“¿Dónde queda la parada ahora?”, preguntó Antonia, una mujer de 63 años, que acostumbraba tomar el colectivo en la calle Crisóstomo Álvarez al 500. Estaba desorientada. Y enojada porque tenía que caminar una cuadra más bajo la lluvia. Hubo confusión, preocupación y descontento entre vecinos, comerciantes y usuarios del transporte público de pasajeros. Pero no se registraron mayores trastornos. Ayer se concretó el cambio de circulación de las calles Crisóstomo y San Lorenzo. En el centro, estas dos arterias lucieron distintas. Mientras que la primera amaneció mucho más tranquila que de costumbre, en la segunda hubo más tránsito que el habitual.

Hubo algunos bocinazos y conductores que intentaron girar en sentido contrario, pero no se reportaron siniestros viales ni mayores dificultades. “Hacen el amague para doblar, y enseguida se dan cuenta de que hay un cambio de sentido de la calle”, explicó Gabriel Amaya, uno de los oficiales de la Patrulla de Prevención Ciudadana (PPC) que ayer se apostaron en distintas esquinas para orientar a los conductores. Según su opinión, que ahora la Crisóstomo tenga sentido de este a oeste la hizo mucho más fluida y menos peligrosa.

Los conductores también se mostraron a favor de la medida. “Que hayan sacado las líneas de colectivo fue determinante. Ahora se convirtió en la vía más rápida para salir del centro”, evaluó el taxista Jorge Romero.

Cambios de sentido de Crisóstomo Álvarez y San Lorenzo: “Pocos vehículos circularon a contramano”

A quienes no les agradó para nada el cambio fue a muchos comerciantes de esta arteria, que después de 36 años volvió a tener el sentido original. Federico Martínez, de un quiosco ubicado en Crisóstomo al 600, siente que este cambio lo perjudicará ya que el comercio está justo ubicado donde antes había una parada de colectivo. “Sobre esta calle había muchas líneas de ómnibus. La gente ya estaba habituada a eso, incluso acá están todos los locales disponibles para cargar la tarjeta ciudadana. Creo que este cambio no durará más de un mes”, opinó.

La calle San Lorenzo, que desde ayer tiene un sentido oeste-este, también se mantuvo en orden en la zona del microcentro. Sobre esta arteria había personal vial en cada esquina. Según informó Ricardo Fresneda, director de Tránsito de la Municipalidad, eran aproximadamente 80 oficiales distribuidos entre esta calle y la Crisóstomo Álvarez.

DISTRAÍDOS. Algunos conductores se confundieron y olvidaron que las calles habían cambiado.

El empleado municipal indicó que el trabajo del personal para orientar el tránsito continuará durante la semana que viene. “Hay un alto acatamiento en este cambio. Mucha gente ya está informada, así que no hubo mayores inconvenientes”, resaltó.

Para los ciudadanos, todo es cuestión de tiempo y costumbre. Por ejemplo, Nancy Toscano esperaba el colectivo en la San Lorenzo al 400 luego de acompañar a su hija de 11 años a la escuela. “Vine sólo para que no se confunda; ella viajaba sola en el 6, que la dejaba al frente de la escuela, así que ahora tiene que hacer una cuadra más”, contó.

A una cuadra de ahí, donde ya no puede estacionar, una mujer quiso detenerse sobre la línea amarilla y fue alertada por un agente vial. Las consultas que más les hicieron a los efectivos tenían que ver con las nuevas paradas de colectivo. También sugirieron que haya más señalización.

Preocupación y descontento por el cambio de sentido en San Lorenzo y en Crisóstomo: ¿qué opinan los tucumanos?

“Deberían poner una flecha más grande con los nuevos giros. Por ejemplo, los que vienen por la Congreso, al llegar a San Lorenzo se topan de frente con que deben doblar a la derecha y no a la izquierda. Pero, de ahí en más, pienso que todo cambio cuesta y la educación vial también. Mientras estén ellos (por los de tránsito) todo va a estar bien; cuando no estén será el problema. Ya voy viendo dos vehículos que giraron mal”, dijo Carmen Oris.

Una calle muy angosta

El cambio de sentido de estas calles forma parte de la segunda etapa del Plan Integral de Movilidad Urbana (PIMU), implementado por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, que tiene por objetivo descongestionar el tránsito en el centro.

Las medidas, que también incluyeron modificaciones en la calle Las Piedras, generaron muchos trastornos en esta arteria, principalmente porque por allí circulan ahora las líneas de ómnibus que antes se trasladaban por San Lorenzo.

Según los vecinos, la calle es muy angosta para soportar el constante paso de los vehículos de transporte. Esto generó ayer un caos, especialmente en las zonas donde hay colegios (a la altura del 100 y hasta el 300). Había vehículos mal estacionados y hasta en doble y triple fila. Los peatones, en tanto, se la rebuscaban para cruzar sanos y salvos, con sus hijos de la mano.

En la intersección de Chacabuco y Las Piedras, al 600, por ejemplo, la falta de información clara sobre las paradas de colectivos se convirtió en un problema. Claudia comentó que tuvo que recorrer varias cuadras para encontrar una parada sin ninguna señalización visible. “Antes esperaba el 102 en San Lorenzo entre 9 de Julio y Congreso, pero ahora he tenido que adivinar donde para el colectivo. No hay carteles, y cuando finalmente encontré la parada, ni siquiera estaba señalizada. Espero que con el tiempo se solucionen estos problemas”, dijo.

El estacionamiento fue otro punto de conflicto. Aunque desde ahora ya no se podrá aparcar en Las Piedras, ayer no se respetó esa medida. Los automovilistas dijeron que desde el lunes entrará en vigencia restricción. Mientras tanto, la acumulación de vehículos incluso sobre las paradas de colectivo causó muchos inconvenientes, y esta situación retrasó y dificultó el paso de las unidades.

“El problema es que faltó control”, remarcó Sergio Sánchez, de un quiosco ubicado en Las Piedras al 100, al lado de un colegio. En el horario de entrada y de salida de los chicos del establecimiento fue un caos. “Es un peligro para los chicos”, señaló Lorena Campero, de un almacén ubicada en la primera calle. Ella también sospecha que estas nuevas medidas afectarán a los comerciantes de la zona.

Quienes también están preocupados son los vecinos de edificios que, según dijeron, habían elegido vivir sobre esa calle precisamente porque por allí no pasaban colectivos. “Ahora tendremos que padecer los ruidos, las vibraciones por el paso constante de los vehículos grandes y la contaminación que generan. Como si fuera poco, nos pusieron una parada de colectivo en la puerta de entrada principal al edificio, lo cual suma inseguridad y molestias para los vecinos. Deberían haberla puesto a mitad de cuadra”, protestó Romina Díaz, de Las Piedras al 297. Junto a los residentes de ese inmueble presentaron sus quejas formalmente ante el municipio capitalino. “Si querían hacer más ágil el tránsito por la calle Crisóstomo, deberían haber buscado una calle alternativa más ancha”, resumió.