Los carnets en la mano, la planilla y el sabor agridulce. La felicidad no fue completa porque el resultado no acompañó a Unión del Valle -perdió 1-0 frente a Central Córdoba- en lo que fue el primer partido de la Liga Tucumana en Tafí del Valle. Sin embargo, Luján Sequeira Díaz se muestra satisfecha por cómo se desarrolló la jornada. Claro; la secretaría del club no sabía cuáles podían ser las expectativas del duelo que se disputo en los valles. Pero la misión fue cumplida. “Hay que juntar todos los carnets para que no se pierdan”, dijo a LA GACETA en la puerta del vestuario, a la espera de que los últimos jugadores dejen la autorización que les permite ser parte del torneo.
La dirigente no fue la protagonista dentro del campo, ni era la encargada de que la pelota pudiera tocar la red. De todos modos, la cacica realizó un trabajo indispensable para concretar la fiesta deportiva que se vivió a 2.014 metros sobre el nivel del mar.
Luján es de esos perfiles atrapantes con un recorrido que despierta curiosidad: una cacica dirigente. Ese mix de responsabilidades es la causa de que no vea al fútbol como un simple deporte en el que la victoria se contabiliza por goles, sino que hay otros triunfos fuera de las canchas. Quizás no tan resonantes porque no son títulos, pero cumplen con fines sociales para la comunidad.
“Mi abuela Juana era muy hincha del club Río de La Plata. Siempre colaboraba y me empezó a llevar de chica. Primero iba como espectadora, pero a los 21 años me involucré en la Comisión Directiva. Todos los clubes de los valles las tienen y se renuevan autoridades cada dos años. En aquel momento me eligieron secretaria e ingresé en este mundo. Después pase a ser delegada y ya tenía la responsabilidad de asistir las reuniones de la Liga de El Mollar”, recordó.
La historia del club Río de La Plata presenta ciertas particularidades. Según los pobladores de El Mollar, el club se ubicaba en la zona del dique y la obra de 1979 lo obligó a trasladarse al barrio La Angostura de El Mollar. “Se llama de este modo porque estaba a la orilla de los ríos Blanquito y El Mollar”, comentó Luján.
Su padre también influyó en su inclinación por el fútbol. Pero un accidente impidió que disfrutara del deporte que tanto le apasionaba. “Tuvo un problema en la rodilla cuando estaba en el servicio militar y no volvió a correr. Sin embargo siempre veía todos los partidos e iba a los campeonatos”, contó la cacica. Luján quiso dedicarse al deporte: primero fue jugadora de campo y luego arquera. “Intenté jugar al fútbol femenino pero me frustré muchas veces y terminé dejando”, señaló.
La propuesta de la fundación de Unión del Valle apareció en marzo. Por medio de las redes sociales, Luján se topó con una nota de Jorge Moya, presidente de Defensores de El Mollar, que tenía intenciones de crear una fusión que represente al valle en la Liga. A priori, el proyecto le pareció demasiado ambicioso. “Parecía muy complicado por la rivalidad que hay entre El Mollar y Tafí. A eso se sumaban los clásicos entre los clubes que existían dentro de cada poblado”, explicó.
Pero luego de pensarlo, cambió de postura y encontró la motivación necesaria para formar el club: brindar nuevas oportunidades a los chicos del valle. “Para estudiar, tenés que viajar e irte de tu lugar. Una vez que lográs recibirte y querés volver, hay veces que no tenés en dónde desempeñarte. Eso hace que te terminés yendo definitivamente. Nuestro desafío es ver la manera de generar espacios para que la gente pueda quedarse. La idea principal es que ellos tengan un lugar cerca para poder entrenarse y jugar; y que por la distancia no se frustren sus aspiraciones de hacer un deporte. Había muchos casos de chicos que tenían que irse a la capital o a Monteros y quedaban en la nada por el tema económico y por la distancia”, advirtió.
Aunque no todo es fácil, y la formación exige demasiados retos. La disciplina y el compromiso son dos virtudes que todavía deben foguearse dentro de la Primera División del club. “El fin de semana hubo chicos que no fueron a jugar. Todavía no se dan cuenta que todo lo que hacemos es para ellos. No toman dimensión de la oportunidad que estamos generando y que están representando a su lugar. El próximo paso es incluir inferiores”, resaltó.
A esta situación se añade el desafío económico que supone competir en la Liga Tucumana. “Para este torneo, se necesita hacer una inversión fuerte. La afiliación, el pago de carnets, las inscripciones, abrir la cancha, los pases de jugadores de Santa María… todo es muchísimo gasto. Para eso buscamos un montón de sponsors; ya sea de políticos, municipalidades... Todo eso se complementa con los ingresos que tenemos por partidos; como las entradas, la comida y las rifas. El último partido nos sorprendió mucho la cantidad de gente que fue y creemos que ese es el modo de sustentar todo esto”, explica.
Con 32 años, Luján es la cacica más joven de la comunidad de La Angostura. El rol implicó demasiados desafíos que, poco a poco, supera y la desafían a adquirir más conocimiento sobre sus responsabilidades. “Mi papá dice que está en la sangre de las mujeres de la familia ser cacicas. La hermana de él es cacica de la comunidad de Casas Viejas; y a mí me tocó en La Angostura a la que pertenezco por la familia de mi mamá”, dijo.
Luján, por último, asegura que todavía hay muchos desafíos para que las mujeres lleguen a lugares de poder en Tafí del Valle. “El machismo no es algo propio de la comunidad Diaguita. Es más, la mujer tiene un rol importante en nuestras costumbres y tradiciones. Pero todavía sigue siendo muy difícil para las mujeres. Somos vistas como incapaces de estar liderando proyectos; eso lo viví más en el fútbol. Sin embargo, me encargo de demostrar que no es así”, concluyó la cacica, protagonista clave en la vida de Unión de Valle.