subiendo al micro uno a uno sin dar respuesta al ruego de declaraciones de los periodistas apostados en la zona mixta del estadio. Solo paró a hablar el uruguayo Franco Nicola, de promisorio debut en Rosario. Habituales declarantes como Renzo Tesuri, Marcelo Estigarribia o Nicolás Romero esta vez prefirieron llamarse a silencio.
“La calentura, cuando vos no ganás, está siempre. La calentura es por no haber ganado el partido, porque se vio que lo buscamos en todo momento”, había dicho momentos antes el entrenador Facundo Sava en una breve rueda de prensa.
La desazón tiene razón de ser. Porque los seres humanos nos acostumbramos rápido a lo bueno. Y más que buenos fueron los últimos tres meses y pico del conjunto del “Colorado”. Desde aquella derrota en el Kempes ante Talleres en mayo, solo siguieron victorias y empates. Del último tramo ni hablar, con cinco triunfos consecutivos.
Y en el momento de dar el salto, de abalanzarse hacia la cima, de aprovechar que Huracán no había podido ganar y Unión había caído goleado, Atlético no supo estar a la altura. No porque haya sido un desastre ni mucho menos, pero sí porque no logró romper la medianía en un partido ante un rival mediocre, que llegaba golpeado. Y tampoco el técnico, con sus cambios antes del partido y sus no cambios durante el transcurso del mismo, consiguió torcer el rumbo.
Faltó quizás un hambre todavía mayor para decir “esta es la mía”, para aprovechar una oportunidad dorada. Se esperaba que Atlético volara alto cual águila guerrera en la ciudad de la bandera para quedar arriba de todos, solito y solo, en la cima de la Liga Profesional, un placer que el “mundo decano” hacía un par de años que no sentía.
En realidad, el “Decano” salió decidido a aprovechar su envión y sacar provecho de las penas ajenas, en un escenario poco habitual, un Gigante de Arroyito sin colmar, en parte por el día y horario poco habitual, en parte por la época de vacas flacas del equipo local.
Pero tras un primer tiempo con altibajos y un complemento que arrancó con mejores perspectivas, el equipo falló en la puntada final, no generó demasiado peligro salvo ese remate de Nicola al que Brown le metió un guantazo salvador para que la pelota diera en el palo y evitara la red.
Podría haber sido diferente la historia si la visita hubiera sido favorecida –probablemente con justicia- con un penal ante la visible mano de Jonathan Gómez sobre el final del primer tiempo. Quién sabe. Los memoriosos recordaron que el mismo Jonathan, cuando vestía la camiseta de Racing, cometió un penal similar en un clásico ante Boca, “barriendo” el balón en el piso e impidiendo que Sebastián Villa convirtiera para la visita sobre el final. Fernando Rapallini (y el VAR) tampoco juzgaron entonces que hubiera penal.
Fue tan malo lo de Rosario Central en el complemento, que la gente cantó el tradicional “movete ‘Canalla’ movete” relativamente temprano. El grito no funcionó como despertador, quizá sí algunos de los ingresos dispuestos por Matías Lequi, cada vez menos interino (al menos seguirá hasta fin de año).
Las salidas de varios mayorcitos y el ingreso de jovencitos (como el autor del gol Juan Giménez, de la cantera de Central) oxigenaron un equipo que se había quedado sin piernas y jugado con pocas ideas. Atlético fue más, pero siguió resintiendo la partida de Joaquín Pereyra y el ingreso tardío del “Pulga” Rodríguez, quien recién saltó a la cancha, al igual que Justo Giani, cuando la historia estaba juzgada.
Cuando ya no quedaba nada para rescatar por Atlético de su incursión rosarina, resonó en la zona mixta la voz de la interesante promesa venida de Uruguay. “Me pareció un partido injusto, atacamos y defendimos bien, creo que merecimos más”, declaró Nicola.
“Me estoy adaptando a la intensidad del fútbol argentino. Me voy con sensaciones buenas, de no ser por la que no entra en el arco, creo que hicimos un partido bueno en general y el equipo dejó todo dentro de la cancha”, agregó el futbolista proveniente del Liverpool uruguayo.
Quizá faltó fútbol y algo de decisión para ser puntero.