Por Flavio Mogetta

Para LA GACETA - BUENOS AIRES

Roca era un hombre que valoraba la importancia de tener un Estado debidamente constituido con las instituciones funcionando, con la política funcionando”, afirma el historiador Miguel Ángel De Marco promediando la charla con LA GACETA Literaria. Se trata de una figura “que era una asignatura pendiente, que no se había podido realizar por cuestiones editoriales, quizás porque había cierta renuencia a su figura”.

Cartas de lectores: General Julio A. Roca

Julio Argentino Roca, figura resaltada por el presidente Javier Milei, sufrió la renuencia mencionada por De Marco a partir de la aparición de un revisionismo que “con respecto a determinados personajes o figuras se ha tratado de amoldarlo a las circunstancias o a la ideología de cada uno y esto es algo completamente negativo, no es serio y no es propio de la investigación histórica. En todo caso, es hacer política con la Historia, pero nunca es hacer ciencia histórica”.

-¿Qué importancia tienen a la hora de armar estos libros biográficos las cartas y las anotaciones de los personajes elegidos?

-Son fundamentales… Lucio V. Mansilla decía que si no hubiera cartas no habría Historia verdadera. Más precisamente “si no hubiese correspondencia íntima, no habría Historia verdadera”, porque evidentemente la figura no se muestra a través de los documentos oficiales que firman o las declaraciones públicas -aunque algunas tienen gravitación-, sino que en una época en que lo epistolar era la forma de comunicación más importante, el hombre se desnuda de una manera clara, muestra sus intencionalidades, emite juicio acerca de sus demás contemporáneos, etcétera. Las cartas ofrecen elementos para conocer al personaje en su interioridad y a los demás que le escriben, con pedidos, reclamos u ofertas. También es importante hacer un entramado del tiempo y de las costumbres, de los hábitos políticos de determinada época. En el caso de Roca, era un hombre que escribía muchísimo, pero que también se puede decir que utilizaba otros medios no escritos para comunicarse con sus contemporáneos y con sus partidarios. Tuvo que manejar una fuerza política que estaba expandida prácticamente en todo el país, que solamente tenía algunas parcelas del país opositoras, en manos del mitrismo o el radicalismo.


-Estamos haciendo referencia a la importancia de lo epistolar para documentar la Historia. En los días que corren el género está en desuso y ha sido reemplazado por los mensajes de texto. Pienso en lo difícil que les va a resultar a los historiadores del futuro tratar de reconstruir los personajes de estos días.

-Creo que va a ser una tarea demasiado ímproba. Muchos creen que con la enorme versatilidad que hay de medios, con las posibilidades que tenemos de grabar, enviar mensajes, etcétera., todo esto se va a facilitar, pero mucho queda en una esfera reservada y desaparece. Pensemos ahora en las entrevistas radiales, televisivas, los mensajes de texto; no va a ser fácil procesar todo eso para el historiador del futuro. Parece una contradicción: un volumen enorme de información y muchas dificultades para acceder a él.

-Al recorrer los capítulos dedicados a las presidencias de Roca, encontramos que la segunda fue mucho mejor que la primera, que no terminó económicamente de la mejor manera.

-La primera realmente es la de la conclusión de un proceso muy duro que había empezado en Pavón. Implica el cierre de una etapa de luchas intestinas. Cuando Roca se hace cargo del poder lo hace después de una guerra civil en la que se entremezclan sus antiguos compañeros de la guerra del Paraguay y de otras luchas que había tenido el país. Casi todas las presidencias argentinas habían empezado o terminado con alguna revolución o guerra. La de él va a ser la presidencia que inicia un periodo pacífico con algunas revoluciones provinciales o las grandes revoluciones radicales, pero que va a permitir un progreso sostenido. Y cuando él toma la segunda presidencia, ya muchos de los problemas que él veía como sumamente difíciles estaban resueltos. Algunos los había resuelto él, otros sus sucesores. Por ejemplo, el tema de la ocupación territorial. Otro, el tema de las comunicaciones. Él contó con herramientas muy importantes que entonces no tenía: teléfonos, telégrafos, ferrocarriles, todos los elementos para que el país progresara y esto no hubiese podido ser sin ese basamento que se había construido desde la primera presidencia hasta la segunda con distintos aportes, también con problemas de distinta índole, porque el país fue con deudas en una progresiva marcha hacia adelante.

-El presidente Milei reivindica la figura de Roca al tiempo que ha manifestado “odiar tanto al Estado”, y cuando se recorre esta biografía de Roca se puede apreciar que el progreso del país del que estamos hablando lo logra desde el Estado. Hay una política de creación de escuelas, de obra pública. Un Estado presente para el desarrollo del país.

-Efectivamente Roca fue el gran orquestador, el gran instrumentador del Estado, el que construye el estado moderno de la Argentina o termina de construirlo porque tampoco vamos a decir que los demás funcionarios, legisladores y los propios presidentes que los precedieron no hicieron nada. Pero él tiene una concepción de fuerte presencia del Estado. Es el presidente que inaugura en una fecha patria varias escuelas, que abre avenidas en la Capital Federal, que inaugura monumentos, que construye los nuevos edificios de los tres poderes del Estado y promueve en las provincias conductas similares. No sé si la expresión más adecuada sería decir que era un estatista, pero era un hombre que valoraba la importancia de tener un Estado debidamente constituido con las instituciones funcionando, con la política funcionando. Es él el que cierra el proceso de formación del Estado argentino.

-¿Qué dato o qué información que por ahí no conocía -o no conocía en detalle- descubrió al documentarse para hacer el libro?

-Tuve la suerte de tener en mis manos, antes de que se publicara, el archivo del general José Miguel Arredondo y a través de este archivo aparece un Roca juvenil, ya con un pensamiento político y una capacidad de acción para comunicarse mano a mano con los presidentes. En la correspondencia uno ve cómo Roca se mueve con el presidente Sarmiento -siendo teniente coronel y después coronel- y va afianzando progresivamente su importancia política a la par de la militar a través de procedimiento de índole política. Esa fue una fuente documental que me permitió entrar en eso. Y después algo que en nuestro país se le ha dado poca importancia, pero que es indispensable para hacer la Historia argentina, que es el acceso a la prensa. No se puede escribir historia si no se accede a los periódicos porque son una fuente de información colosal que muestran el momento en que los personajes actúan con sus pasiones, con sus odios, con sus afinidades y con sus intereses.

-¿Cuáles cree que fueron las mayores virtudes de Roca?

-Creo que era un hombre de extrema prudencia, de gran inteligencia, que hacía culto de la paciencia, que sabía dialogar y que sabía mandar, pero no el mando que había tenido desde alférez al frente de una batería en la batalla de Cepeda, sino mandar como presidente y hacerlo con respeto, con dignidad.

© LA GACETA

PERFIL

Miguel Ángel De Marco, nació en Rosario en 1939. Es autor de numerosos libros y centenares de artículos sobre historia política, militar y naval del siglo XIX. Doctor en Historia, miembro de número y ex presidente de la Academia Nacional de la Historia, ex presidente del Instituto Nacional Browniano, miembro de la Academia Sanmartiniana y emérito de la Academia del Mar, es también profesor emérito de la Universidad del Salvador, miembro de mérito de la Academia Portuguesa da História y correspondiente de la Real Academia de la Historia de España. Recibió la Mención de Honor General San Martín, del Senado de la Nación Argentina; los premios “Doce de Octubre” y “Del Mar”, de la Armada Española, y el Konex de Historia en 2014.