Hoy los argentinos y los tucumanos estamos inmersos en una profunda decadencia. Son muchos los ejemplos de corrupción que hemos soportado en el gobierno anterior: cooperativas que financiaba el Estado y no existían, irregularidades en la compra de medicamentos, en la toma de tierras manejadas por Agrupaciones Sociales, cifras millonarias a artistas militantes que en los recitales hacían adoctrinamiento a los jóvenes, sobreprecios en la contratación de seguros, comedores registrados que no existían.  Estos son algunos ejemplos que nos llevaron a una Argentina destruida en lo económico y Social. Y a todo esto le sumamos que recientemente nos enteramos que el sillón de Rivadavia fue usurpado por una señorita, cuya filmación fue hecha por el propio ex presidente. Ante tanta vergüenza, desprecio a los ciudadanos, e hipocresía,  creo oportuno transcribir  conceptos del filósofo griego Socrates, que recibimos a través de Platón, expresados en el siglo V antes de Cristo, que han ejercido una influencia enorme en la cultura occidental, hoy tan destruida en nuestra querida Patria. Sócrates nos enseña que el único fin de la actividad humana es la virtud; que la sabiduría basta para todo, para la felicidad y para la virtud misma; que la posesión de los bienes importa menos que su buen uso; que por encima de la inteligencia está el buen sentido y el sentido moral; que todo el saber humano no cuenta para nada sino está ordenado a lo verdadero, es decir, a lo justo y al bien; en fin, que el primer deber para el hombre consiste en conocerse tal como es, dependiente de Dios, y en someterse a la Providencia, con la firme confianza de que, a aquel que hace lo que debe, nada malo puede acontecerle, ni en esta vida ni en la otra.

José Manuel García González   

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