Por Abel Novillo

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Cuando se produjo la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, Juan Bautista Alberdi se encontraba refugiado en Valparaíso, Chile, alejado de la maledicencia de Rosas que habíale decretado su condena a muerte en el sitio en que se lo encuentre. No se podía tomar a la ligera semejante amenaza, asumiendo que su amigo del alma y gran valor de las letras argentinas, Florencio Varela, ya había sido asesinado en Montevideo por los esbirros del Restaurador, el 20 de marzo de 1848, factor que apresuró el cambio de aires de Alberdi, de Montevideo a Chile, donde se consagró por entero a concluir su famoso y oportuno libro Bases, aparte de su dedicación a la práctica de su profesión de abogado.

Trabajaba en la culminación de su importante libro con una innata inquietud y advertencia de que, algún día, serviría para la institucionalización definitiva de su país.

Por qué leer a Alberdi hoy

Conocido el resultado de ese poderoso enfrentamiento armado, que fuera la batalla más grande librada en Sudamérica, donde intervinieron las huestes más numerosas que históricamente combatieran en nuestro territorio, y en la Sudamérica toda, con el lamentable saldo también del mayor número de muertos y heridos, toda América se convulsionó. Para algunos representaba un cambio alentador; para otros, por el contrario, configuraba pérdidas importantes, especialmente en sus negocios políticos y comerciales.

El 30 de mayo de ese mismo año de 1852, Alberdi le escribió una carta a Urquiza: “Señor General: los argentinos de todas partes, aún los más humildes y desconocidos, somos deudores a V.E. del homenaje de nuestra perpetua gratitud, por la heroicidad sin ejemplo con que ha sabido restablecer la libertad de la Patria, anonadada por tantos años. En cortos meses ha realizado V.E. lo que en muchos años han intentado en vano los primeros poderes de la Europa y un partido poderoso de la República Argentina. El que tal prodigio ha conseguido, ¿por qué no sería capaz de darnos otro resultado, igualmente portentoso que en vano persigue hace cuarenta años nuestro País? Abrigo la persuasión de que la inmensa gloria -esa gloria que a nadie pertenece hasta aquí- de dar una Constitución duradera a la República, está reservada a la estrella feliz que guía los pasos de V.E.

Con este convencimiento he consagrado muchas noches a la redacción del libro, sobre las bases de la organización política para nuestro país, que tengo el honor de someter al excelente buen sentido de V.E.”

La contribución institucional que ofrecía Alberdi no podía haberle llegado a Urquiza en momento más oportuno. Le contestó que “él estaba al frente de la grande obra de constituir la República” y le alaba las Bases diciendo: “no ha podido ser escrito, ni publicado en mejor oportunidad”. Agregaba Urquiza en otra parte de su carta: “usted hallará siempre en mí un apreciador de sus talentos y de su patriotismo y en tal concepto los sentimientos sinceros de su afectuoso compatriota y amigo”.

Poco después, el 13 de agosto de 1852, Urquiza quiso nombrar al tucumano encargado de los negocios de la Confederación Argentina ante el gobierno de Chile.

Sobre tal designación, Alberdi le escribió a su amigo Félix Frías una carta en la que le comentaba: “Mi libro me ha valido el nombramiento de encargado de negocios cerca de este país; no sé si admitir este empleo, que perjudica mis intereses pecuniarios, pero veo en ello una distinción por los trabajos de la inteligencia, que me hace pensar bien de Urquiza. Por lo que veo y me escriben muchos de Bs. Ayres hay que esperar todavía muchas cosas de ese hombre”.

Históricamente, Alberdi al fin no aceptó el nombramiento propuesto, ya que en verdad le perjudicaba en esos momentos en sus actividades profesionales, asumiendo que el tucumano no poseía otro medio de vida. Pero, más adelante, el 1° de mayo de 1853, ya organizado el primer gobierno constitucional, por decreto refrendado por el Vice Presidente del Carril y por el Ministro de Relaciones Exteriores, Juan María Gutiérrez, se nombró a Alberdi Encargado de los Negocios en Francia e Inglaterra.

El propósito de este artículo tiene dos finalidades básicas y predominantes: comentar con el lector hechos históricos auténticos y debidamente documentados en lo que hace a nuestro interés por uno de los tantos sucesos constitutivos de la República Argentina y, por el otro, advertir en las transcripciones de esos documentos, la sobriedad del trato entre las personas intervinientes, quizás en las fronteras de un rígido engolamiento, pero que, sin embargo, da credibilidad y fe en las ideas y en las intenciones de quienes son capaces de expresarse de tal manera, fundamentalmente me refiero al respeto.

El 1° de mayo de 1853, se juró finalmente la esperada Constitución, punto de partida de la auténtica organización nacional. Por entonces, Alberdi se encontraba entre el grupo de argentinos que le prestaron su juramento el 9 de julio de 1853, en la ciudad de Valparaíso.

Sería un acto de justicia reconocer que la recopilación y ordenamiento del libro Bases, según lo ordenado por Urquiza, lo efectuó un joven de 30 años de edad, abogado santiagueño, José Benjamín Gorostiaga, que tuviera preponderante actuación en la redacción final de la Constitución llamada del 53 y que más adelante fue constituyente para la modificación de la Constitución. Luego fue un tanto olvidado por la Historia oficial argentina. Quizás porque se trataba de un hombre muy allegado al santiagueño Manuel Taboada, un dirigente muy cercano a Rosas.

Pero poco tiempo más tarde fue ministro de Mitre y, cuando a Sarmiento le tocara desempeñarse como primer magistrado, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Ya alejado de la presidencia de la Corte, sería uno de los organizadores del movimiento que produjo la renuncia como presidente de la Nación de Juárez Celman. También, en 1890, fue uno de los fundadores de la Unión Cívica, importante partido político que luego en 1891 se separaría en dos facciones, con el liderazgo de Mitre por un lado, y de Leandro Alem por la otra; pero claro, esa ya es otra historia.

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Abel Novillo – Historiador.

Bibliografía:

- Alberdi, Juan Bautista - Memorias y Documentos en Escritos Póstumos - Buenos Aires – 1901.

- Mayer, Jorge M. - Martínez, Ernesto A. - Cartas Inéditas de Juan Bautista Alberdi a Juan María Gutiérrez y a Félix Frías - Buenos Aires, Luz del Día - 1953-

- Cárcano, Ramón J. -Urquiza y Alberdi - Intimidades de una política.

- Bosch, Beatríaz -Alberdi y Urquiza, una amistad epistolar - Santa Fe -1963-

- Del Valle Itúrrez de Cappellini, Ada R. (13 de mayo de 2013). «Proyecto de Declaración en Homenaje de José Benjamín Gorostiaga». Cámara de Senadores de la Nación Argentina.