En los últimos años, las harinas son uno de los alimentos más demonizados, llevando a muchas personas a eliminarlas de su dieta sin una condición médica que lo justifique. Pero, ¿qué tan cierto es que son tan perjudiciales para la salud? ¿Cómo impacta realmente su ingesta diaria en nuestro organismo?

La demonización de las harinas

En la búsqueda de una alimentación más equilibrada, el consumo de harinas cayó en desgracia, principalmente por su relación con el aumento de peso y la percepción de que son perjudiciales para la salud. Sin embargo, en este estigma, se suele "meter en la misma bolsa" a todas las harinas, cuando en realidad, son las harinas refinadas las que se deberían reducir o eliminar para proteger nuestra salud.

La doctora Mónica Katz, especialista en Nutrición y miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición, destaca que vivimos un fenómeno único de "carbofobia" nunca antes visto. "Le tenemos miedo a las harinas, que son un alimento ancestral, bíblico. Nunca antes en la historia de la humanidad se ha tenido tanto temor a un grupo de alimentos como en la actualidad sucede con los cereales," aseguró Katz a Infobae.

El impacto en el cuerpo del consumo diario de harinas

Una gran parte de la ingesta de carbohidratos en la dieta proviene de harinas refinadas presentes en productos como pan, pastas, galletitas y cereales. 

A pesar de su popularidad, estas harinas han perdido gran parte de sus nutrientes debido al proceso de refinamiento, lo que las convierte en una opción menos saludable.

Problemas del consumo de harinas refinadas:

Elevación del azúcar en sangre: las harinas refinadas pueden causar picos de azúcar en sangre y aumento de la insulina, lo que contribuye a disfunciones metabólicas.

Baja calidad nutricional: al refinarse, las harinas pierden gran parte de sus nutrientes y, en cambio, pueden contener aditivos nocivos para la salud.

Desplazamiento de alimentos saludables: al consumir harinas refinadas, se tienden a desplazar de la dieta otros alimentos más nutritivos.

¿Por qué las harinas inflaman?

La licenciada en Nutrición Ana Chezzi explica que el trigo, en particular, fue modificado genéticamente y tratado con una gran cantidad de pesticidas y fertilizantes. Esto hizo que el gluten presente en las harinas actuales cause inflamación, ya que el intestino no está preparado para procesar estas moléculas modificadas.

Incluso sin llegar a ser celíaco, muchas personas experimentan sensibilidad al gluten, lo que puede derivar en problemas gastrointestinales como hinchazón, diarrea o estreñimiento.

¿Las harinas engordan?

El mito de que las harinas engordan prevaleció por décadas. Katz aclara que "lo que engorda no es la harina en sí, sino lo que se le agrega a los productos elaborados con harina, como la pizza, las empanadas o las facturas llenas de grasa y azúcar". En resumen, no es la harina la que causa el aumento de peso, sino el exceso y la mala calidad de los alimentos que la contienen.

¿Es recomendable eliminar todas las harinas?

Eliminar completamente los carbohidratos de la dieta no es recomendable, ya que son la principal fuente de energía para el cuerpo. Lo ideal es restringir las harinas refinadas y optar por harinas integrales, que conservan sus nutrientes y aportan fibra, vitaminas y minerales.

Alternativas saludables

Existen diversas alternativas a las harinas refinadas que pueden enriquecer nuestra dieta:

Harina de quinoa: rica en proteínas, minerales y vitaminas.

Harina de almendras: ideal para dietas sin gluten y cetogénicas.

Harina de trigo sarraceno: aporta fibra y proteínas.

Harina de arroz: nutritiva y versátil, apta para dietas sin gluten.

Riesgos del consumo excesivo de harinas

El consumo excesivo de harinas puede llevar a consecuencias como:

Riesgo de diabetes

Sobrepeso

Problemas digestivos

Riesgo de depresión

Mayor predisposición a intolerancias

Enfermedades inflamatorias